Neoliberalismo y perspectivas futuras
Como consecuencia de la modernización capitalista vivida por Chile estas últimas décadas se ha producido una profunda reestructuración de la economía y la estructura social. En cuanto a la reestructuración de la economía, la dictadura que en un principio no tenía proyecto político, al poco tiempo converge hacia el neoliberalismo y abraza las ideas de Friederick von Hayek, que a Chile llegaron desde la persona de Milton Friedman intermediado por los chicagos boys chilenos.
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Esta convergencia se produce en un momento político mundial excepcionalmente favorable para la corriente neoliberal. La Rusia Soviética y el así llamado socialismo real venían en proceso de desplome, y las ideas básicas del neoliberalismo (disminución del Estado, privatizaciones de empresas públicas y mercados desregulados) que en las décadas previas habían sido apagadas por la figura e ideas de John Maynard Keynes, quien para el caso de las economías industriales postulaba, entre otras, aumentar la demanda a través de un rol preponderante del Estado en la economía, ganando importantes aliados años más tarde. (Wapshott, Nicholas, Keynes vs Hayek)
Es así que, con la elección primero de Margaret Thatcher, en mayo de 1979, en Inglaterra, y dos años después, en 1981, con la elección de Ronald Reagan como presidente de EEUU , las ideas del neoliberalismo se convierten en la oportunidad ideal para trasladar su pensamiento desde el plano ideológico y conceptual a la política pública concreta, ahora posicionados en estos dos gobiernos.
De acuerdo con las concepciones que, desde la creación en 1947 de la Sociedad Mont Pèlerin, había comenzado a fraguar Hayek y sus amigos, la sociedad pasa a ser un orden evolutivo natural, anulando el contrato social concebido por los filósofos liberales clásicos como Locke y Hobbes (Gamarra Quintanilla, Garikoitz, Locke /González Orozco, Ignacio, Hobbes) y sobre cuyos pilares se construyeron las democracias occidentales.
Había pues que recuperar “la fe” en la propiedad privada y en el mercado competitivo, pero llevándolo a su extremo. Ello sería posible de conseguir sin intervención humana, es decir, limitando la función del Estado en la economía y en tanto que evolución natural, separando los mercados de la sociedad y de la política e idealmente liquidando toda posible utopía. Son los inicios del fin de la solidaridad; en su lugar, un individualismo desatado que perdura hasta nuestros días.
En medio de ese contexto, Chile pasa a ser el laboratorio de las ideas del pensamiento neoliberal, que sólo en un país bajo dictadura como el nuestro era posible realizar por completo. En los demás, bajo democracias liberales, fue resistido por los movimientos sindicales y la opinión pública.
Otro componente central en el despliegue de este nuevo credo fueron los estados de bienestar en Europa occidental. Para abrirle paso al mercado, como dogma absoluto en la asignación de recursos, suponía también ir en contra de los estados de bienestar que surgieron en la Europa industrializada entre las dos primeras guerras mundiales, y que se consolidaron durante los primeros años de la década de los sesenta. Esta tarea estuvo a cargo de los distintos gobiernos conservadores que se fueron sucediendo en estos países tras el repliegue de los gobiernos socialdemócratas, fenómeno acuciosamente estudiado por el investigador socialista francés, Thomas Piketty. (Piketty, Thomas, Capital e Ideología).
Si bien, como ya apuntamos, en ninguna de las democracias liberales y los estados de bienestar el despliegue y consolidación del neoliberalismo adoptó las formas de terrorismo de Estado que adoptó en nuestro país y en los demás países del Cono Sur, en aquellos adoptó la forma de permanentes budget cutbacks o recortes presupuestarios promovidos por los gobiernos conservadores que se fueron sucediendo en el tiempo, con el fin de debilitar las prestaciones sociales, para luego endosarles la responsabilidad política en el deterioro de éstas a los socialdemócratas y a otros de orientación progresista.
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En Canadá, país que bajo los gobiernos liberales liderados por Pierre Trudeau, incorporó avanzadas formas del estado de bienestar en áreas como la salud, educación, sistema público de pensiones y un poderoso sistema de protección social, con el paso de los años, ve debilitarse lo avanzado de la mano de los conservadores locales.
En EEUU, conocidos son los costos sociales vividos por los trabajadores norteamericanos de la industria automotriz a consecuencia de las políticas económicas gestadas durante la Administración Reagan. Los efectos políticos, sin embargo, se han venido manifestando estos últimos años a partir de la elección de Donald Trump en base a un discurso racista y xenófobo, que busca canalizar el descontento originado por su predecesor conservador y el deterioro de EEUU en su rol en la política mundial.
Y no le ha ido mal. Las ideas ultraconservadoras se han multiplicado en diversas latitudes y surgidos pivotes ultraderechistas estrambóticos como Bukele en El Salvador y Milei en Argentina, este último empeñado en hacer desaparecer al Estado argentino y radicalizar la participación privada en la economía a niveles que solo han podido conseguir dictaduras.
Una característica de este fenómeno es que la “derecha de los acuerdos”, por llamarla de algún modo, como el sector que lidera Macri en Argentina y que, en el plano local, se agrupa hoy en Chile Vamos, no tiene conflictos ni se complica a la hora de apoyar al nuevo sector hegemónico que ha surgido en las derechas.
Implicancias
No obstante, al profundizar más allá de los efectos que esta ideología ha tenido sobre casos particulares, una breve síntesis revela los efectos de la industrialización y el productivismo extremo en el planeta y sus sistemas ecológicos, causando alteraciones y destrucción; la hiperconcentración de la riqueza a nivel mundial, regional y nacional en unas pocas manos, mientras que a esos mismos niveles las instituciones demuestran ser incapaces de regular los mercados; la posesión de armamento nuclear destructivo por parte de las grandes potencias mundiales, las guerras focalizadas y la aceptación de prácticas de exterminio contra el pueblo Palestino; y en el plano político-institucional, el debilitamiento de la democracia liberal representativa y el resurgimiento de ideologías racistas y xenófobas, que buscan deliberadamente romper con las tradiciones liberales surgidas de la lucha contra el oscurantismo medieval. Estos elementos definen la época que vivimos, abriendo y cerrando oportunidades según el punto de vista desde el que se los observe.
En este contexto de crisis e incertidumbre que vive la humanidad será conveniente considerar el reordenamiento geopolítico de fuerzas mundiales como un elemento altamente incidente en el comportamiento de las fuerzas políticas a nivel local.
De acuerdo con esta mirada, necesario será, en primerísimo lugar, definir el espacio vital en el que se encuentra nuestro país, que en esta opinión es nuestra propia región Latinoamericana, no la OTAN, y desde ahí avanzar en todo aquello que signifique fortalecer en nuestra región ideas políticas democráticas y progresistas, lo mismo que avanzar en acuerdos y convenios que ayuden a fortalecer sistemas de colaboración entre Estados.
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El objetivo por alcanzar mayores niveles de igualdad en un país pequeño como Chile también se define en nuestra propia región de pertenencia: Defensa de la democracia, defensa del medio ambiente, mayor igualdad y defensa de los derechos humanos son objetivos de alcance planetario.
Pero el punto de partida es desde nuestro propio espacio vital.
Nota del Editor
- Esta columna continuará con su segunda parte la próxima semana