Qatar 2022 recurrió a proyectos dudosos para alcanzar cero emisiones
Las turbinas eólicas no hacen fotosíntesis. Tampoco atrapan directamente el carbono de la atmósfera. Aun así, la organización de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA – Catar 2022 financió un pequeño proyecto eólico en Turquía y lo usó para descontar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del calentamiento global.
Como en este caso, y en al menos otras dos ocasiones, la organización del Mundial de Fútbol recurrió a técnicas dudosas para compensar sus emisiones y venderse como un evento carbono neutral, según muestran registros de la certificadora de créditos de carbono Global Carbon Council (GCC).
Miembros del Comité Supremo de Organización y Legado de Qatar en conferencia de prensa previa a la Copa del Mundo de Fútbol 2022. Foto: Comité Supremo de Organización y Legado.
Un informe de la organización independiente Carbon Market Watch advirtió, en mayo, que la organización del mundial catarí —el Comité Supremo de Organización y Legado— estaba comprando créditos de baja calidad para limpiar su imagen. En ese momento, la organización advirtió de dos proyectos eólicos en Turquía.
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Sin embargo, pese al informe técnico, este Comité Supremo siguió comprando créditos dudosos, según muestran los registros del GCC. En este caso, la organización catarí adquirió reducciones de emisiones de una granja eólica en Serbia.
Recientemente, un grupo de futbolistas, activistas y organismos deportivos de todo el mundo enviaron una carta abierta a la FIFA solicitando que retire sus afirmaciones de carbono neutralidad y ponga un mayor foco en reducir las emisiones de la cita futbolística.
El máximo organismo del fútbol mundial, sin embargo, aún no ha emitido una respuesta pública sobre el tema y ha repetido el compromiso de una copa carbono neutral.
¿Mundial carbono neutro?
Para eventos masivos, como es la Copa Mundial de Fútbol o los Juegos Olímpicos, los créditos de carbono se utilizan para alcanzar las cero emisiones netas. ¿Cómo es el proceso? Primero, la organización reduce todas las emisiones posibles del evento. Las que no se pueden reducir, se compensan comprando “créditos de carbono”, asociados a proyectos que evitan emisiones o capturan carbono de la atmósfera.
De hecho, la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) lanzó, en la Conferencia de las Partes (COP24) realizada en Katowice en 2018, una plataforma para descarbonizar eventos deportivos firmada por la propia FIFA.
Registros del Global Carbon Council muestran que el Comité Supremo de Organización y Legado continuó comprando créditos verdes de mala calidad para limpiar sus emisiones. (Captura de pantalla Global Carbon Council).
Para compensar emisiones hay créditos de todo tipo, pero los que compró el Comité Supremo de Organización y Legado, en particular, suelen tener una muy baja integridad ambiental, explicó el investigador de Carbon Market Watch y especialista en mercados de carbono, Gilles Dufresne.
Para que sean efectivos, los créditos de carbono deben seguir un principio llamado “adicionalidad”; es decir, deben ser proyectos que generen nuevas reducciones de emisiones y que no habrían sucedido de ninguna otra forma.
Las energías renovables podrían contar como créditos de carbono, solo si previenen el desarrollo de energía sucia. En otras palabras, tendrían que ser proyectos que, de no tener incentivos económicos, inevitablemente llevarían al desarrollo de combustibles fósiles.
Sin embargo, debido a su creciente rentabilidad, las energías renovables en países desarrollados no suelen calzar en esta descripción, explicó Dufresne. Al ser proyectos económicamente viables, no se puede considerar que son excepcionales.
“La organización del Mundial de Fútbol está comprando estos créditos pensando que está reduciendo emisiones, pero eso no está pasando en la realidad. El dinero está yendo a un proyecto que iba a suceder de todas formas, entonces no hay una reducción de emisiones adicional”, señaló el investigador.
Otras certificadoras han impuesto restricciones a los créditos de energías renovables. Gold Standard, por ejemplo, indica que solo financia proyectos renovables en los países menos desarrollados, pequeñas islas en desarrollo y zonas de conflicto. Ninguno de esos criterios aplica para Serbia y Turquía.
El Comité de Cambio Climático del Reino Unido advirtió, en un reciente informe, que los créditos de carbono “pueden enmascarar esfuerzos insuficientes por parte de las empresas para reducir sus propias emisiones” y “a menudo aportan menos de lo que se afirma”.
Créditos dudosos
El Comité Supremo de Catar ha comprado créditos de carbono de, al menos, tres proyectos de energías renovables: dos granjas eólicas en Turquía y una en Serbia.
Entre estos, el que generó más créditos de carbono es la granja eólica Alibey WPP, ubicada entre las provincias turcas de Balikesir e Izmir. Este proyecto consiste en 9 turbinas eólicas que han estado en operación desde 2018 y que proveen electricidad a la matriz nacional de Turquía.
Imágenes satelitales muestran las sombras de las turbinas eólicas del proyecto Alibey WPP, ubicado en el oeste de Turquía. Imagen: captura de pantalla Google Earth.
La empresa encargada, GTE Carbon, justificó el proyecto argumentando que su construcción no es una práctica común en el país. Gracias al financiamiento de Catar, señaló la empresa en uno de los informes técnicos del proyecto, la granja eólica evitaría la quema de combustibles fósiles y así ayudaría a reducir emisiones.
Sin embargo, el proyecto no es excepcional. De hecho, el mismo reporte oficial identificó otros 30 proyectos eólicos con un perfil similar en el país. Turquía, además, cuenta con la cuarta mayor capacidad instalada de energía eólica en Europa, según la organización Wind Europe, compuesta por 400 firmas del sector.
La empresa verificadora Global Carbon Council (GCC) aún así terminó aprobando el proyecto y otorgó a la organización de la Copa del Mundo más de 130.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) para descontar de sus emisiones.
En total, contando los tres proyectos aprobados, el Comité Supremo actualmente cuenta con cerca de 200.000 toneladas de CO2 reducidas, un monto significativamente menor a las 1,5 millones de toneladas necesarias para compensar las emisiones del evento.
“Dado que la Copa Mundial de la FIFA 2022 aún no ha comenzado y que el inventario de emisiones de carbono sólo se puede finalizar después del evento, es razonable que aún no se hayan obtenido todos los créditos de carbono”, aseguró un vocero del Comité Supremo.
Y añadió: “Los créditos de carbono se entregarán a través de una serie de proyectos en Catar y fuera de él, cada uno de los cuales reducirá las emisiones de diferentes maneras”.
Verificación suave
El Comité Supremo aseguró que continuará comprando créditos de carbono del GCC hasta alcanzar las millones de toneladas necesarias. La organización verificadora, sin embargo, ha sido cuestionada por su aprobación de créditos de baja calidad.
La verificadora GCC fue creada en 2016 por la Organización del Golfo para la Investigación y Desarrollo (GORD, por sus siglas en inglés) exclusivamente para el Mundial de Catar. Este es el primer mercado voluntario de carbono en el Medio Oriente.
El problema es que la GORD es precisamente la encargada de la carbono neutralidad de la Copa Mundial de Fútbol. Dufresne aseguró que el GCC y la GORD no tienen suficiente independencia entre sí para realizar un escrutinio profundo.
De hecho, el presidente tanto de la GORD como de la GCC es Yousef Mohammed Alhorr, ingeniero catarí con trayectoria en proyectos de sostenibilidad. “Hay un obvio conflicto de intereses. Hay incentivos para tener reglas menos ambiciosas”, señaló Dufresne.
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Por su parte, el Comité Supremo defendió la integridad del GCC y aseguró que “la emisión de créditos de carbono, a través del proceso GCC, sigue unos requisitos estrictos, con documentos y manuales metodológicos detallados y disponibles en su página web”.
Actualmente, la verificadora de créditos de carbono cuenta con 510 proyectos en fila esperando aprobación. La abundante mayoría son de energías renovables y algunos incluso son a gran escala, lo cual aumenta todavía más la rentabilidad del proyecto, detalló Dufresne.
“Hay un riesgo de que van a seguir comprando créditos de muy baja calidad, que básicamente harán poca diferencia para el clima”, continuó.