Gaza: El silencio es la violencia en nuestras comunidades
El genocidio del pueblo palestino en la Franja de Gaza nos interpela: no necesariamente como persona a favor o en contra de Palestina, sino como personas a favor o en contra de la vida. Ante la tragedia, es difícil ver grises, es cuestionable la neutralidad, es desesperanzadora la desidia, es demoledor el oportunismo.
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Movilizarse y denunciar la política de exterminio que lleva a cabo Israel es un imperativo asumido por una parte de las y los estudiantes de la Universidad de Chile, quienes llevan algunas semanas invitando a la comunidad a reflexionar y a movilizarse para contribuir a impedir que se sigan cometiendo asesinatos de niños y niñas, mujeres y hombres, que han tenido la persistencia y valentía de mantenerse en su tierra, en su pueblo, en sus hogares.
Las y los estudiantes han decidido hacer uso del derecho a la libertad de expresión, no entendida como un concepto vacío, discrecional, que sólo ha asegurado la difusión del relato de los victimarios en los medios de comunicación masiva y a las víctimas las relega a los extramuros, las invisibiliza y niega, incluso, su propia existencia.
Así los miles de palestinos y palestinas asesinados/as por el ejército israelí, sólo tienen lugar como número en la estadística, en la ecuación; aquí no hay mártires, ni héroes, ni luchadores, ni víctimas; sólo sabemos de ellos como números sin rostro, sin cuerpo, sin historia, sin vida, sin futuro.
Las y los estudiantes con su acción nos sensibilizan sobre un tema que, además de reflexionarse de modo abstracto y filosófico, debiera ser competencia de la academia: es un problema que pone al centro a la civilización, la humanidad, el respeto del otro y la otra, y lo instala de manera concreta y urgente.
La Universidad es un espacio de conocimiento y disputa de ideas, pero no puede quedarse sólo en ese lugar cuando “en sus narices” se comete un genocidio.
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Estudiantes que llaman a no aceptar un relato en donde el pueblo palestino es ubicado como una amenaza y la reacción a esa amenaza es concretar un exterminio.
Relato que usa unos conceptos para ocultar otros:
NO, no diga Gaza, diga oriente medio.
NO, no diga asesinados, diga fallecidos, muertos.
NO, no diga palestinos, diga árabes.
NO, no diga críticos, diga antisemitas, antijudíos.
NO, no diga solidaridad, diga vandalismo.
NO, no diga resistencia, diga terroristas, extremistas.
NO, no diga ocupación, diga disputa territorial.
NO, no diga genocidio, diga ofensiva militar.
NO, no diga niños… no diga nada.
No digan nada, porque en silencio Israel debe concretar la expulsión y exterminio del pueblo palestino de sus tierras e instalar, con quienes se queden, una estructura social legitimada por el terror y el genocidio.
El silencio como violencia ha sido abusivo y utilizado masivamente por los medios de comunicación e instituciones que evitan ser llamadas a ofrecer un relato con relación a este genocidio, ya sea por convicción, oportunismo o temor.
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Hace semanas las y los estudiantes se rebelaron a ese silencio, a esa tergiversación del lenguaje y nos han convocado a intervenir, nos invitan a defender el derecho de las y los palestinos a habitar su tierra, defender sus hogares, sus familias, sus identidades.
Nos proponen dialogar, discutir y ser útiles en la defensa de la vida y su estatus civilizatorio, ojalá la comunidad universitaria acuda a ese llamado.