Patricio Catalán, oceanógrafo: “Si las playas no reciben arena van a desaparecer, es lo que hemos visto con la sequía”
Luego de su exposición en Congreso Futuro 2025, el evento de divulgación científica más relevante de América Latina, Patricio Catalán, académico de la Universidad Técnica Federico Santa María, Investigador Principal de CIGIDEN, CCTVal y miembro del Comité de Científicos Expertos en Tsunami de SHOA, habló sobre los efectos del cambio climático en las costas chilenas y cómo interactuamos con estos fenómenos.
-En su exposición en Congreso Futuro demostró cómo la playa Miramar de Viña del Mar fue desapareciendo conformé pasaron los años, mientras que Las Salinas, que está muy cerca, no cambió tanto. ¿Qué lección debemos aprender al respecto?
Hay dos mensajes importantes. Uno, el hecho de que estos procesos de cambio obedecen a la dinámica y a la relación que tiene el mar con la costa. Hemos visto procesos de erosión, como el que mostré en Miramar, casos en los cuales no ha habido un cambio significativo como en Las Salinas, y cambios que van en el otro sentido. Por ejemplo, el sector de los Ojos de Mar de LloLleo en San Antonio no existía en 1870.
El segundo mensaje es que estos son procesos que toman varios años en producirse y por lo tanto tendemos a no percibirlos. La única forma de hacer un posible monitoreo y eventualmente gestión sería tener más datos, campañas en las cuales se pueda ir viendo cómo va evolucionando, para eventualmente introducir herramientas de gestión o de conservación. Pero tenemos muy pocos datos en general en la costa.
-El tsunami del 2010 hizo que una playa desapareciera, pero un año y medio después había una amplia zona de arena. ¿Cómo nos podríamos adaptar a estos cambios tan rápidos?
Yo tiendo a pensar que hay ciertos elementos que están fuera del control. En el caso del tsunami, la playa desapareció en dos o tres minutos y en un año estaba en una nueva configuración. Uno podría pensar que su primera reacción será adaptarse a esta nueva condición sin arena y empezar a generar elementos para protegerse, pero resulta que el sistema por sí solo, un año y medio después, ya tomó una nueva configuración.
Nos falta entender bien cómo operan estos mecanismos para poder efectivamente después tomar medidas de adaptación. El caso mismo de Bucalemu, cuando ocurrió el terremoto del 2010, también quedó muy expuesto. Como parte de la idea de protección, comenzó a aparecer la idea de la caleta de pescadores con el muelle, pero como nos demoramos en construir, por los procesos participativos y estudios de impacto ambiental, para cuando se instaló, la dinámica ya había cambiado.
-Respecto al cambio climático, el periodo de una ola en promedio es de 12 segundos, pero con las marejadas subió a 20. ¿Cómo podemos resguardarnos de los efectos de estas marejadas?
Las marejadas se pueden pronosticar con unos pocos días de anticipación y en realidad el periodo de 20 segundos es típico de nuestras olas de verano, no es tan anormal. Lo curioso es que nuestra reacción como ciudadanos es distinta. Por ejemplo, si te avisara que viene un tsunami en cinco minutos, tú escaparías. En cambio, las personas se acercan a ver las marejadas, porque la percepción de que estamos en una situación de peligro es menor.
Tenemos que entender que estas marejadas van a seguir ocurriendo, son naturales y van a ocurrir con más frecuencia. Exponerse es una locura, porque basta que una ola te agarre y te azote contra las rocas. Tenemos que cambiar esos hábitos y eso es parte de la educación que debemos hacer.
-¿Cómo podemos proteger las playas de estos fenómenos?
Las playas son quienes nos protegen de las marejadas. Si las playas no siguen recibiendo arena naturalmente por distintos medios, eventualmente van a desaparecer y eso es lo que hemos visto con el cambio climático y la sequía. Con la sequía los ríos trajeron menos arena, por lo tanto, todos estos procesos donde en invierno desaparece y en verano se recupera, siempre se va perdiendo un poco. Si todos los años pierdes una parte, al final de 10 años habrás perdido mucho.
Cuando hacemos nuestras ciudades y cortamos algunos flujos, o pensamos que toda el agua la necesitamos para abastecer al ser humano, no vemos que estos transportes a través de ríos y esteros que llegan al mar permiten que además llegue arena y nutrientes para que las playas se recuperen. El agua definitivamente no se pierde en el mar, es parte esencial de los ciclos marinos.
-Las tormentas han aumentado, provocando desde 5 hasta 30 marejadas por año. ¿Hay alguna manera en que podamos disminuir o evitar estos eventos?
Esto tiene que ver con las metas de cambio climático y con tratar de no llegar a los umbrales críticos, pero parece que no lo estamos logrando, es un problema a nivel global. La razón por la cual tenemos más eventos es que el cambio climático hace que la atmósfera tenga más energía. Mientras más temperatura, más se mueve, generando vientos más fuertes, tormentas más grandes y oleaje más intenso.
Lo que se está trabajando mucho hoy día son las soluciones basadas en la naturaleza. Por ejemplo, mi colega Patricio Winkler está estudiando cómo utilizar algas para que, con su movimiento, le resten energía al oleaje y así no lleguen a las playas olas tan poderosas. Otra solución es ocupar sistemas con geotextiles que, cuando se rompen, liberan más arena.
-Como miembro del comité científico experto de tsunami, ¿se puede visualizar si hay un riesgo de tsunamis pronto?
En el caso de nuestros tsunamis es un fenómeno que de momento creemos que no está condicionado por cambio climático, por lo tanto, no van a haber cambios inmediatos asociados a eso. Todavía no tenemos la capacidad de predecir cuándo va a ocurrir un terremoto. Sabemos que la energía se acumula en la corteza de la Tierra y que eso se libera cada cierto tiempo, pero no sabemos cuándo precisamente. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es estar preparados como personas, como sociedad y como comunidades, para que cuando ocurra, ojalá no haya pérdida de vida humana.
-¿Cómo visualiza el futuro para las costas de Chile?
Lo primero es que siempre vamos a tener costa, siempre va a haber un espacio en que se relacione el mar con la tierra. La pregunta es si es la costa que queremos o donde vivimos y nos desarrollamos. Un estudio del Ministerio de Medio Ambiente del año 2019 identificó todo lo que estaba bajo 10 metros de altura, que va a estar muy expuesto a estos procesos de cambio.
Ahí es donde tenemos que adaptarnos. Cualquier cosa que hoy día está casi al nivel del mar va a verse potencialmente afectado y para eso tenemos que desarrollar estrategias ya sea de adaptación, de mitigación o incluso de reubicación, pero eso tiene claramente desafíos muy grandes porque socialmente tenemos todo nuestro sistema armado.
-¿Qué consejo les podrías dar a los veraneantes para que tengan precaución cuando entren al mar, considerando las corrientes de resaca?
La primera recomendación es no perder la calma, lo que es muy difícil obviamente, y en vez de tratar de salir hacia la playa, moverse hacia los lados porque si te mueves hacia los lados logras salir de esa corriente y podrías entrar en una zona más tranquila. De hecho, esas corrientes en el mundo son bastante letales y hay lugares donde matan más gente que las picaduras de abejas, justamente porque lo que se produce es desesperación, la gente trata de salir directamente y se cansa.