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Tesis "pedófilas" y rigor en las humanidades

Por: Stephanie Martinic Caneo | 27.12.2022
Se trata de dos tesis de humanidades, sin intervención ni investigación empírica, cuyas principales fuentes son textos filosóficos y documentos de archivo. Sin embargo, lo que esta polémica pone de manifiesto es la escasa probidad científica con la que una tesis puede ser aprobada en las carreras de humanidades del país.

Esta semana se viralizaron dos tesis de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile que causaron polémica por su contenido, tildado por usuarios de redes sociales como una apología a la pedofilia. La primera, titulada “Pedófilos e infantes: pliegues y repliegues del deseo”, escrita por Leonardo Arce y dirigida por Olga Grau, es una tesis del año 2016 y corresponde a un trabajo de finalización para obtener el grado de Magíster en Estudios de Género y Cultura en América Latina. La segunda, de 2020, titulada “El deseo negado del pedagogo: ser pedófilo”, escrita por Mauricio Quiroz y dirigida por Marcia Ravelo, refiere a la primera como influencia y corresponde a un informe final de seminario de título conducente al grado de Licenciado en Educación Media con mención en Filosofía.

Ambas tesis sostienen el mismo argumento: que reconocer la infancia sexuada implica también reconocer y discutir el estatus ontológico del pedófilo, en tanto adulto que ama a los infantes -y reconoce, por esto, su voluntad sexuada-. En este sentido, ambos trabajos se proponen abordar si reconocer al infante como ser sexuado implica también reconocer su libertad para consensuar una relación con el pedófilo.

En la declaración que emitió la Facultad de Filosofía y Humanidades, se considera que los trabajos en cuestión son puramente teóricos, lo cual es cierto. Se trata de dos tesis de humanidades, sin intervención ni investigación empírica, cuyas principales fuentes son textos filosóficos y documentos de archivo. Sin embargo, lo que esta polémica pone de manifiesto es la escasa probidad científica con la que una tesis puede ser aprobada en las carreras de humanidades del país.

En primer lugar, el argumento principal de ambas tesis es falaz. No es correcto que la cuestión de la sexualidad en la infancia requiera necesariamente de la legitimación ontológica del pedófilo en tanto figura que reconoce la sexualidad en la niñez. Es decir, sostener que niños y niñas tienen vidas sexuadas no implica por reversión (como afirma una de las tesis) una discusión acerca de los adultos que los aman. El fenómeno es más complejo y, por tanto, requiere tratar cada uno de sus elementos por separado y no establecer al pedófilo como una condición necesaria y no problematizada de la libertad sexual de los infantes.

Luego, llama la atención que una tesis de Magíster de 194 páginas cuente con apenas 12 fuentes bibliográficas. Además, su lectura evidencia que hay más referencias que las consignadas en la bibliografía, lo que en cualquier caso significa una transgresión a los sistemas estandarizados de citación que se solicitan en este tipo de trabajos. En el caso del informe de seminario, el número de referencias es mayor, aunque bien podría argumentarse que su marco teórico supone implicancias arbitrarias entre la sexualidad del infante, la sexualidad del adulto y la pedagogía; cuestión que tendría que haber sido notada por la docente guía o la comisión evaluadora.

Es un hecho que actualmente no solo las carreras de Pedagogía son mal valoradas y van a la baja en el número de matrículas, sino que lo mismo ocurre con carreras humanistas como Filosofía. En diversas universidades el escenario es el mismo: menos jóvenes estudian este tipo de carreras, y menos jóvenes aún deciden dedicarse a su enseñanza.

Resulta preocupante que, aun cuando las recomendaciones transnacionales en educación son enfáticas en la importancia de las habilidades humanísticas como la reflexión y el pensamiento crítico, la formación de los profesionales encargados de desarrollar estas habilidades no cumpla con estándares científicos rigurosos y, de más está decir, éticos. Que esto ocurra, además, en una de las universidades más prestigiosas del país, requiere de un cuestionamiento profundo acerca de cómo son evaluadas las investigaciones en humanidades y el tipo de profesionales que son formados en esta área. Y con más urgencia si se trata de los estándares de carreras como Pedagogía.