La compleja transición energética de las “zonas de sacrificio” de Chile
De pie en la Punta Ventanilla, Carlos Vegas, de 65 años, mira de frente al parque industrial con el que ha convivido casi toda su vida. Sus ojos miran las 15 industrias desplegadas por la bahía que conecta las localidades de Quintero y Puchuncaví, en la zona central de Chile.
Aunque heredó el oficio de pescador, hoy Carlos está alejado de esa labor. Hace 20 años, la autoridad sanitaria chilena le prohibió a él y a su sindicato la venta y cultivo de moluscos por presentar altos niveles de cadmio, arsénico y cobre. Le dijeron que si la gente se enfermaba, sería su culpa.
Carlos conoce estas aguas del Pacífico como la palma de su mano. Con una certeza absoluta, dice que mañana habrá un varamiento de carbón en la playa. Toma su celular, mira los datos de altura de las olas en Puchuncaví que le muestra Google, e insiste: “La marea está baja, hazme caso, mañana a las 8 de la mañana, la playa estará llena de carbón”.
La mañana siguiente, un representante de la Armada -autoridad marítima en Chile- recorre la costa y da el aviso. Un nuevo varamiento de carbón en Ventanas, la playa que colinda con el parque industrial. Acto seguido, un grupo de cuatro pescadores artesanales, cargados con palas y sacos, llegan a recoger el carbón que dejó la marea.
Cuando el mar está calmo, y el oleaje es bajo, el carbón queda varado en la arena. “Esto es como cuando tienes la taza de leche. Si la dejas quieta, la nata sale arriba. Si la mueves, se queda pegada”, explica José Carvajal, 58 años, pescador artesanal de toda la vida. Es el coordinador del grupo de limpieza convocado por AES Gener, dueña de las tres termoeléctricas a carbón que hoy funcionan en la zona.
Solo en enero de 2021, pescadores artesanales de Ventanas recogieron cuatro toneladas de carbón en la playa. Con los años se ha normalizado ver el negro en la arena junto al amanecer. La Fundación Terram cifró en 832 los varamientos entre 2009 y 2020.
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¿Cómo es que un balneario popular termina saturado de carbón año tras año? En 2017, la Fiscalía Marítima de la Armada cerró una investigación sumaria que aseguraba que los varamientos se debían a “la falta de control por parte de AES Gener en el manejo de residuos de sus procesos productivos". La empresa apeló y se reabrió una investigación que continúa sin novedades.
Residentes de Quintero y Puchuncaví se bañan en la playa de Ventanas, con el parque industrial de fondo (imagen: Diego Figueroa)
En 2020, AES Gener quemó más de un millón 450 mil toneladas de carbón bituminoso proveniente de Estados Unidos y Colombia, principalmente. Llegó en buques a la bahía, palas mecánicas y grúas lo extrajeron y vertieron en una correa transportadora que se extiende 1,4 kilómetros mar adentro desde la costa, encargada de llevarlo a una cancha de acopio al aire libre. Durante décadas ha funcionado ese proceso en el puerto de Ventanas.
El carbón representó el 39% de la generación eléctrica en Chile en 2019, año en que el presidente Sebastián Piñera hizo un anuncio inédito para este pequeño país sudamericano que apenas aporta el 0.26% de las emisiones globales de CO2: El cierre de sus 28 centrales a carbón para 2040. La descarbonización de la matriz energética se convirtió en el principal compromiso climático de Chile, y en su gran bandera de acción para lograr la carbono neutralidad.
Puchuncaví ya inició su transición, con el cierre, en diciembre de 2020, de la central “Ventanas 1”, que operaba desde 1964. Pero el desafío no se vislumbra simple para una zona que ha convivido más de medio siglo con múltiples consecuencias ambientales.
Medio siglo de sacrificio
Mareos, desmayos, sangre de narices, extremidades dormidas, crisis de angustia. Entre agosto y octubre de 2018, 1.553 niños, niñas y adolescentes fueron atendidos por síntomas de intoxicación a lo largo de ocho centros médicos de la región de Valparaíso, según acredita un informe de la Defensoría de la Niñez.
La Corte Suprema, en un inédito fallo, afirmó que el Estado había fracasado en la protección de los habitantes de Quintero y Puchuncaví. Pero, al mismo tiempo, la sentencia reconoce la inexistencia de antecedentes para determinar quiénes son los responsables.
De hecho, identificarlos parece ser como buscar una aguja en un pajar. El parque industrial incluye, entre otros, una refinería de petróleo; una fundición de concentrado de cobre; un complejo termoeléctrico a carbón; una terminal de descarga y almacenaje de químicos; una planta productora de cemento; una termoeléctrica a gas natural; una terminal que almacena gas; otro terminal de descarga de combustible; y una planta de lubricantes.
En 2011, niños y niñas de la escuela rural de La Greda se intoxicaron en distintos episodios en marzo, agosto y noviembre. La justicia acreditó la responsabilidad de Codelco por mal manejo de su fundición de cobre. La escuela fue relocalizada, a menos de dos kilómetros de distancia. En 2019, investigadores chilenos y estadounidenses publicaron un estudio que demuestra que niños de 1 a 5 años están en riesgo de padecer cáncer por los niveles de exposición a arsénico en los suelos.
La presencia industrial no se ha traducido en desarrollo para la localidad. Puchuncaví tiene una pobreza multidimensional del 27% de la población, siete puntos por sobre el promedio nacional, y el 32% de sus habitantes carece de acceso a servicios básicos, veinte puntos sobre la media de Chile.
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Descarbonizar la matriz
Desde La Moneda, el palacio de gobierno en Santiago, Sebastián Piñera dio la instrucción el 29 de diciembre de 2021 del cese de operaciones de la central Ventanas 1, hasta ese instante la central termoeléctrica a carbón más antigua del país.
“Es un hito en la historia energética de nuestro país”, comenta Fernanda Pinochet, Secretaria Regional Ministerial de Energía de la región de Valparaíso, presente ese día en las instalaciones de la central.
En la bahía de Puchuncaví todavía operan otras tres centrales termoeléctricas a carbón: Ventanas 2, Nueva Ventanas y Campiche. Todas de propiedad de AES Gener.
“El cierre de Ventanas 1 fue producto de un trabajo tripartito entre la empresa, el gobierno y el sindicato. Nos sentamos a la mesa para ver qué necesitaban y pudimos cubrir sus necesidades por completo”, dice Pinochet. Un total de 35 trabajadores eran parte de la central. De estas, 16 se acogieron a una jubilación anticipada y 17 fueron reubicados en otras centrales del mismo complejo.
Residentes de Quintero y Puchuncaví hacen ejercicio en la playa, con el parque industrial de fondo (imagen: Saul Mancilla)
Hernán Ramírez, investigador de la Fundación Terram, califica el cierre como un show del gobierno: “Ventanas 1 era la más antigua y más chica, con costos operacionales muy altos. El año pasado, según datos del Coordinador Eléctrico, quemó el 3% de todo el carbón que se descargó en la bahía y funcionó durante 140 horas en todo el año. No tiene ningún efecto el cierre.”
La ONG Chile Sustentable realizó un estudio donde presentan las distintas conceptualizaciones sobre lo que es una Transición Justa. Su autora, Claudia Fuentes, afirma que la propuesta del gobierno chileno “es más que nada un cronograma. Se asoció descarbonizar con apagar centrales, pero no se visualizaron desafíos posteriores, como reconversión, remediación ambiental y todo lo que tiene que ver con una transición justa”.
Chile dijo que elaborará una “Estrategia para la Transición Justa” en su “NDC”, el compromiso formal ante el Acuerdo de París, la que será uno de sus pilares para el proceso de descarbonización. En los próximos meses, el Ministerio de Energía presentará el borrador de la estrategia.
El proceso, sin embargo, aún no genera mucha confianza en la comunidad local. “No se hacen cargo de ningún pasivo ambiental ni de las externalidades negativas ni de la salud de las personas. Porque cuando te diagnostican el cáncer te quedas sola”, afirma Katta Alonso, representante de la organización Mujeres en Zona de Sacrificio en Resistencia.
Para su organización, cualquier transición comienza con el cierre de las tres centrales a carbón restantes, y de la fundición de cobre de Codelco. El siguiente paso es la reducción del parque industrial para que no se instalen más empresas y que la comunidad decida qué pasará en el territorio.
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El futuro renovable de Chile
Del Plan de Descarbonización anunciado en 2019, ya han cerrado seis termoeléctricas en Chile. Otras cinco lo harán para fines de 2024 y las 17 restantes lo harán en alguna fecha antes de 2040. El gobierno firmó un acuerdo voluntario con las cuatro empresas propietarias de las centrales para la desconexión: AES Gener, la italiana Enel, la francesa Engie y la chilena Colbún.
Si bien el carbón sigue siendo hoy la principal fuente de la energía en Chile, el rápido crecimiento de las renovables aceleraron también su despedida. En los últimos 6 años, Chile quintuplicó la capacidad generada con energía solar, eólica e hidráulica. Las proyecciones del gobierno actual apuntan que estas energías cubran el 70% de la matriz para fines de la presente década.
Según el Ministerio de Energía, a enero de 2021, hay 6.335 MW de centrales en construcción, de las cuales el 94% corresponde a energías renovables. La gran mayoría son solares y eólicas, las que según proyecciones, podrán cubrir toda la generación fósil que hoy tiene Chile en 2040.
Las inversiones en renovables provienen principalmente de las mismas empresas involucradas en la descarbonización: Enel, Engie y Colbún, a las que se han sumado otros actores -hasta ahora- pequeños en el país, como Acciona.
Sin embargo, la empresa más importante de todo el proceso es AES Gener. Es propietaria de 14 de las 22 centrales a carbón que siguen operativas hoy. Solo sumará Ventanas 2 al cierre antes de 2024. El resto, sujeto a nuevas negociaciones cada cinco años. Para Claudia Fuentes, AES Gener “ha sido la empresa más reticente a los cambios. Son los de menor compromiso de cierre de centrales”.
AES Gener controla el 26% del mercado de generación eléctrica en Chile, con 3.541 MW de capacidad instalada, del cual el 77% son hoy termoeléctricas a carbón. Si bien la compañía ha manifestado su interés de diversificar su matriz, su gran apuesta en Chile es la central hidroeléctrica de Alto Maipo, que sumará a fines de este año 531 MW a su cartera y que lleva años de resistencia de la comunidad local por la amenaza que significaría a la provisión de agua potable en Santiago.
La compañía anunció la posible reconversión de la infraestructura de sus centrales en Puchuncaví a plantas desaladoras de agua de mar o centrales de hidrógeno verde. Además, hace unas semanas anunció la venta de sus cinco centrales a carbón en Huasco a el grupo WEG como un paso adelante en su descarbonización. Sin embargo, WEG no ha firmado ningún compromiso de cierre con el gobierno.
*AES Gener fue contactada para ser parte de este reportaje pero no respondió las solicitudes de entrevista.
Este artículo, escrito por Francisco Parra Galaz, fue publicado originalmente en Diálogo Chino y re-publicado bajo licencia creative commons por Bienes Comunes de El Desconcierto. Puedes leer el articulo original en el siguiente link.