Borrar toda Gaza de la faz de la Tierra (Parte II)

Borrar toda Gaza de la faz de la Tierra (Parte II)

Por: Yasmín Fauaz Núñez | 18.11.2023
Como única salida me aferro a los jóvenes judíos víctimas de los ataques que perdieron familiares y aun así apoyan el cese al fuego; a esos jóvenes que no quieren servir en el ejército para no ser parte de esta masacre; a las y los sobrevivientes de la segunda guerra mundial que apoyan la protección de la población civil. Me aferro a todos los jóvenes reporteros palestinos que resisten aguantando el dolor de perder familia y amigos sin desparramar odios. Me aferro y honro la memoria de los miles de niñas y niños, familias que yacen bajo los escombros.

¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo y que el exterminio mutuo es nuestro destino? ¡Hasta cuándo!

(Eduardo Galeano)

Si aplicáramos la psicología actual, Israel es un joven traumatizado por el nazismo europeo, aterrado y herido que aterriza en Palestina con su carta firmada por Balfour asegurándole un hogar. Ricamente financiado por el clan Rothschild, después de instalarse y armarse hasta los dientes, expulsó a palestinos y sus ex aliados ingleses a punta de bombas, balas y dólares. Erigiendo durante décadas un muro de concreto que hoy llegaría en línea recta desde Santiago hasta Valdivia (800 km.). Echando al olvido las especificaciones de la carta de Balfour: “quedando bien entendido que no hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina”.

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No obstante, no son los únicos sobrevivientes de un holocausto. Veinte millones de rusos también murieron en la segunda guerra mundial. Congoleños, etíopes, nativos americanos… todos los pueblos vivos resistimos alguna clase de holocausto hasta hoy.

Las palabras no alcanzan a describir la cruenta realidad que se vive en Gaza. 4.700 niños han sido asesinados. El año escolar fue suspendido, las escuelas están destruidas.

El sistema de salud está colapsado: no hay electricidad para los equipos de asistencia vital, combustible, agua, comida o camas. 14 de 36 hospitales han dejado de funcionar debido al continuo asedio. Más de 30.000 heridos son atendidos y operados en el suelo sin anestesia. Es más, tanto médicos como personal de rescate han sido atacados junto a sus familias, dejando desgarradores testimonios de doctores y enfermeros reconociendo a seres queridos entre las víctimas. Los hospitales Bautista, Indonesio, Al Shifa e Ibn Sina en Jenin, están rodeados por francotiradores y artillería pesada, contradiciendo toda norma internacional.

Gassan Abu Sittah, cirujano de origen británico-palestino confirmó que la situación en Gaza es catastrófica. Trabaja en el hospital Bautista Al Ahlí, el único con dos salas operativas de cirugía. “Recibimos un gran número de heridos de diversa gravedad con heridas muy complicadas… Es un pequeño hospital que no está equipado para la guerra o ser centro de trauma”.

El doctor Hammam Alloh de 36 años, especialista en nefrología fue entrevistado por Amy Goodman en su programa Democracy Now, le preguntó el porqué de su decisión de no evacuar hacia el sur y dejar el hospital. Él respondió: “si me voy, ¿quién cuidará a mis pacientes? No somos animales, tenemos derecho a recibir cuidados médicos”. Él y su suegro, el director del departamento de anestesiología del hospital Al Shiffa, doctor Khalil Nakhal murieron luego en un ataque aéreo junto a familiares que aún siguen bajo los escombros.

Las pruebas mostradas por comandos israelíes en Al Shifa contrastan con los registros del interior del hospital al momento de los bombardeos. Se observan solo civiles siendo arrojados por las ondas expansivas de las explosiones. Emplazado en lo que fueron barracas de la Armada Británica en los años 40, en las siguientes décadas fue transformado y habilitado por Egipto como el hospital más grande de la zona. Durante los 80 la autoridad civil israelita expandió las instalaciones con asistencia americana, construyendo ellos mismos el túnel subterráneo señalado como prueba supuesta del uso subversivo de Hamás.

La Universidad de Gaza, el último molino de harina de la ciudad, el edificio del Centro Legislativo han sido bombardeados. 25.000 toneladas de explosivos se han lanzado hasta ahora. Netanyahu afirmó que las autoridades palestinas no regresarán a Gaza. Más de 1.500 personas están bajo los escombros, 600 de ellas son niños, muertos o heridos, sin esperanza alguna de que lleguen equipos de rescates debido a la destrucción de la infraestructura vial y el bloqueo militar. La falta de agua, servicios higiénicos y retiro de basura mortifica aún más la vida de los gazatíes.

Bizam Wizard es una joven reportera palestina que comparte en redes sociales el antes y después de los bombardeos. Ha experimentado cansancio, llanto y alucinaciones con bombas de fósforo blanco. Hoy camina hacia el sur con destino a la nada cargando sus pertenencias, comenta que en las calles se pueden ver cuerpos en descomposición.

Este miércoles la lluvia dio un alivio momentáneo a los niños y viejos cansados de beber agua salada. Sin embargo, estas lluvias anuncian las bajas temperaturas del invierno que se aproxima y con ello el aumento de enfermedades respiratorias en la población ya deteriorada y herida. El 91% de los niños sufre estrés pos traumático, los ojos desorbitados por el miedo se repiten con el correr de estos más de cuarenta días y cuarenta noches ininterrumpidas de castigo colectivo.

Tal ha sido el repudio y la presión internacional frente a lo evidenciado en los miles de videos, que Israel tomó la decisión de cortar totalmente las líneas telefónicas e internet este jueves. La prensa en el terreno ha sido brutalmente atacada: 37 periodistas muertos hasta ahora, tanto sus familias como sus casas han sido destruidas a propósito, según las mismas autoridades.

Qatar ha resistido la presión de Estados Unidos para cerrar el canal Al Jazzera, quienes han llorado en vivo la pérdida de colegas en múltiples ocasiones, y ya sufrió el bombardeo total de sus instalaciones en mayo de 2021.

Los últimos reportes desde Gaza tienen fondo negro, no hay luces en la ciudad. La guerra también es psicológica. El ruido permanente de misiles y el uso de armas químicas en campamentos como Beit Lahia han transformado la vida de la población en un infierno.

No se están respetando ni la Convención de la Haya ni la de Ginebra con respecto al trato hacia los prisioneros, heridos y civiles. Jonathan Kutabb, abogado palestino de Derechos Humanos, publicó en su cuenta de Twitter que entre tres y cinco mil trabajadores se encuentran detenidos en Israel sin abogados o conocimiento de sus condiciones actuales. Entre los detenidos hay muchos menores de edad. La joven activista Ahed Tamimi de 22 años fue acusada de incitar a la violencia por una publicación en Instagram. En una entrevista para EFE, su madre señaló que la publicación atribuida a Ahed “llamaba a masacrar colonos israelíes, beber sangre y comer sus cráneos”, negando su responsabilidad ya que hace tiempo su cuenta estaba hackeada y no podía ingresar.

¿Ataque sorpresa?

Las hostilidades hacia la población civil palestina llevan 75 años de acoso sistemático, siempre creciente, con un acorralamiento étnico progresivo. Entre 1947 y 1948 durante la Nakba fueron desplazadas más de 700 mil personas y 15.000 fueron asesinadas. El documental Tantura de Alon Schwarz expone los descarnados testimonios de soldados de la brigada Alexandroni responsable de la matanza en la ciudad de Al Tantura a 24 kilómetros de Haiffa. La historia se repite en Vals con Bashir, película animada que narra la masacre en los campamentos Sabra y Chatila por nombrar un par.

No hay sorpresa que alegar. He estudiado el tema desde mi adolescencia. La pluma va más lenta que los acontecimientos. La gran industria de la armas es el mercado más lucrativo y a la vez el más exigente a nivel energético. Poner en marcha un grupo de ataque aéreo, marítimo o terrestre, requiere quemar petróleo de forma industrial. Y eso también está en juego en este conflicto: el control del flujo del petróleo, y el gasto de armamento.

En 2013 investigando el mercado de las armas me topé con un foro de operadores españoles de acciones de empresas armamentísticas. Raytheon, Northrop Grumman, Lockhed Martin, Boeing fueron señaladas como las más rentables, entre muchas de otros países. Se cita un informe financiero: “con el argumento de permanecer armados frente al inquietante vecino iraní, los saudíes van a importar 84 cazas F-15 americanos, por valor de 29.400 millones de dólares. Una buena noticia para Boeing que ha subido más de un 12% en bolsa en los últimos doce meses. En octubre, Estados Unidos vendió acorazados y misiles a Bahrein, agitado por la represión de las protestas populares. Y nada más abandonar el ejército las arenas iraquíes, la Casa Blanca vende a Bagdad material bélico por valor de 11.000 millones de dólares, cantidad equivalente a más del 13% del PIB de Irak”.

Se precisa que: “después de vender todo lo vendible a Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Qatar, Bahrein, Omán y Emiratos hay que abrir nuevos mercados”. Por ejemplo, Raytheon es un gigante de la industria armamentística estadounidense fabricante de radares y líder mundial en misiles, los más conocidos y utilizados por los ejércitos del mundo: maverick, sidewinder, amraam, harm, tow, paveay, sea sparrow, phalanx, tomahawk, stinger, y javelin. “Cada vez que uno de estos se dispara, se gana dinero. Son productos no reutilizables, evolucionan en el tiempo y deben ser sustituidos por otros más avanzados”, se señala en el foro.

Diversos medios financieros y portales como www.estrategiasdeinversion.com señalan que “al día de hoy, cerca del 2,2% del PIB global se dedica al “negocio” de la guerra, según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo. Por países, EE.UU. es el que más gasta en Defensa (el 39% del gasto militar global), mientras que China ocupa el segundo puesto. Israel es el décimo sexto en gasto militar y sus principales proveedores son Estados Unidos y Alemania”.

Lockheed Martin ha recibido más de 5.700 millones de dólares en contratos con Israel y ha aumentado su cotización en el mercado de valores un 10% desde el pasado 7 de octubre. Raytheon subió en la bolsa un 5,9% desde el ataque de Hamás. Northrop Grumman ha logrado una rentabilidad del 15,5% en los primeros ochos días del conflicto y General Dynamics ha ganado un 9,7% desde el mismo día.

La mayoría de los secuestrados israelíes aún están vivos hasta ahora, aunque decenas han caído bajo el fuego de su propio ejército. Según testimonios de familiares en la redes y del analista estadounidense, Scott Ritter, “un número importante de israelíes murieron porque los helicópteros Apache dispararon indiscriminadamente”.

El número de muertos y heridos aumenta con el transcurso de las semanas. Los países vecinos toman medidas, Yemen le declaró la guerra a Israel mientras no cese el fuego; Qatar amenazó con el cierre del suministro de gas; Jordania amenazó con guerra; Bolivia cortó relaciones diplomáticas; Chile y Colombia llamaron a sus embajadores a consulta. El boicot económico se materializa con la caída en las acciones de varias empresas que apoyan a Israel y muchas cuentas de redes sociales fueron canceladas por burlas y parodias groseras sobre la falta de agua y las condiciones de los sobrevivientes en Gaza.

La cumbre de países árabes celebrada en Riad convocó a 57 países de Medio Oriente, del Norte de África, de África Subsahariana y de Asia con el objetivo de exigir el cese al fuego y proponer una solución colectiva que permita la existencia de los dos estados. Por su parte, varias primeras damas del mundo se reunieron esta semana en Estambul, Turquía convocadas por Emine Erdogan. Rosangela da Silva, primera dama de Brasil manifestó “la necesidad urgente del alto al fuego y la apertura de corredores de ayuda humanitaria”.

Hay un péndulo en cada acción que ejecutamos y la espiral de violencia profundiza sus dinámicas antisociales en la medida en que la población no puede desarrollarse de manera libre y soberana. Aún más si se le priva de educación, vivienda y refugio. Hay generaciones perdidas y atrapadas en la nada del exilio y de los campamentos de refugiados, lugares que tampoco hoy son seguros. Al menos 400 muertos dejaron las seis bombas lanzadas al campo de refugiados en Jabalia. Me pregunto, ¿a cuánto el gramo de misil?

Como única salida me aferro a los jóvenes judíos víctimas de los ataques que perdieron familiares y aun así apoyan el cese al fuego; a esos jóvenes que no quieren servir en el ejército para no ser parte de esta masacre; a las y los sobrevivientes de la segunda guerra mundial que apoyan la protección de la población civil. Me aferro a todos los jóvenes reporteros palestinos que resisten aguantando el dolor de perder familia y amigos sin desparramar odios. Me aferro y honro la memoria de los miles de niñas y niños, familias que yacen bajo los escombros.

Hiba Kamal Abu Nada, joven autora de la novela El oxígeno no es para los muertos falleció a los 32 años. Poeta y bioquímica formada en la Universidad de Gaza escribió la noche antes de morir: “La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles; silenciosa, excepto por el sonido del bombardeo; aterradora, excepto por la promesa tranquilizadora de la oración; negra, excepto por la luz de los mártires. Buenas noches”.

Me aferro a la esperanza de una educación laica de calidad que promueva principios ciudadanos y no el extremismo religioso que vemos en la plenitud de su intolerancia manifestada, llegando incluso a ejercer violencia hacia sus propios compatriotas objetores de conciencia. De otro modo acabaremos como está escrito en este único libro fundacional: con la autodestrucción de uno de los lugares más sagrados de nuestra civilización por el amor de dios.