
Alejandro "Mono" González y las dificultades para que el “arte popular” llegue al Premio Nacional de Artes Plásticas
Alejandro "Mono" González vuelve a postular al Premio Nacional de Artes Plásticas (2025). Son ya cuatro ocasiones en las que el artista curicanino ha sido parte del certamen. Su larga trayectoria, de más de cincuenta años, lo posiciona como un referente del muralismo. Paralelamente, se ha destacado también como grabador, gestor y formador, con una obra que ha sabido mantenerse vigente por décadas, y que ha sido ampliamente respaldada bajo el eslogan "El Mono al Nacional".
Con esos antecedentes surge una interrogante fundamental: ¿cuáles son las cualidades que reconoce el Premio Nacional en un artista y qué obstáculos enfrenta la candidatura de "Mono" González para lograr tal distinción? La respuesta revela conflictos profundos sobre la legitimación del arte popular y urbano en Chile.
Un arte como la cordillera: "Mono" González y la otra mirada
Los últimos cuatro galardonados con el Premio Nacional de Artes Plásticas poseen características que no figuran en el currículum de "Mono" González: formación artística en la Universidad de Chile o en la Pontificia Universidad Católica (PUC), estudios en el extranjero —especialmente en Inglaterra y Estados Unidos—, numerosas exposiciones en reconocidos museos y galerías dentro y fuera del país, obras que forman parte de importantes colecciones institucionales a nivel mundial, labor docente en universidades tradicionales, y múltiples premios y distinciones.
Sin desmerecer la destacada obra y trayectoria de aquellos artistas, es posible detectar algunos factores comunes que podrían interpretarse como requisitos tácitos. Estas condiciones se alejan, por lo general, de la experiencia de un artista popular y ciertamente no forman parte del dossier de "Mono" González.

La cobertura comunicacional en torno a su candidatura en medios de prensa tradicionales y alternativos ha hecho frente a esos vacíos, posicionando al "Mono" desde otra vereda: en el arraigo de reclamaciones sociales e identidades colectivas, fuera de las escuelas artísticas de las universidades emblemáticas y de los museos y galerías de renombre.
Para el poeta Raúl Zurita, una de las voces que emerge desde aquella vereda, "la obra del 'Mono' González es gigantesca y reconocérsela es como reconocer el océano Pacífico o la Cordillera de los Andes. Ha levantado un arte cuyo sello y marca está presente en todos los países del mundo".
Por su parte, el mismo "Mono" González ha planteado que el objetivo perseguido con la postulación va más allá del reconocimiento personal y se trata de dar mayor visibilidad al oficio y reivindicar al muralismo, que hasta ahora es tratado como una disciplina menor dentro de las artes visuales.
La pregnancia estética de su obra
Respecto a la calidad estética, Felipe Baeza Bobadilla, docente y magíster en Teoría e Historia del Arte, respondió a este reportaje que su obra posee una pregnancia que la hace trascender, algo que en su opinión, no muchas obras de arte contemporáneo pueden ostentar: "El aporte de 'Mono' González es inmenso en la creación de una iconografía nacional e incluso latinoamericana. Una figuración que representa con gracia y solidez a las masas populares tanto en su alegría como en su sufrimiento. En esos anchos trazos que dan forma a sintéticos rostros, el pueblo se reconoce. Es una estética que ha trascendido generaciones, una imaginería que ha sobrevivido al paso del tiempo porque revive con cada manifestación popular".
La postulación ciudadana y las campañas que se han levantado en torno a la candidatura buscan demostrar, a través de los diversos apoyos adheridos, que su trayectoria merece ser reconocida. Sin embargo, al parecer no importa cuántas firmas se reúnan, ni quienes expresen con bellas palabras los motivos por los que es un gran artista. Finalmente, la decisión es tomada al interior de cuatro paredes por un grupo selectivo, definido por las bases del concurso. Son ellos quienes determinan cuáles son los criterios al momento de evaluar y definir.
Sobre el Premio Nacional de Artes Plásticas
El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio define el Premio Nacional de Artes como "el máximo reconocimiento que otorga el Estado a la obra de chilenas y chilenos que, por su excelencia, creatividad, aporte trascendente a la cultura nacional y al desarrollo del saber y de las artes, se hagan acreedores de estos galardones".
Para tomar la decisión se crea un jurado, que en la convocatoria anterior (2023) estuvo conformado por la rectora de la Universidad de Chile, el último galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas, un representante de la Academia de Bellas Artes, el rector de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y representante del Consejo de Rectores, y dos representantes designados por el Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Si bien los criterios para otorgar dicho galardón no están especificados, el sociólogo y doctor en Estudios Culturales, Tomás Peters, nos comenta que "la gente que participa en las decisiones quiere reconocer a aquellos que formaron parte de un grupo, de un colectivo, de una historia común que se va distribuyendo según lógicas de vínculos históricos". Asimismo, plantea que se trata de un reconocimiento a quienes forman parte de ese grupo o sector, y también a quienes poseen una experiencia formal como docentes.

Un problema de clase
Que la candidatura de "Mono" González sea posiblemente la más visible se podría explicar por la necesidad de legitimar su obra en la escena artística local. Peters señala que actualmente el mundo del arte no reconoce al "Mono" como uno de los suyos, porque "no es parte de la academia, no es lo cool, no es queer, no habla en idioma inclusivo. El 'Mono' es comunista y es un hijo del siglo XX".
A su vez, Pabla González, licenciada y magíster en Teoría e Historia del Arte e hija del artista, afirma que el "Mono" tiene buena llegada con la gente, entabla relaciones con las comunidades donde pinta, pero no tiene el otro lobby: "no tiene las conexiones y redes con el mundo del arte, de ese arte con 'A' mayúscula".
Volviendo a Peters, que hasta ahora el "Mono" no haya ganado el Premio Nacional de Artes Plásticas se remitiría a un problema de clase: "Creo que nunca almorzó con (Francisco) Brugnoli para hablar sobre arte. ¿Guillermo Machuca u otro teórico importante ha escrito del "Mono" González? No, entonces acá hay un tema de clase. El 'Mono' no está en la élite, no está en los circuitos, creo que ése es el problema, y la élite siempre va a tener un listado enorme de nombres por premiar".
Considerando además que el Premio es bianual, es muy posible que muchos artistas que conforman dicha lista nunca reciban este galardón en vida, aun siendo muy merecedores.
Críticas al sistema de premiación y voces que respaldan al “Mono”
Otro antecedente que considerar son las críticas que se han hecho al certamen respecto a la falta de diversidad en la composición del jurado y la idoneidad de algunos miembros, que no necesariamente son especialistas en la disciplina específica que evalúan. En respuesta a ello, las muestras de apoyo a artistas como "Mono" González resultarían esenciales para dar cuenta de otra visión sobre lo que podría también ser considerado y, eventualmente, premiado.
Luis Prado, académico y ex decano de la Facultad de Artes de la PUC, explicó en una nota de La Tercera que "no se puede esperar que el jurado tenga un conocimiento absoluto de la escena artística y lo idóneo es que existan canales regulares de opinión". En la misma línea, Inés Ortega Márquez, curadora independiente, opinó en el mismo artículo que "partimos de la base que el jurado debería ser sensible a la opinión pública y sobre todo a los actores del sector. En el caso de la campaña de Ciro (Beltrán) quisimos abrir un diálogo en torno a los premios. Nos compete a todos poner en cuestión el estado actual de ostracismo, nula transparencia y hegemonía en el que se desarrolla el proceso de selección de los premios".
Recordemos que el pintor y muralista Ciro Beltrán ha sido postulado tres veces al Premio Nacional de Artes Visuales en 2017, 2019 y 2021.
Paralelamente, Peters manifiesta como hipótesis que la obra de González para poder ser reconocida debe, primero, pasar por los filtros de los modelos internacionales de legitimación y, así, lograr reconocimiento en el escenario del mundo de las artes. Esto se debe, según el sociólogo, a que en Chile la matriz cultural nacional e institucional está más bien enfocada en los criterios estéticos occidentales del "norte", es decir los países europeos y Estados Unidos.
Si bien Alejandro González no ha realizado exposiciones en galerías o museos de renombre en aquel "norte", sus pinturas se encuentran en los muros de importantes ciudades europeas y son reconocidas como un referente del muralismo chileno y latinoamericano.
En una carta dirigida al jurado del Premio Nacional de Artes Plásticas 2021, tres Premios Nacionales —Sonia Montecino, Julio Pinto y Miguel Lawner— defendieron a Alejandro "Mono" González como: "una referencia indispensable del arte público en Chile, Latinoamérica y el mundo. Y mientras el resto del planeta admira cada vez más a Chile como un referente en arte urbano, la figura central de este proceso encuentra en él su eje unificador, definiendo con su acción parte de la identidad de un movimiento inédito en Chile, el único que no lleva personas a los museos, sino museos y galerías a la gente".
Para Felipe Baeza, hace unos cuantos años que lo popular de alguna manera sí se problematiza desde las artes visuales: "Tan sólo hay que observar cómo las temáticas relacionadas con el territorio, la cultura de los pueblos originarios y lo local, están presentes en la mayoría de los certámenes artísticos nacionales y en los envíos a instancias internacionales". Aun así, advierte que tras el golpe de Estado el arte fue circunscrito a la industria, lo empresarial e institucional, apartándolo del espacio público popular.
El mercado del arte como barrera
Eduardo Castillo, diseñador y magíster en Artes Visuales, afirma que en la actualidad se da una disputa por los espacios existentes, en lugar de una lucha o un esfuerzo mancomunado para que esos espacios crezcan, "lo que significaría a la mirada neoliberal, más artistas, más competitividad".
Por su parte, Esteban Barreras, director y curador de Lira Arte Público, en su intervención durante el foro sobre arte popular organizado por la Facultad de Artes de la UAHC (2021), lamenta que "el consumo y la apreciación del trabajo sobre el arte y, sobre todo el arte urbano, están muy menoscabados en Chile y en Latinoamérica, por ende, es muy difícil generar mercado alrededor de esto".
En sintonía con aquella observación, Sebastián González, artista visual, diseñador e hijo del “Mono”, también atribuye la falta de reconocimiento al mercado: "Las galerías no lo quieren vender, porque es un formato extraño, se puede conseguir barato y no es algo exclusivo. Pero entonces, ¿dónde está el valor del artista? Es del paleolítico esa apreciación cultural que aquí tienen los galeristas. Mientras más exclusiva la obra, más cara. Eso es una tontera", dice.
Este enjuiciamiento a los circuitos del arte, donde el rechazo a la exclusión que genera el carácter mercantil está implícito, no es nuevo. En el libro "Chile, arte actual" publicado en 1988, sus autores Milan Ivelic y Gaspar Galaz explican que en la década de los 60 y principios de los 70, muchos creadores cuestionaron el rol del artista y el arte, pasando de una postura individualista y ensimismada a una comprometida con los cambios que se deseaban lograr en lo político, social y cultural.
"El enjuiciamiento de los espacios tradicionales de exhibición provocó la búsqueda de lugares alternativos que contribuyeran a reunir afinidades, postulados y concepciones comunes", declaraban los autores. Esa lucha de las artes se vio desmantelada tras el golpe de Estado, ya que el "gobierno al no asumir responsabilidad en la circulación y consumo de los productos de arte, deja esta iniciativa en manos de la empresa privada, proyectando al medio cultural los postulados del neoliberalismo aplicados a la economía".
Los autores además exponían algo que también se podría aplicar hoy: "Mientras otros países han comprendido que el arte no es ni culturalmente epidérmico ni socialmente periférico, y que debe incorporarse a la sociedad a través de circuitos adecuados que funcionen con regularidad, en el nuestro no ocurre, por desgracia, lo mismo".
Más recientemente, la periodista Denisse Espinoza, quien ha escrito varios artículos sobre arte, los Premios Nacionales y el mercado artístico, explicó en una nota de La Tercera sobre el mercado del arte que "hoy la producción de estos artistas [Alfredo Jaar, Carlos Leppe, Eugenio Dittborn, el Grupo C.A.D.A y más tarde Paz Errázuriz y la dupla de las Yeguas del Apocalipsis, formada por Pedro Lemebel y Francisco Casas], que marcaron el arte de los 70 y 80, es estudio obligado en las Escuelas de Arte y curadores nacionales e internacionales se interesan en sus piezas para incluirlas en exposiciones retrospectivas sobre la época. Lo mismo ocurre con museos y galerías que quieren adquirir sus obras para sus colecciones. Mientras más validados son sus trabajos por el mundo académico, más suben también sus precios en el mercado".
A partir de aquellas opiniones sobre el mundo del arte, se puede entrever la relación que mantienen sus miembros y cómo la existencia de uno legitima y alimenta la del otro. Los teóricos, las instituciones, los museos y las galerías conforman un circuito hermético, donde el artista popular y su obra no parece tener mayor cabida, por lo menos hasta ahora.
El síndrome del reconocimiento póstumo
El reconocimiento que se le otorga a un artista y a su trabajo, en muchas ocasiones suele ocurrir tras su muerte, concediendo a sus obras un mayor valor. Lo que de acuerdo con las lógicas del mercado del arte es cierto, pero no es algo que sólo se traduzca en el aumento del precio, sino que se realiza una nueva valorización en instancias de gratificación y admiración, como la entrega de premios póstumos, discursos testimoniales o de homenaje y la inauguración de algún sitio con su nombre. Es algo que más de una vez ha ocurrido con la figura del artista popular.
Eduardo Castillo piensa que en caso de no ser galardonado con este premio "de algún modo eso lo equipara a Violeta Parra y también sería un honor para él". Aun así, manifiesta que el "Mono" es merecedor del Premio Nacional: "Es un artista que le ha regalado su vida a una causa común, a un compromiso político de toda una vida, a personas que han contado con su apoyo, su participación, su compromiso en distintos contextos, en distintas épocas y más allá del territorio nacional. Creo que de alguna forma el premio sería poner justicia a toda esa labor de tantos años".
Considerando los antecedentes de quienes han ganado en los últimos cuatro certámenes, es probable que el "Mono" no reciba en vida aquel reconocimiento. Si lo que se premia es la excelencia, creatividad y aporte a la cultura y a la disciplina, la clave o más bien el problema, aseguró el filósofo y profesor de Estética y Teoría del Arte Rodrigo Zúñiga, "es cómo entender cada uno de esos conceptos y su suma conjunta. No es seguro que signifiquen o impliquen lo mismo hoy que hace quince o veinte años".
Posibilidad de un cambio de paradigma
Que "Mono" González sea acreedor del Premio Nacional dependerá por lo tanto de cómo se interpreten actualmente esos criterios, específicamente, lo que entienda el jurado por excelencia.
Para Tomás Peters, el arte popular podría entrar siempre y cuando exista un cambio en "el paradigma de comprensión sobre cuál es el valor de la manifestación artística. Y ese nuevo paradigma no lo va a forjar la academia, lo va a hacer la sociedad. La sociedad los va a llevar a tener que elaborar una pregunta a otra".
Es justo plantear, entonces, que si la decisión también pertenece a la sociedad, los medios de comunicación y las redes sociales como canales alternativos podrían comenzar a jugar un rol importante para hacer llegar el mensaje al circuito del arte, siempre y cuando la academia no haga oídos sordos.

Nuevas oportunidades
Desde su candidatura anterior, en 2021, han cambiado un poco las cosas. En 2023 se inauguró "A escala humana", su primera exposición individual en un museo. Una muestra que recorrió su trayectoria con más de cien obras en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Y más recientemente, entre el 28 de junio y el 17 de agosto del presente año, gracias a las gestiones y visión de Carolina Musalem, directora de la Factoría Santa Rosa, su obra se presenta en ese espacio bajo el título "La tercera edad del Mono", en una exhibición que reúne grabados, telares y maquetas.
Nuevas puertas se han abierto para Alejandro "Mono" González, que más que un artista urbano, se ha convertido en el mayor representante del muralismo popular chileno, reconocido a nivel planetario y admirado por muchas generaciones, a quienes generosamente les ha compartido sus conocimientos y experiencia.
Reflexiones sobre el futuro del arte nacional
Chile se ha ganado la fama de no reconocer en vida a sus artistas. Entre los ejemplos más emblemáticos están Violeta Parra y Gabriela Mistral, quien recibió el Nobel antes del Premio Nacional. Si bien se han hecho importantes esfuerzos desde el Ministerio de las Culturas para generar más instancias de reconocimiento, estas suelen desenvolverse a través del concurso. Por lo que continúa la sensación de que aún queda mucho por hacer para generar mayor mercado, a través de ferias y encuentros, y también para fomentar la apreciación artística y promover el crecimiento de los espacios destinados a las artes en lugar de disputarlos, como planteaba Eduardo Castillo, con el objetivo de ampliar el circuito y, a la vez, incluir en sus filas al arte popular y urbano.
Si se suma a lo anterior la necesidad constante del mundo de las artes de legitimar al artista y su obra a través de criterios provenientes del "norte occidental" (Europa y EE. UU.) se podría cuestionar, no a quienes han sido galardonados con el Premio Nacional —cuyas trayectorias son de esmero, dedicación, perseverancia y creatividad—, sino cuáles han sido hasta ahora los criterios del jurado, con la intención de ampliar la mirada y considerar otros factores que son igualmente relevantes.
Sin duda, son muchos quienes han sido dignos merecedores del reconocimiento, pero es primera vez que una figura como la del "Mono" persigue con tanto ahínco ser considerado al mismo nivel que los otros candidatos, con el afán de llevar la calle al mundo de las artes.
No está demás agregar que, de recibir el Premio, podría marcar un precedente para la postulación de otros muralistas o artistas populares, quizás aún más ajenos de la escena artística que el "Mono", ampliando así el horizonte de las artes nacionales.
¿La cuarta será la vencida? ¿Podrá ser este el año del "Mono" al Nacional?