El ciclo político actual presenta diversos desafíos que, para nosotras las mujeres, se multiplican, e históricamente hemos reconocido las barreras que enfrentamos para participar de manera efectiva en espacios de poder. Con el auge de la ultraderecha estos discursos conservadores se han intensificado, donde los roles de género obstaculizan nuestra plena participación política, y aun cuando logremos hacerla efectiva, esta implica un alto costo personal y social.

La agenda ultraconservadora pone en riesgo los avances en derechos que hemos conquistado con décadas de lucha. Estos derechos no se pueden transar, porque cada cuestionamiento y demanda surge de nuestras experiencias de vida. Somos parte del pueblo y por eso luchamos, transformar nuestras condiciones es nuestra bandera de lucha; buscamos incidir en la agenda política, donde nuestras realidades se conviertan en temas de agenda pública y construyamos una sociedad más justa e igualitaria.

Sin embargo, y a pesar de los múltiples esfuerzos que hemos levantado las mujeres en política, aún nos queda camino por delante. No podemos olvidar que nuestras abuelas se insertaron en el mundo público con demandas asistenciales, asociadas a los cuidados y al mundo privado.

Esa disputa ganada nos tiene en esta coyuntura actual: mujeres empoderadas que no transan frente a la violencia, disputan cargos de poder, se insertan en temáticas fuertes y culturalmente identificadas como masculinas.

Es por ello, que debemos continuar con la convicción de que es una NECESIDAD que las mujeres logremos disputar de manera competitiva todos los espacios de poder dentro del mundo político, lo que implica formar, formarse y atreverse a conducir, desafiando las fronteras de los roles que socialmente nos han sido asignados. Esto solo será posible con una visión de unidad, abrazando la diversidad y con la convicción de que la lucha cultural se hace entre todos los géneros.

En este contexto y dentro de los desafíos que enfrentamos como Frente Amplio y como mujeres, tenemos una respuesta: Unidad y feminismo.

Como partido, es nuestra responsabilidad generar espacios e instancias apropiadas para la efectiva participación política de las mujeres militantes, de manera significativa e incidente, en donde el principio de paridad debe ser un piso mínimo que permita la inserción de liderazgos femeninos.

La promoción de la disputa de mujeres en los espacios de poder es un desafío que nos corresponde asumir a todas y todos. Es nuestro deber fortalecer los espacios orgánicos de participación de las distintas fuerzas que hoy componemos el Frente Amplio, con la mayor unidad posible y fomentando lineas políticas de acción feminista, porque el feminismo representa justicia y democracia, y como lideresas es a lo que aspiramos.

Asumimos con firmeza y orgullo este desafío, trabajando incansablemente para ampliar las oportunidades y construir juntas liderazgos femeninos representativos. Estos liderazgos serán el reflejo de nuestras infinitas capacidades y habilidades, y nos permitirán continuar en este inmenso desafío en unidad, en pos de forjar una verdadera igualdad sustantiva.

Las mujeres del Frente Amplio nos unimos, nos unimos en la disputa del poder, en la representación de nuestras realidades, nos convocamos para avanzar juntas en presentar al pueblo de Chile nuestra alternativa para mejorar la vida de todas y todos. Va más allá de solo frenar los discursos ultraconservadores o disminuir la fragmentación de la política, esta es unidad de principios y representa una mirada estratégica de cara a la ciudadanía, de frente, porque creemos que un mejor vivir es posible.

Autora de la columna: Lía Gálvez, exPresidenta Región Metropolitana de Convergencia Social

Crédito de la foto: Agencia Uno