Según las cifras de comercio exterior de Chile, publicadas recientemente por el Banco Central, el país alcanzó en el 2024, en materia de exportaciones, la bonita suma de 100.163 millones de dólares.

Se superó la barrera de los 100 mil millones, que nunca antes se había alcanzado en la historia del país. Es un auténtico record. El año anterior, esa variable económica fue de 94.557 millones de dólares. Hubo, por lo tanto, un aumento de 5.606 millones de dólares de un año a otro.

Si nos remontamos a cinco años atrás, en 2019, lo exportado fue de 68.792 millones de dólares y en el 2014, hace diez años atrás, fue de 75.324 millones de dólares. No se puede negar, por lo tanto, que estamos en presencia de un crecimiento de las exportaciones que abarca ya por lo menos una década.

Eso es indudablemente bueno para el país, por cuanto es reflejo de una actividad más intensa de la economía en materia de producción de bienes que son demandados en el mercado internacional y por cuanto genera una mayor disponibilidad de dólares que permitirían, en principio, atender una mayor cantidad de necesidades nacionales.

En lo que se refiere a las importaciones las cosas son un poco distintas. Estas han venido decreciendo en forma sustantiva en los últimos años. En el 2024 alcanzaron a los 78.025 millones de dólares, en el 2023 fueron de 79.234 millones de dólares, en el 2022 sumaron 84.299 millones de dólares.

El aumento de las exportaciones y la baja de las importaciones arrojan un saldo positivo de la cuenta comercial de la balanza de pagos -exportaciones menos importaciones- que alcanzó a 22.138 millones de dólares en el año 2024, después de ser de 15.323 millones de dólares en el 2023.

Pero no todo es positivo en las cuentas externas del país. En lo respecta a la compra venta de servicios -transporte, viajes, servicios bancarios, empresariales, docentes, sanitarios, etc.- el país gasta mucho más de lo que recibe por esos mismos conceptos, y genera un déficit de 10.782 millones de dólares, en al año 2023. El Banco Central no publica todavía estas cifras para el año 2024.

Además, Chile debe pagar anualmente lo que se denominan rentas de la inversión, que corresponden, en pocas palabras, a las utilidades que logran los capitales extranjeros que operan en el país. Para el 2023 el Banco Central postula que por ese concepto salieron de nuestras fronteras 16.398 millones de dólares.

Es decir, que entre los servicios y la renta de la inversión Chile se gasta todo lo que obtiene, con gran esfuerzo, como saldo positivo de la cuenta comercial. Esta es una situación que merece la máxima atención por parte de las instancias políticas y económicas del país, aun cuando hoy en día esté fuera de sus debates y preocupaciones.

Por último, si atendemos a la composición de esas exportaciones, encontramos que el cobre sigue siendo el bien con el que en mayor medida nos vinculamos con el mercado internacional. En el 2024 exportamos 50.858 millones de dólares en cobre, tanto en forma de cátodos como de concentrados. Más del 50% de nuestras exportaciones siguen siendo cobre. El segundo sector en materia de exportaciones es el sector frutícola, liderado por las cerezas, que sumó en el año pasado 8.245 millones de dólares.

En tercer lugar encontramos el salmón, que sumó 6.043 millones de dólares en ventas externas. En esta materia también hay elementos que deben ser objeto de preocupación y de análisis, porque seguimos exportando más o menos lo mismo que hace diez o más años atrás.

Nuestras exportaciones se diversifican poco, seguimos dependiendo en alta medida del cobre y no avanzamos mucho en materia de exportación de productos manufacturados. En otras palabras, nuestro modelo de inserción con la economía internacional sigue invariable, aun cuando sufra algunas gratas modificaciones cuantitativas de año en año.