La pandemia del espectáculo

La pandemia del espectáculo

Por: Cristián Zúñiga | 16.05.2020
La actual peste del Covid-19 , como todas las pestes, está develando la fragilidad humana y, por supuesto, pasando por encima de los diversos sistemas políticos y económicos imperantes. Pero hay algo que, por primera vez en la historia de las civilizaciones, sucede en torno a una pandemia global: nunca antes el humano afrontó una pluralidad cultural, de formas de vida, como la que experimentamos en esta sociedad tardo moderna.

Y es que, no conforme con los alcaldes desfilando en matinales y el gobierno recibiendo, con pomposos puntos de prensa, los insumos médicos chinos en la losa del aeropuerto (imagen que trajo a recuerdo la llegada de Pinochet desde Londres), la pandemia de la hiper modernidad ahora nos otorga más espectáculo en torno al clima de enfermedad y muerte.

La actual peste del Covid-19 , como todas las pestes, está develando la fragilidad humana y, por supuesto, pasando por encima de los diversos sistemas políticos y económicos imperantes. Pero hay algo que, por primera vez en la historia de las civilizaciones, sucede en torno a una pandemia global: nunca antes el humano afrontó una pluralidad cultural, de formas de vida, como la que experimentamos en esta sociedad tardo moderna.

Nuestra presente cultura nos ofrece una constelación de significados, desde los cuales, experiencias y rutinas, adquieren sentido.  Esta constelación de significados proviene, mayoritariamente, desde aquello que las democracias liberales nos enseñaran y cuyo eje radica en el forjamiento de identidades atadas a la exigencia de reconocimiento.

Nos guste o no, gran parte de los chilenos actuales somos nietos o hijos de la democracia liberal y, por ende, llevamos en nuestra sangre el ideal de autonomía personal, como nave desde donde nos lanzamos a la búsqueda razonada del bien (o el no dolor).

Las pestes que leíamos en los libros de historia, esas que azotaban a la Europa medieval, la España de principios del siglo XX o, incluso, al Chile de nuestros abuelos (la gripe española dejó más de 40 mil chilenos muertos), se navegaron desde proyectos monárquicos o del denominado, estado-nación. Vale decir, las pandemias de entonces se asumían desde una forzada unidad política y una cultura homogénea.

Hoy, en cambio, nuestros proyectos de vida, autónomos, sobre informados, hedonistas y desconfiados de todo aquello que no sea nosotros mismos, poseen una voz propia que se amplifica desde las redes sociales y que, incluso, ahora se transmite por streaming a costo cero.

Aquella sociedad del espectáculo proyectada y manoseada por los sociólogos ochenteros, ya no es territorio exclusivo de canales de TV o mentes maquiavélicas que las conducían a su antojo. Hoy somos nosotros mismos, ciudadanos de las redes sociales (ex ciudadanos de a pie) quienes hemos pasado a nutrir los contenidos de la banalidad del informar.

Esta semana, y desde su celular, un funcionario del hospital San José fotografió una fila de cadáveres desde un pasillo exclusivo de este recinto, exhibiéndola como muestra del caos y descontrol por el que atravesaba el sistema sanitario, producto del Covid. Minutos después de subida esta delicada fotografía, se aclaró que dicho pasillo hospitalario era donde habitualmente se mantiene cadáveres a la espera de las carrozas fúnebres y que, de los 21 fotografiados, la mayoría no correspondía a fallecidos por Covid.

La aclaración a esas alturas ya no importaba mucho. La imagen quedó en la retina de miles de compatriotas, quienes, desde las redes sociales, se enteraron sobre la existencia de aquel terrorífico pasillo hospitalario.

También, esta semana, el medio digital Interferencia filtró un mapa de georreferenciación humana que ubica, en detalle de comuna, pero con una dispersión aleatoria de las direcciones de entre 50 y 100 metros, a los contaminados con Covid. Esta filtración, según sus autores, ayudaría a que alcaldes y organizaciones “de base” pudieran tomar las precauciones que, el mal gobierno, no les otorga.

Seamos serios y brutalmente honestos. ¿Dejaría usted en manos de sus vecinos el mapa que identifica a los ciudadanos contaminados con Covid? Hace pocas semanas, en Vallenar, hubo un intento de incendio a una vivienda donde residían personas contaminadas con la peste.

He aquí la peste en medio de la sociedad de la hiper conexión, donde cada uno pude subir a internet lo que estime y desde ahí interpretar a la carta; Donde parece importar más la cantidad de “clicks” y no la precisión de los hechos.

Pero cuando un medio hace la pega como corresponde, entrevistando y grabando a las fuentes, para develar hechos concretos, recibe transversales camoteras desde el poder. Incluso, logra que estos dichos poderes se logren poner de acuerdo, desde el Partido Comunista a oficinas de La Moneda.

Sin embargo, hay algo más preocupante que todo lo anterior y es cuando los políticos se agarran desde la sociedad del espectáculo para ejercer gobernanzas u oposiciones.

Por ejemplo, no deja de ser patético ver a un sector importante de los opositores al gobierno dejar atrás los ropajes del estallido social (al cual se plegaron de manera oportunista) y aferrarse desde hilos tuiteros, memes e informaciones sensacionalistas, en pos de suplir sus fracasos.

Y es que algo ya constatamos desde la fiebre provocada por la pandemia: la sociedad del espectáculo nunca fue territorio exclusivo de la derecha.