Coral Pey y la incesante búsqueda de justicia que el Estado ha negado por el diario Clarín
Germán Grunert Duque

Coral Pey y la incesante búsqueda de justicia que el Estado ha negado por el diario Clarín

Por: Gonzalo Badal, Director de El Desconcierto | 03.09.2024
Su padre Víctor Pey, dueño de Clarín al momento del golpe, y la Fundación Presidente Salvador Allende de España, le ganaron al Estado de Chile el laudo arbitral más largo de la historia del CIADI, y hace pocos días, adicionalmente, la Corte Suprema declaró nulo el Decreto con que la dictadura declaró disueltas las sociedades propietarias de Clarín.

En esta entrevista para El Desconcierto, Coral Pey, profesora universitaria y luchadora por los Derechos Humanos desde hace décadas, nos cuenta de este largo periplo buscando justicia por parte del Estado por la expropiación hace 50 años del diario Clarín y anuncia la creación de la Corporación Víctor Pey dedicada a los Derechos Humanos, la Memoria y la formación de líderes en estas áreas.

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-Este 3 de septiembre se cumplen 85 años del arribo del Winnipeg a Valparaíso, barco en el que venía su padre, este hito debe haber marcado un antes y un después en la vida de don Víctor

Con el Winnipeg mi padre deja atrás tres durísimos años en los que participó intensamente en la Guerra Civil Española. Mi padre tenía apenas 20 años en julio de 1936, cuando el ejército se alza contra la república española gobernada por el Frente Popular y se inicia la guerra civil. Parte al frente de inmediato, en la columna de Buenaventura Durruti, en las FAI-CNT. No obstante, al poco tiempo, a pesar de su juventud y por haberse titulado de ingeniero en la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, este personaje legendario le da la tarea de hacerse cargo de la industria de guerra de Cataluña.

Ello implicó adaptar la industria metalúrgica a la industria de guerra en Barcelona, manteniéndose en esas funciones hasta que la ciudad cae a manos de las tropas franquistas en enero de 1939. Mi padre era intensamente buscado por sus responsabilidades, así es que en medio del caos y el éxodo republicano, huye a Francia con mi tío Raúl, cruzando a pie los Pirineos en pleno invierno, salvando sus vidas.

-Y estando don Víctor ya en Francia ¿cómo se entera de la llegada del Winnipeg?

El Frente Popular ya no gobernaba en Francia. Había un gobierno de derecha que ya había reconocido al gobierno de Franco y que trató de manera muy denigrante a los refugiados republicanos españoles. A mi padre y a su hermano los apresaron y los mantuvieron en campos de concentración, desde donde pudieron huir gracias a la ayuda de la masonería francesa. Quedaron en calidad de ilegales y en esas condiciones trabajaron clandestinamente para el gobierno republicano en el exilio.

Mi papá nos contaba la situación desesperada en la que se encontraban en esos meses del año 1939 en Francia, viendo además que se venía encima la Segunda Guerra Mundial, la que de hecho empezó en septiembre de ese año.

En esa incertidumbre y precariedad se encontraban cuando en agosto mi padre se entera, leyendo un pequeño periódico, que había llegado a Marsella un barco en el que venía el poeta Pablo Neruda, siendo “cónsul de emigraciones” en ese momento, y estaba organizando “la travesía del Winnipeg”, con la misión de llevarse a exiliados españoles a Chile. Ahí comienza una nueva historia, en la que mi padre empieza a hacerse chileno.

Imagen del carnet de identidad que le dieron a don Víctor Pey cuando llegó a Chile en el Winnipeg, Archivo Nacional.  

-¿Cómo recordaba su padre esa travesía?

La recordaba con gran cariño y gratitud. La llegada del Winnipeg a Francia fue una luz de esperanza en medio de la derrota y la incertidumbre. La misión encomendada a Neruda por el gobierno del Frente Popular chileno, encabezado por el presidente Pedro Aguirre Cerda, fue un acto de humanidad tremendo, pocas veces visto y que fue cumplido a cabalidad, a pesar de la furiosa oposición de la derecha y de El Mercurio de la época.

El Winnipeg, un barco carguero con capacidad para 80 personas, zarpa completamente abarrotado. ¡Venían 2.200 refugiados españoles!, entre los que estaba mi padre, mis tíos Raúl y Diana y mi abuela Manuela y se produce la travesía del barco de la esperanza. Ahí nace también la lealtad de mi padre con Pablo Neruda, la que se manifiesta diez años después, cuando el autor de “España en el Corazón”, a esas alturas senador, es intensamente buscado por la policía.

Mi padre se encarga de su seguridad, escondiéndolo primero en su departamento y luego sacándolo del país por Aysén hacia Argentina, con el apoyo de su amigo Jorge Bellet, para librarlo de la persecución que había lanzado en su contra Gabriel González Videla.

Mi padre llega a Chile con apenas 24 años, pero con una gran experiencia laboral y de vida, por lo que se inserta de inmediato laboralmente como topógrafo en Santiago.

-¿Y en lo político? ¿Se mantuvo al margen de la política interna o buscó integrarse?

Mi padre siempre estuvo en la política, tanto en España como en Chile, pero siempre ejerciendo su profesión de ingeniero. Incluso llegó a crear una prestigiosa empresa constructora junto con mi tío Raúl, con la que hicieron importantes proyectos, por ejemplo, el puerto de Arica.

Pero desde comienzos de los años 40 ya había comenzado a participar en tertulias políticas donde tuvo la oportunidad de conocer a Salvador Allende, quien a esas alturas era ministro de Salud del presidente Pedro Aguirre Cerda. Y desde entonces fueron forjando una amistad que se acrecentó con el tiempo. Mi papá acompañó y fue consejero de Allende durante su larga trayectoria como senador y también en sus cuatro campañas presidenciales, partiendo por la de 1952.

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-¿Y cómo se vivió entonces ese 4 de septiembre de 1970, con el triunfo de la Unidad Popular y la elección de su amigo Allende como presidente?

Fue una alegría total. Se hacía realidad un triunfo que se había ido construyendo durante décadas de trabajo político con la gente y los partidos. Mi papá fue a reunirse con su amigo, ahora presidente, y se puso a su disposición. A partir de ese momento mi padre se consagra por completo a las tareas que le encomendara el Presidente Allende, llegando a ser su asesor más cercano. De hecho, a mi padre y al abogado Joan Garcés los llamaban “los ministros sin cartera”.

-¿Es cierto que fue el Presidente Allende quien le pidió a don Víctor que comprara el diario Clarín en 1972?

Así fue como me lo dijo mi papá, que era amigo y asesor tanto de Allende como de Darío Sainte Marie (Volpone), el dueño de Clarín en esa época. Darío lo quería y respetaba, lo trataba cariñosamente como Vitoquito y decía que era el más cuerdo de los tres.

Allende y Sainte Marie se conocían desde muy jóvenes y aunque siempre tuvieron discusiones y diferencias políticas, fueron muy amigos. Volpone decía que gracias al diario Clarín, Allende le había ganado a Alessandri por unos pocos votos. Pero Volpone, debido a problemas familiares, decide irse a vivir a España a comienzos de 1972 y es por eso que Allende le pide que compre Clarín y que sea él quien lo dirija.

Clarín era el diario más popular y de mayor tiraje y venta en Chile, nunca bajó de los 250.000 ejemplares diarios, llegando en ocasiones a los 350.000. Pero esta solicitud del presidente tenía muy complicado a mi papá, que a esas alturas era un exitoso empresario de la construcción y no quería cambiar de rubro de forma tan drástica.

Finalmente fue a juntarse con Darío en Portugal, porque mi papá había prometido no volver a España mientras estuviera Franco y llegaron a acuerdo en el precio. Mi papá tuvo que vender su empresa y bienes más importantes y endeudarse para pagar el precio pactado.

-¿Y cómo vivió don Víctor ese cambio de rubro?

Fue un cambio radical. Pasó de ser ingeniero a periodista y a dirigir el diario de mayor tiraje del país, en cosa de semanas. Pero como todo en su vida, mi padre asumió esta nueva responsabilidad con toda su energía y capacidades, partiendo todos los días a las 6 de la mañana al diario.

Por suerte, contaba con un tremendo equipo de periodistas, encabezados por el 'gato' Gamboa, que mantuvo su línea editorial tan reconocida por la gente. Clarín fue un baluarte en la defensa del gobierno popular. Hizo carne su lema “Firme junto al pueblo” en momentos duros en los que la derecha con sus grupos paramilitares intentaban por todos los medios desestabilizar al gobierno del presidente Allende.

Como ahora ya se sabe, el gobierno norteamericano no sólo apoyaba y financiaba a la oposición y a sus medios de comunicación, sino que trabajaba por conseguir un golpe de estado desde incluso antes de que el presidente Allende fuera elegido. Clarín fue un actor de primera línea en entregar la información necesaria para enfrentar, por ejemplo, el paro de camioneros de octubre de 1972, las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 y el tanquetazo de junio de ese mismo año.

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-¿Su padre tenía antecedentes del Golpe Militar que se preparaba?

Por esos días la situación política era extremadamente grave y se sabía de los preparativos del golpe, pero no de la fecha ni del plan exacto. Mi papá se reunía a diario con el presidente Allende en La Moneda y le llevaba todos los días personalmente el Clarín “del día siguiente, antes que se distribuyera en los kioscos.

La semana antes del golpe, mi papá se había estado quedando todos los días hasta la 1 o 2 de la mañana en La Moneda, para luego irse a nuestra casa. Como a las 6:30 de la mañana del día martes 11, recibió un llamado de Augusto (Perro) Olivares en que le dice que el presidente Allende le pide que se vaya de inmediato a la casa de Tomás Moro, porque tenían antecedentes de que había una sublevación en la marina.

Partió de inmediato, pero cuando iba llegando, vio la caravana del presidente saliendo hacia La Moneda. Se estacionó oportunamente afuera de la casa y se fue a la oficina del presidente, quien lo llamó en dos oportunidades desde La Moneda. En la segunda llamada, el presidente le pregunta por el General Prats y le pide que lo contacte, esto porque unos días antes el presidente le había encomendado conseguirle un departamento seguro al general, porque temía por su vida.

Mi padre había cumplido con el encargo y llamó al general, pero no recibió respuesta. Esa información no se la pudo dar al presidente. Ésa fue la última vez que habló con el presidente Allende.

Foto de Coral y Victor Pey

-¿Y mientas tanto qué pasaba en Clarín?

Clarín fue allanado por las fuerzas sublevadas en las primeras horas del golpe y todas sus propiedades tanto en Santiago, como en Concepción y Viña del Mar, fueron confiscadas a partir de ese día.

Mi papá había terminado de construir el edificio en el que funcionaba Clarín, en Alonso Ovalle con Zenteno, que hasta hoy está en manos del ejército. Justo por esos días también se habían terminado las pruebas de impresión de una nueva máquina rotativa Goss norteamericana, que mi papá había adquirido para imprimir Clarín y también libros económicos para ser vendidos en los kioskos de la época. Era la rotativa más grande que había en el país.

La Junta Militar requisó todos esos bienes, pero además incautó los títulos de las 40.000 acciones de la sociedad propietaria de Clarín, que acreditaban que mi papá era propietario del 100 por ciento de las acciones del medio. Estas se encontraban en una oficina de la empresa constructora que mi papá tenía en calle Agustinas, la que también fue allanada. Mi papá, una vez más, era buscado intensamente y su vida e integridad corrían peligro, por lo que sólo le quedaba esconderse hasta poder conseguir refugio, el que finalmente recibió en la embajada de Venezuela.

-¿Cuando empezó la lucha de don Víctor por la recuperación de Clarín?

Mi padre sabía que no podría recuperar sus bienes mientras estuviera gobernando Pinochet y la Junta Militar. Por lo demás, se sabía de las serias disputas al interior de la Junta por el destino que se le iba a dar a esos importantes bienes. Esto explica que recién en marzo de 1975 se publique el Decreto N°165 del Ministerio del Interior, que disuelve las sociedades propietarias de Clarín, expropia todas sus propiedades y bienes muebles e, insólitamente, hace acreedor al Estado del derecho a percibir la indemnización correspondiente a la expropiación de la propiedad de Alonso Ovalle con Zenteno.

Cuando vuelve la democracia, mi papá retorna a Chile a recuperar Clarín para volver a publicarlo y así compensar en parte el monopolio mediático que tenían los grupos económicos que habían apoyado a la dictadura. Pero se le adelantaron dos personajes, Enrique Testa e Isidoro Gorodisher, quienes fundaron una sociedad, Asinsa, y mañosamente reclamaron los derechos accionarios de Clarín, diciendo que eran los propietarios legales del diario, pero sin mostrar ninguna acción, título o traspaso que lo acreditara.

Afirmaron que le habían comprado las acciones a mi papá en efectivo, pero sin demostrar nada. El caso es que el Estado, inexplicablemente, los indemnizó y les pagó US$ 9 millones. Por suerte en 1995, en una casualidad casi increíble, las 40.000 acciones aparecieron físicamente en otro juicio, que nada tenía que ver con Clarín ni con mi papá y el juez se las devolvió. Eso dio pie para que, dado que era ciudadano español, buscara en el derecho internacional la justicia y reparación que se le negó en Chile.

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-Y ahí parte entonces, en 1997, el juicio más largo que ha existido en la historia del CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, perteneciente al Banco Mundial)

Por desgracia así fue, porque a pesar de dedicarle a ese juicio los últimos 20 años de su vida, mi papá murió en 2018 sin alcanzar a conocer el fallo definitivo e inapelable del laudo arbitral del CIADI, que finalmente le dio la razón a mi padre, pero que fue emitido en enero de 2020 y que Chile está obligado a cumplir porque ha ratificado ese convenio.

Nosotros vivíamos en la misma casa con mi papá, siempre fuimos muy cercanos, por lo que puedo dar fe de los tremendos costos personales que le significó el juicio ante el CIADI. Tuve el inmenso privilegio de ser su confidente, y quien lo acompañó en todas las gestiones que él realizó en Chile en relación al juicio. Para él, seguir a diario los avances y retrocesos del juicio ya era un trabajo y tensión enorme, a lo que consagró los últimos años de su vida. Y en un momento adverso del laudo, en que el CIADI sentenció el pago a medias con el Estado de Chile de las millonarias costas judiciales, mi papá estuvo sin poder hablar como 10 días.

Pero a pesar de este fallo condenatorio e inapelable, el Estado de Chile le ha seguido denegando justicia a mi padre por más de 50 años, tanto durante la dictadura como en democracia. Hasta el día de hoy el Estado no ha realizado gesto reparatorio alguno y tampoco se entiende el tremendo esfuerzo y gastos en que ha incurrido para no indemnizar a los legítimos dueños de Clarín.

-¿Han habido pronunciamientos de políticos relevantes respecto del fallo del CIADI?

En su momento, el presidente Piñera declaró ante la Eurocámara que Chile era respetuoso del derecho internacional y de las cortes internacionales y que acataría la resolución del CIADI. También el presidente Boric cuando aún eran diputado, hizo una interpelación en el congreso, defendiendo a mi padre, así como la necesidad de indemnizar a los legítimos dueños de Clarín, por los bienes incautados luego del golpe.

En este tenor, también se han pronunciado en privado otros miembros del gobierno anterior y actual, como el diputado Gonzalo Winter y otros más. Pero luego de que el Estado fue notificado del fallo y llegado el momento de tener que proceder a su ejecución, ha hecho todo lo posible por seguir dilatando y poniendo excepciones y trabas. La verdad es que no se entiende el tremendo esfuerzo y gastos en ha incurrido el Estado durante décadas para incumplir con el derecho internacional.

-¿Quiénes son los beneficiarios actuales del laudo arbitral del CIADI?

Los demandantes ante el CIADI fueron Víctor Pey y la Fundación Salvador Allende de España, a quien mi padre le cedió el 90 por ciento de los derechos del laudo. Con estos recursos se materializará el sueño de mi padre de relanzar el Clarín del siglo XXI, creando una poderosa plataforma digital que irrumpa con fuerza, firme junto al pueblo, en el más que concentrado ecosistema de medios de comunicación de nuestro país, como un aporte fresco a la libertad de expresión.

Con este fin, mi papá creó junto a Joan Garcés la Fundación Presidente Allende de España, la que presidió durante muchos años. La Fundación está integrada por las familias de ambos, por lo que yo también soy parte de ella. El 10 por ciento restante de los derechos, me corresponden a mí, como sucesión.

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-En este contexto, ¿Qué efectos tiene la reciente sentencia de la Corte Suprema que declaró nulo el decreto N°165 que había expropiado los bienes de Clarín durante la dictadura?

El fallo de la Corte Suprema, en primer lugar, viene a contradecir el argumento que sostenía el Consejo de Defensa del Estado, que defendía que el decreto seguía vigente. Pero el fallo además sienta jurisprudencia al señalar que el decreto fue dictado "en un período de cierre institucional, en el que se arrogaron la autoridad administrativa y las facultades jurisdiccionales propias y exhaustivas de los Tribunales de Justicia".

Es decir, es un fallo democrático que reconoce la ilegalidad y nulidad del decreto de la dictadura y le da la razón a un tribunal internacional como el CIADI.

Foto de Coral Pey y Enrique 'Kiko' Correa Jaña (crédito: Germán Grunert Duque)

-Finalmente, ¿qué viene ahora?

Es el Gobierno quien debiera pronunciarse. Es el Estado de Chile el que debe cumplir con la sentencia y salir de la situación de incumplimiento de un fallo internacional que está obligado a cumplir. Es Chile, además, el que debe dejar de incumplir, en este caso, el tratado bilateral con España sobre protección recíproca de inversiones.

Han pasado 50 años desde la expropiación y más de 4 años desde la sentencia definitiva del CIADI, ya es más que suficiente, por lo que más allá de lo que seguiremos demandando en los tribunales chilenos y españoles, debiera ser el Gobierno quien tome la iniciativa para convocarnos a la Fundación Presidente Allende de España y a mí y proponernos un camino de solución.

Por mi parte, en momentos que se cumplen los 85 años de la llegada del Winnipeg, el barco de la esperanza, aprovecho de anunciar y hacer pública mi decisión de crear la Corporación Víctor Pey, que se dedicará a impulsar iniciativas relacionadas con los derechos humanos, la memoria y la formación de líderes en estas áreas, en las que yo he venido trabajando desde hace décadas.

Para hacer realidad esta tarea, he invitado a acompañarme a Enrique Correa Jaña, mi amigo Kiko, compañero de tantas batallas, con quien trabajamos juntos por el Memorial en recuerdo de las víctimas del Cuartel Lautaro (Simón Bolívar) y somos parte de la Agrupación Memorial Aeródromo Tobalaba (AMAT). Pronto tendremos novedades respecto de la nueva Corporación Víctor Pey.


Crédito de la fotografía de portada: Germán Grunert Duque