La condena a Cristina Fernández y el nuevo escenario político de Milei: herencias, disputas y el espejo de Perón

Desde Buenos Aires.- La decisión de la Corte Suprema de Argentina de dejar firme el pasado martes la condena contra la ex presidenta y figura principal de la oposición Cristina Fernández de Kirchner a seis años de cárcel e inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos, dibuja un escenario incierto y de resultado abierto en el país vecino.

La condena pone formalmente fuera de carrera electoral a CFK y deja vacío al mismo tiempo un espacio de representación cuyo reemplazo no resulta en absoluto evidente en una fuerza política –el peronismo-  que ya venía mostrando fracturas internas. También profundiza el grado de creciente polarización en el que se desarrolla la política argentina desde hace décadas y para el que el argot político local acuñó la palabra “grieta”.

Se trata de una antinomia que en el caso de este fallo se manifestó en un sencillo síntoma (muy en sintonía con los tiempos actuales): cada sector no hizo más que confirmar su hipótesis anterior.

Así, mientras los sectores antiperonistas lo consideraron un acto de justicia que confirma el carácter intrínsecamente corrupto del kirchnerismo, los aliados y adherentes de la ex mandataria lo sumaron a la línea de tiempo de los históricos intentos de proscripción que sufrió de ese sector político y que desde 1955 incluyeron prisión, exilios y fusilamientos .

Primeros efectos y reacciones

Nadie está en condiciones de prever las consecuencias a largo plazo del histórico fallo, pero resulta evidente que tuvo la virtud de reintroducir una épica que amenazaba con desaparecer del territorio político argentino, mientras la calle, ese lugar en el que el peronismo se maneja a piacere, recobró una vitalidad quizás inesperada en momentos en que las narrativas y los espacios digitales del mileísmo parecían dominar el debate público.

Desde el mismo día del fallo miles de manifestantes se reúnen frente a la casa que CFK tiene en el barrio porteño de Constitución para expresarle su apoyo y en rechazo de la proscripción de la que –entienden- es objeto.  Por su parte, la mandataria sale varias veces al día al balcón del departamento y saluda a la multitud enfervorizada.

El peronismo en todas sus variantes profundiza el conflicto en la calle y ya anunció que prepara una marcha histórica para acompañar a CFK a Comodoro Py (el tribunal de la Capital Federal en el que deberá entregarse a más tardar el miércoles) para expresarle su apoyo. La prensa local anticipa de modo transversal una multitud.

CFK aseguró que no se va a profugar, ni pedirá asilo en embajadas. Acatará, como vino haciendo hasta ahora, la decisión de los jueces. Sin embargo en la militancia hay un clima de virtual rebelión y el abogado Carlos Beraldi confirmó que pedirán una cautelar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para denunciar la violación de los derechos humanos de la ex presidenta.

En la Casa Rosada hay preocupación por la efervescencia que suscita el hecho. El Gobierno de Javier Milei busca calmar las aguas y evitar provocaciones de sus propios funcionarios. “No va a haber una foto al estilo de Amado Boudou (el ex vicepresidente que fue fotografiado en pijama y esposado tras un fallo que lo condenó). Se van a respetar las garantías, los derechos y el decoro que corresponde con Cristina Kirchner”, explicaron.

 Impacto político

Si bien el mapa político argentino ya se encontraba en una etapa de reconfiguración profunda tras la irrupción en el escenario del Javier Milei, varios analistas consultados por la prensa argentina concuerdan en que la prohibición de CFK constituirá un nuevo elemento que sacudirá aún más el tablero.

Por lo pronto asistimos al fin las aspiraciones electorales de la ex mandataria lo que implica un reordenamiento del ya golpeado peronismo, con fuertes tensiones internas producto de las disputa por el liderazgo entre la ex mandataria y Axel Kicillof , actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, el principal bastión electoral kirchnerista.

Ese reordenamiento podría encontrar un cauce en la creciente cohesión alrededor de la figura de CFK, ahora percibida más nítidamente como víctima de una persecución política.

Esta hipótesis queda reforzada con que, tras la confirmación de la condena, numerosos dirigentes peronistas, entre ellos varios que mantenían roces con CFK, como los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán) , Raúl Jalil (Catamarca), y Guillermo Moreno (ex secretario de comercio y muy crítico de CFK) expresaron un fuerte respaldo y llamaron a la unidad del movimiento.

Los líderes peronistas han señalado que estos momentos difíciles exigen "unidad, organización y autocrítica" y han planteado que la exclusión de CFK de la contienda electoral distorsiona la democracia y fortalece la narrativa de persecución.

Desde la derecha, el macrismo y los libertarios esperan que la condena y prescripción debiliten al kirchnerismo como fuerza política y que la ausencia de CFK en la arena electoral acelere la declinación de al menos los sectores más progresistas del peronismo .

Ambos sectores buscarán capitalizar el escenario político abierto tras la condena, intentando posicionarse como una alternativa más estable y moderada frente a la polarización que caracterizó la última década.

La legitimidad del fallo

Otro elemento que desordena el tablero político es que la justicia argentina transita una de sus etapas de mayor desprestigio de que se tenga memoria. Un reciente sondeo de la consultora Trends  registró que el 61% de los argentinos tiene una imagen desfavorable de la Corte Suprema. 

El dato genera preocupación, debilita el consenso que debería generar esta decisión jurídica trascendental y desprestigia aún más al sistema republicano ya que, al margen de si CFK cometió o no un delito, la gente percibe que no existe un tribunal con el necesario prestigio para zanjar el debate.

El espejo de Perón

Juan Domingo Perón fue proscrito de la vida pública argentina y partir al exilio un 3 de octubre de 1955 y para vivir casi 18 años lejos del país, hasta su regreso definitivo, el 20 de junio de 1973, un largo período en el que no obstante su protagonismo y hegemonía sobre el movimiento se mantuvo intacta.

Desde su quinta en Madrid, en el barrio de Puerta de Hierro, manejó los hilos del movimiento a través de vínculos directos, una permanente correspondencia con los líderes locales y la designación de delegados personales en el país. El líder del movimiento logró incluso tener el control sobre facciones enfrentadas entre ellas.

Existe un porcentaje significativo del mundo peronista que aspira a mirarse en ese espejo y soñar con un regreso triunfal de CFK, con una Plaza de Mayo repleta reclamando la libertad de la ex presidenta y con un regreso a los años en que las clases populares se sintieron incluidas, respetadas y sumando derechos. Todo esto a pesar de que las condiciones sociales y políticas al menos parecen (nunca se sabe) ir a contramano de esa expectativa.

No queda claro siquiera si el peronismo podrá renovarse bajo la sombra de su líder presa, e incluso si pudiera hacerlo existe un importante riesgo de que el movimiento se enfrasque en un mito de la resistencia, orbitando en torno a la figura de CFK con el consabido fracaso que arroja el espejo de la historia, como señala el politólogo Julio Burdman.

Según el investigador, a lo largo de sus largos 80 años de historia existieron varios peronismos, así como también varias formas de clasificarlos: un peronismo de la gobernabilidad (Perón, Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner) que garantizó mayorías sociales y legislativas para implementar planes reformistas; un peronismo de la renovación (Antonio Cafiero y Sergio Massa), que buscaban la transición hacia nuevos liderazgos aglutinadores, y por último un peronismo de la resistencia (nacido del exilio de Perón). CFK jugó con todos estos mitos para construir su propia identidad.

El peronismo de la resistencia se enredó en su propia problemática y no fue capaz de diseñar y ofrecer a la Argentina otro proyecto de país que fuera presionar por su propio regreso al sistema, una dinámica que finalmente resultó autodestructiva.

La condena consagra el cierre de una etapa política, aunque no necesariamente el final de un movimiento. Si bien CFK ya no podrá ocupar cargos seguirá siendo una referencia. Axel Kicillof parece encumbrarse como una figura en la  que convergen las posibilidades de renovación.

Aún es pronto para verlo. Estamos aún en una etapa de conjeturas. Las elecciones de legislativas de octubre quizás den señales acerca de quiénes serán los beneficiarios de esta decisión histórica y controvertida. Por ahora lo claro es que el hecho profundizó la división en el país y demostró lo difícil que es en la actualidad pensar una Argentina homogénea.