
Desafíos actuales de las mujeres médicas en Chile a 278 años de Dorothea Erxleben
Dorothea Erxleben, una de las primeras mujeres en el mundo en obtener el título de doctora en medicina, publicó en 1742 un análisis sobre las principales barreras que impedían a las mujeres acceder a estudios superiores. Concluyó que las mayores limitantes eran las labores domésticas y la crianza de los hijos.
Su desempeño profesional fue duramente cuestionado por médicos varones, quienes le exigieron defender su título en una disertación en la Universidad de Halle. En esta instancia, Erxleben evidenció cómo los médicos de la época intervenían innecesariamente en ciertas condiciones de salud, administrando medicamentos en dosis excesivas. Además, presentó recomendaciones innovadoras sobre el uso de opiáceos y el manejo del ciclo menstrual.
Han pasado 278 años desde entonces y, sin embargo, las mujeres médicas seguimos enfrentando cuestionamientos y desafíos similares. En mi propia entrevista de habilitación para ingresar a la especialidad, la comisión evaluadora me hizo preguntas como: "¿Qué hará con su hija?", "¿Cómo lo hará con su casa?" y "¿Va a abandonar a su familia por estudiar?".
Otras colegas, en distintos programas, han sido interrogadas sobre su planificación familiar o incluso sobre si buscan pareja dentro del programa de especialización, pese a que actualmente se ha intentado eliminar estas prácticas en las entrevistas.
En el ejercicio profesional, seguimos siendo llamadas "señoritas" y, con frecuencia, nos preguntan "¿cuándo viene el médico?", como si nuestra presencia en este rol aún fuera cuestionable.
Esto ocurre pese a que diversos estudios han demostrado que los pacientes atendidos por médicas obtienen mejores resultados de salud, con menor riesgo de complicaciones, menor mortalidad y una menor probabilidad de ser readmitidos en urgencias dentro de los 30 días posteriores a su atención.
El acceso a posiciones de liderazgo sigue siendo un desafío. Según la Universidad Johns Hopkins, aunque más del 70% de los puestos en salud son ocupados por mujeres, menos del 25% de los cargos de liderazgo en el sector están en nuestras manos. Muchas de las barreras que Erxleben señalaba hace casi tres siglos continúan limitando nuestro desarrollo profesional.
Pese a esto, en Chile hemos comenzado a avanzar. Desde el año 2000, 6 ministros de Salud han sido mujeres médicas (de un total de 77 en la historia del país). Además, el 63% de las 30 sociedades que conforman la Asociación de Sociedades Científicas Médicas de Chile (ASOCIMED) están hoy presididas por mujeres. Muchas de ellas han sido pioneras en estos espacios, abriendo camino para las generaciones futuras.
A pesar de estos avances, aún quedan grandes desafíos, tanto en espacios de representación como en el ejercicio profesional, especialmente en las especialidades quirúrgicas y en roles de liderazgo. Desde niña soñé con la medicina como una forma de aportar a la sociedad y al conocimiento y, pese a los cuestionamientos, he logrado desarrollarme como especialista en esta área.
Hoy, como presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Familiar, tengo el honor de representar a una parte importante de los y las médicos de familia de nuestro país. Espero que, más temprano que tarde, mi hija y muchas otras mujeres puedan crecer y contribuir en estos y otros ámbitos sin enfrentar los mismos obstáculos.
Para ello, es necesario que la sociedad en su conjunto fortalezca redes de apoyo que nos permitan crecer profesionalmente sin estar sometidas a la doble presencia, esa exigencia de rendir al máximo en todos los ámbitos a costa de nuestro propio bienestar. El cuidado de nuestras familias, las tareas domésticas y los estereotipos de género no pueden seguir siendo barreras para nuestro desarrollo.
Cuando alcancemos una mayor equidad en todos los ámbitos no sólo mejorarán los indicadores económicos, sino también la salud y el bienestar de toda la sociedad. Apostemos por este cambio. Rompamos las barreras que aún persisten y trabajemos juntos por una sociedad -y, por qué no, una medicina- más equitativa, sin dejar a ninguna atrás.