Mujeres que reparten agua: Cómo llegan a comunidades que sobreviven a la pandemia con 15 litros semanales

Mujeres que reparten agua: Cómo llegan a comunidades que sobreviven a la pandemia con 15 litros semanales

Por: Natalia Figueroa | 16.05.2020
Desde que se agudizó la crisis sanitaria por el coronavirus, un grupo de mujeres de Petorca se organizó para ir a entregar cada semana bidones de agua a las comunidades que enfrentan extrema sequía. Cada fin de semana se alistas con sus mascarillas y pañuelos, apilan los bidones y parten, también acompañadas por otros integrantes de la organización. Así, han llevado hasta 250 bidones a sectores rurales de la región de Valparaíso. “Nos parece insólito que el gobierno pida lavarse las manos a cada rato cuando hay sectores que sobreviven con 15 litros de agua semanales”, manifiestan. Adultos mayores, pacientes crónicos, niños y mujeres, han recibido esta ayuda que gestionan sin apoyo de ningún municipio ni organización política. Cuando el abandono de las autoridades muestra su peor cara, ellas aseguran que no pueden dejar sola a la comunidad ante una crisis sanitaria de esta envergadura.

Fue una de sus primeras salidas. Llegaron hasta Palquico, una localidad en Petorca, en Valparaíso, donde lo primero que vieron fue desesperanzador: al subir una cuesta, llegaron a una casa donde viven dos adultos mayores. Las recibieron sorprendidos. Ellas les dijeron que llevaban agua, cada bidón de seis litros, y gratis. El camión aljibe había pasado la semana anterior y lo que les restaba para los siguientes días eran solo 5 litros. Ambos se emocionaron.

—Me pregunto cómo en esas condiciones reciben su agua, si para nosotras ya fue difícil subir porque era empinado y la camioneta se quedó abajo. Nos dijeron que a veces los vecinos les ayudan. Cuando llegamos se pusieron a llorar—, cuenta Lorena Donaire (46), encargada y vocera nacional de Mujeres Modatima.

Poco después del ingreso a la fase cuatro de la pandemia, a mediados de marzo, ella junto a cerca de ocho mujeres comenzaron a articularse para entregar bidones de seis litros a las comunidades. Sabían que la pandemia golpearía aún más a las familias que enfrentan un estado de escasez hídrica permanente.

La idea surgió en una reunión de zoom en la que les bastó recordar una situación, de la que han tenido conocimiento por años, para decidirse a comenzar la campaña: en varios sectores rurales los 50 litros que dicen entregar los camiones aljibe se reducen a 15 litros. “¿Qué malabares tendrán que hacer en esas casas para sobrevivir? ¿Cómo lo hacen las mujeres con hijos y ahora cuando el gobierno reitera que es necesario lavarse las manos a cada rato? Pero, ¡con qué agua pensamos nosotras!”, exclama Lorena, quien aclara que el agua que les distribuyen tampoco es de la mejor calidad y han detectado por estudios que puede contener contaminantes de las mismas industrias que se emplazan en la provincia.

Lo primero por lo que tuvieron que pasar en este proceso fue “romper con la barrera del miedo” de salir de sus casas ante los primeros contagios que se registraron en Petorca, y que hoy suman 16, cuenta Raquel González (46), encargada de formación de Mujeres Modatima y también directora de la representación artística “Las Viudas del Agua”. Ella vive en La Ligua y es una de las que ideó la campaña “del Bidón”, como la nombra. Por todas las medidas sanitarias recomendadas, explica que mandaron a confeccionar mascarillas, compraron guantes de buena calidad y ahora evalúan comprar overoles desechables.

El primer impulso económico vino de sus bolsillos, luego fueron recibiendo donaciones de amigos y amigas de la comunidad y con eso hicieron la primera gran compra. Aunque no sin inconvenientes. El primer supermercado al que le compraron fue reticente a venderles la cantidad total que solicitaban, cerca de 150 bidones de agua, para evitar el desabastecimiento. Luego entendieron la razón. De todas maneras, para las siguientes compras se contactaron con una empresa embotelladora de Los Andes que ahora las está aprovisionando.

—Partimos con 12 mil pesos y eso nos permitió ir comprando bidones. Cada semana entregamos entre 200 y 250 bidones de agua a distintas localidades—, detalla Raquel.

Ahora, cada fin de semana después de almuerzo le ponen la bandera de Modatima a la camioneta en la que reparten, se alistan con sus pañuelos de Modatima, apilan los bidones y salen a entregar acompañadas también por sus compañeros, que han facilitado espacios para guardar las donaciones. Es un trabajo completamente independiente.

—No podemos romper la confianza que la gente nos tiene. No recibimos aportes ni de la municipalidad ni de ninguna organización política. ‘¿De dónde vienen?’, nos preguntan. Cuando les decimos que de Modatima, nos dan la aprobación. Tenemos hartas redes de apoyo. La gente sabe que tenemos un prestigio a nivel nacional por la lucha por el agua y eso lo mantenemos—, explica Raquel.

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La sequía extrema en Petorca y las comunidades aledañas se arrastra por más de 10 años, y ha llevado a que sea declarada como “zona de catástrofe”. El principal factor es la acción de la agroindustria que se ha extendido en la zona principalmente por el cultivo de paltos, que concentra el recurso hídrico para regadío.

Lorena sabe que esta labor es una medida paliativa, que son otras las medidas a nivel político y económico, como el fin del modelo extractivo en la zona, que deben dar el punto final a los factores causantes de la crisis.

Dentro de las comunas más afectadas que han visitado está la comunidad de Roco, en La Ligua. Ahí conocieron a dos hermanos, ambos adultos mayores: uno postrado y la señora con demencia senil. Ella les dijo no tenía agua ni para regar sus plantas, y tampoco tenían acompañamiento.

—Cuando haces este trabajo territorial te das cuenta a lo que llega este modelo de despojo. Antes, ellos plantaban hortalizas y las vendían, ahora no pueden. Si viven con una pensión de 70 mil pesos cada uno, claramente no les alcanza para comprar más agua de la que les lleva el camión, porque tienen que comprar sus medicamentos—, relata con angustia Lorena.

En el sector de La Mora, en la comuna de Cabildo, cuenta que se cerró la posta por falta de agua, en 2018. Gran parte de los que viven en esa comunidad son adultos mayores que no pueden salir en transporte particular; tienen que caminar por la rivera de lo que era el río, hoy seco, casi cuatro kilómetros para llegar al centro de salud más cercano.

Al comienzo, llegar a las comunidades fue una sorpresa para los vecinos que, con el transcurso de las semanas, ya los esperaban. La recepción ha sido impresionante, reconocen las mujeres. Partieron por la localidad de Paltico y el sector el francés, en Petorca, luego en las localidades de Quebrada del pobre, Bellavista y Colón de La Ligua.

https://twitter.com/ModatimaMujeres/status/1251590244153032708

La situación de los niños y niñas es preocupante. ¡Por acá, por acá!, recuerda Lorena que le gritaron una vez un grupo de niños cuando vieron la camioneta pasar, agitando las manos.

Recorriendo las casas, supieron de la situación de un niño que es paciente crítico por una enfermedad renal. Su familia debe higienizar todos los espacios: varias veces al día limpiar y trapear con cloro, tomando todavía más resguardos por la pandemia. En estas semanas los vecinos les han compartido agua que la priorizan para los cuidados médicos y también repartiéndola con su hermana menor.

Esta es, para ellas, la peor cara del abandono.

Con el aumento de contagiados, ven que la tarea que se propusieron será más titánica. Aun así, este fin de semana nuevamente proyectan salir porque les ha llegado más donaciones y saben que en el sector de La Ñipa, en Petorca, está al límite de agotarse.

Lorena dice han salido emocionados de muchos lugares, destrozados, pero con la convicción de que tienen que seguir.

—Lo que hacemos es una medida desesperada. Nosotras sí que no podemos abandonar a la comunidad—, manifiesta.

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