“Lo encontramos al borde de la muerte”: La historia de la querella por el golpe con una botella a un adulto mayor de 73 años
La tarde del 28 de septiembre cambió por completo la vida de Demófilo González, un hombre de 73 años muy conocido en Futrono por su carácter amable, su vida tranquila y por haber sido por más de dos décadas canchero del estadio San Carlos de Apoquindo.
Aquella jornada había pasado varias horas en el estadio municipal junto a familiares. Más tarde, aceptó una invitación de algunos primos a una casa cercana para seguir compartiendo.
Había sido un día simple, sin discusiones ni señales que anticiparan el episodio violento que vendría.
Cerca de las once de la noche, Demófilo emprendió el breve trayecto de regreso a su casa. De acuerdo con el relato de su hijo, Patricio González —en declaraciones entregadas en exclusiva a El Desconcierto— y los registros de una cámara de seguridad del pasaje Laureano Rosales, uno de los primos con los que había estado compartiendo caminó tras él llevando en la mano un botellón de vino.
Durante ese trayecto de apenas 30 metros, según los audios revisados por la familia y por sus abogados en entrevista con El Desconcierto, el agresor comenzó a reclamarle insistentemente una herramienta que Demófilo jamás tuvo, un elemento que —según explicaron— habría sido la supuesta motivación del ataque.
En los registros también se escucha cómo el imputado lo confronta reiteradamente diciendo: “¿Me reconoció o no?” mientras sostiene la botella.
Los segundos previos al golpe quedaron registrados en audio. En la grabación se escuchan los gritos desesperados de una mujer que, al ver lo que estaba por ocurrir, advierte al agresor: “¡Pelluca, no le vayai a pegar!”.
Luego se oye un impacto seco, un ruido fuerte que para la familia y los abogados coincide con la fractura que posteriormente revelaron los exámenes médicos.
Inmediatamente después, se oye nuevamente a la misma mujer pidiéndole que se detenga. Ella fue la primera intervención externa que evitó que los golpes continuaran.
Pocos segundos más tarde, la hija de Demófilo y su madre —que viven a metros del lugar— escucharon los gritos, salieron corriendo y encontraron al adulto mayor tendido en el suelo, completamente ensangrentado, sin reaccionar y en un estado que ellas describieron como “al borde de la muerte”.
La ropa estaba cubierta de sangre y tierra, y los vecinos que llegaron corriendo inicialmente pensaron que se trataba de un accidente grave. La familia recuerda que su primera impresión, al verlo tendido, fue que ya no tenía signos vitales.
Los abogados querellantes, Joaquín Orellana y Felipe Silva, explicaron que presentaron una querella por homicidio simple frustrado.
Su tesis es clara: el ataque fue llevado a cabo con un objeto capaz de causar la muerte, dirigido contra una persona mayor y sin provocación previa.
El cese de la agresión no ocurrió por voluntad del imputado, sino por la intervención de terceros.
“No fue una caída”: El video que cambió todo
Desde el primer momento el imputado y su hermana aseguraron que Demófilo se había caído en la vía pública.
Esa versión fue repetida en la escena, luego frente a los vecinos, ante Carabineros y posteriormente en el CESFAM.
El parte médico inicial incluso consignó que se trataba de una caída, pese a las evidentes lesiones múltiples.
La gravedad real del ataque empezó a conocerse horas más tarde. En Valdivia, los escáneres revelaron dos fracturas de cráneo: una en el peñasco izquierdo —detrás de la oreja— y otra en el lado derecho de la cabeza.
Además había lesiones que no eran compatibles a simple vista con una caída, incluyendo un corte profundo en el codo y marcas en distintas zonas del cuerpo.
El hijo de Demófilo relató que al día siguiente revisaron las cámaras del hostal vecino y el registro les permitió entender que no existía tal caída.
“El video transformó la versión de la supuesta caída en la de un homicidio frustrado, tanto por la actitud del imputado como por el resultado de las lesiones causadas”, señalaron los abogados en conversación exclusiva con este medio.
En ese mismo registro se escucha el golpe y las advertencias previas de una mujer que presencia la escena.
Tras el ataque, se oye a la familia pedir desesperadamente ayuda: “¡La ambulancia, la ambulancia!”, mientras la hija grita creyendo que su padre estaba muriendo.
Para los abogados, el material es concluyente. “Es difícil pensar que una persona que usa una botella contra un adulto mayor solo quería darle un susto”, señaló Felipe Silva.
Secuelas físicas y emocionales: la vida después del ataque
Durante los primeros días, Demófilo estuvo desorientado, sin reconocer a familiares ni ubicarse en tiempo o lugar.
Su hijo explicó que incluso confundió a uno de sus hijos y no recordaba a sus nietas.
“No es la persona vital que era antes (…) hoy camina una cuadra y se cansa”, relató, describiendo una recuperación lenta que requiere bastón, kinesiólogo neurológico y controles médicos permanentes.
El oído izquierdo sigue con dolor y la audiometría inicial no pudo realizarse por su estado. Los mareos son constantes y pierde estabilidad al ponerse de pie.
La psicóloga del CESFAM que lo conocía antes del ataque lo visitó y concluyó que su personalidad y funcionamiento habían cambiado por completo.
Para la familia, el daño emocional es tan evidente como el físico: “Lo vemos frustrado porque ya no puede hacer su vida normal”, señalaron a este medio.
A esto se suma la tensión diaria de saber que el imputado continúa viviendo a metros de su casa. “Anda libre, como si nada hubiera pasado”, dijo Patricio.
La querella, la falta de avances y el temor de la familia
Los abogados estiman que los hechos encajan en homicidio simple frustrado.
“Lo que corresponde es la prisión preventiva; el imputado es un peligro para la víctima y para la sociedad”, afirmó Orellana.
Silva agregó que incluso en el peor escenario se justificarían penas efectivas. “Este gallo hizo una cuestión gravísima y se tiene que ir preso”, dijo.
La familia vive con frustración la ausencia de avances. Han entregado todos los registros —videos, fotos y testimonios—, pero no hay formalización ni citaciones.
“Nadie cuestionó nada. Si una persona llega ensangrentada de boca, nariz y oído, uno duda que sea una caída”, comentó Patricio.
A dos meses del ataque, la investigación no registra movimientos significativos. “En Futrono la gente se pregunta cómo este tipo anda libre si casi mató a mi papá”, añadió.
Mientras tanto, Demófilo avanza lentamente en su recuperación. La familia lo acompaña en cada control, lo ayuda a caminar, regula sus medicamentos y se turna para asistirlo.
La querella busca que el proceso finalmente se active y que se establezca judicialmente lo ocurrido aquella noche.
Para ellos, el objetivo es claro: que se conozca la verdad, que haya justicia y que el adulto mayor pueda vivir sin temor a encontrarse con el hombre que —según sostienen— estuvo a segundos de quitarle la vida.