Cortocircuito: Enel y su “Energía abierta para un futuro mejor
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Cortocircuito: Enel y su “Energía abierta para un futuro mejor"

Por: Marcelo Saavedra | 27.08.2024
El intento vano de otorgar el atributo forzado e hipócrita de “Open Power” (energía abierta) a esta empresa es muy parecido a la imagen de un león tratando de convencer a un rebaño de gacelas que su mordida y aparato masticador representan la visión del “Soft lunch”.

Que los individuos y las empresas corresponden a entidades intrínsecamente diferentes no es ninguna novedad. Mientras los primeros representan la unidad básica y estructurante de cualquier sociedad que ocupa un espacio sobre la superficie de este planeta, las segundas representan un constructo ficticio, acordado y coordinado por individuos específicos, para alcanzar objetivos determinados que redunden en beneficios de distinta índole para sus controladores.

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Mientras los individuos, en tanto seres pensantes y autoconcientes, disponen de un paquete ético que les permite desenvolverse con mayor o menor bondad y generosidad al interior de la sociedad que habitan, las empresas se esfuerzan por divulgar a otros sujetos sociales su visión y misión, que es lo más cercano a los atributos morales de una entidad inventada y no-humana.

La visión y valores de ENEL, como se puede leer en su página WEB Corporativa, señalan como concepto fuerza “Open Power for a brighter future: we empower sustainable progress” (“Energía abierta para un futuro mejor: potenciamos el progreso sostenible”).

De acuerdo con lo que la misma empresa define, tal declaración representa “el compromiso diario, la razón profunda que motiva la comunidad de nuestra gente. Somos Open Power para mejorar el futuro de todos, para un progreso sostenible, para que nadie se quede atrás, para hacer del planeta un lugar más acogedor para las generaciones venideras”.

Así, los valores que realza ENEL están orientados al trabajo diario para mejorar la calidad de vida del planeta (sic) y comprenden, entre otros:

  1. Confianza. Actúan con responsabilidad, integridad, legalidad y autonomía para construir relaciones de confianza con sus interlocutores y clientes.

  2. Proactividad. Toman la iniciativa para conseguir resultados concretos y sostenibles sin derrochar energía y centrándose en las necesidades de sus clientes.

  3. Flexibilidad. Redefinen las prioridades actuando con solidez, sencillez y rapidez. Trabajan para conseguir una mejora continua y aprenden de sus errores.

  4. Respeto. Se respetan a sí mismos y a los demás, cada uno con su carácter único. Respetan con responsabilidad las normas para proteger y salvaguardar la seguridad, la salud, el medio ambiente y los derechos humanos (sic).

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Como vivimos en un país de poetas en un reino neoliberal, donde la ley de la jungla de mercados imperfectos -regidos por monopolios avalados por un Estado indolente con sus ciudadanos, y donde el poder legislativo y judicial danzan al son de los lobbys de los grupos económicos que han definido desde siempre los destinos de esta republiqueta-, hoy tuve la dicha de recibir un correo de esta entelequia ficticia, pero poderosa y tangible en nuestro diario vivir llamada ENEL.

Entidad monopólica en el rubro de distribución energética por obra y gracia de Gobiernos del partido del poder (donde la derecha y la izquierda de oropel se confunden impúdica e incestuosamente), los que entregaron este servicio público, otrora en manos de un Estado con un patrón ético muy distinto al actual, al usufructo desenfrenado del gran capital y de empresas como ENEL.

Perdonen la digresión, pero recibí un correo de la susodicha para solicitar mi opinión respecto de cómo encontraba el servicio prestado por la empresa, calificándola en una escala de 0 a 10 (desde muy malo a excelente) y preguntando si yo la recomendaría a otros potenciales usuarios (¿?!!). Ante mi sorpresa inicial y posterior respuesta final, insistía la empresa en preguntarme por qué los había calificado como lo hice (¡adivinen cómo los califiqué!).

Mientras les describía la analogía que asomó en mi cabeza como el matón del patio, con la anuencia de la dirección de la escuela, abusando de los más pequeños en cada uno de los recreos que se suceden a lo largo de un año, a lo largo de años y que de repente pregunta, antes de darte otra bofetada, si lo encontraba simpático; caí en cuenta que la empresa que me envió ese correo tiene un patrón pseudoético aberrante e intrínsecamente distinta a la ética humana.

El intento vano de otorgar el atributo forzado e hipócrita de “Open Power” a esta empresa es muy parecido a la imagen de un león tratando de convencer a un rebaño de gacelas que su mordida y aparato masticador representan la visión del “Soft lunch”.

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No puedo seguir divagando sobre encuestas mal paridas, visiones y misiones de empresas nocivas, de Estados ausentes o Gobiernos y parlamentarios venales, porque se me acaba de cortar la luz. Debo juntar agua y procurar que no se corte el gas, ya que -al momento que escribo esta columna- anunciaron un nuevo frente de mal tiempo.

¡Maldito cambio climático!

Crédito de la fotografía: Agencia Uno