Las mujeres y la pobreza del tiempo: Una reflexión urgente

Las mujeres y la pobreza del tiempo: Una reflexión urgente

Por: Nayen Pavez Pedraza | 14.03.2024
La feminización del cuidado como un elemento adicional, y causa de esta forma de pobreza que tenemos las mujeres, de acuerdo con Silvia Federici, propicia una vulnerabilidad estructural que nos hace dependientes y, por tanto, susceptibles de vivir y experimentar violencia.

Analizar la pobreza únicamente desde los indicadores tradicionales de medición como, por ejemplo, la escasez de ingresos económicos, es indudablemente desarrollar una visión limitada sobre este fenómeno, toda vez que este responde a múltiples dimensiones y causas. En este sentido, se ha consensuado la necesidad de incorporar nuevas formas de observar el fenómeno, procurando que estas adecuaciones permitan establecer políticas públicas que propicien el abordaje de todas las dimensiones que atraviesan la problemática.

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Al comprender que la pobreza es un fenómeno multidimensional, que involucra aspectos económicos, políticos y culturales, resulta fundamental cuestionarnos ¿cómo influye el tiempo de las mujeres en su búsqueda de una mejor calidad de vida?

Sabemos que, en la actualidad, donde la velocidad de la vida cotidiana se acelera constantemente, las mujeres a menudo enfrentamos una forma de pobreza extremadamente desafiante: la pobreza del tiempo. En la década de los 70, Claire Vickety desarrolla este concepto definiéndolo como la escasez de espacios de descanso y ocio generada por la carga de trabajo remunerado o trabajo doméstico. En este contexto, surge la interrogante: ¿qué sucede con las mujeres? ¿cómo es posible que este fenómeno, con el potencial de impactar a toda una población, presente una vez más asimetrías en su evolución?

El informe Pobreza del tiempo y desigualdad. La reproducción del Capital desde una mirada feminista (2021), plantea que el 53% de las mujeres chilenas que desempeñan labores remuneradas o no, experimentan lo que se denomina “pobreza del tiempo”, en contraste con el 36% de los hombres. Esta disparidad se atribuye principalmente a la falta de equidad en la distribución de responsabilidades relacionadas con el cuidado del hogar, agravándose especialmente en sistemas biparentales con hijos e hijas y personas a cargo, afectando finalmente la calidad de vida de las mujeres.

Las mujeres, independientemente de nuestros roles profesionales y/o personales, a menudo nos encontramos atrapadas en una maraña de responsabilidades, las que van desde el trabajo remunerado hasta las tareas del hogar y el cuidado de la familia. Esta sobrecarga limita nuestras condiciones para disfrutar de un tiempo personal significativo y contribuye a la sensación constante de escasez de tiempo.

Entender que la pobreza del tiempo en las mujeres tiene raíces profundas en las estructuras sociales y económicas es fundamental para tener transformaciones significativas en un sistema que, generalmente, nos mantiene cansadas. Históricamente, comprender que la división sexual del trabajo -de acuerdo con Silvia Federici-, nos ha colocado en el lugar reproductivo y de cuidado de un sistema social que sólo reduce la calidad de vida individual que podemos tener en nuestra vida cotidiana. La doble jornada, y su consecuente carga mental, limita los tiempos disponibles para el autocuidado, la educación continua y desarrollo personal.

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Es por ello que nos es imperativo abordar la pobreza del tiempo de las mujeres en diversas perspectivas.

En el ámbito laboral, se necesitan políticas que promuevan la equidad salarial, así como medidas que faciliten un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal. Las empresas deben adoptar prácticas que fomenten una cultura laboral inclusiva y flexible.

A nivel social, es esencial cuestionar y cambiar las expectativas de género arraigadas que perpetúan la distribución desigual de responsabilidades. Es necesario cuestionar, revisar y analizar la efectiva corresponsabilidad que existe en el hogar, porque la pobreza del tiempo en las mujeres no solo es una cuestión individual, sino un problema sistémico que requiere de una respuesta colectiva.

La feminización del cuidado como un elemento adicional, y causa de esta forma de pobreza que tenemos las mujeres, de acuerdo con Silvia Federici, propicia una vulnerabilidad estructural que nos hace dependientes y, por tanto, susceptibles de vivir y experimentar violencia.

Finalmente, la lucha contra la pobreza del tiempo en las mujeres es fundamental para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Reconocer y abordar este problema es esencial para garantizar que todas las mujeres podamos tener la oportunidad de vivir vidas plenas y satisfactorias.

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En el contexto de una nueva conmemoración del 8M, mirar las diversas formas de violencia que vivimos las mujeres es fundamental para ir avanzando en los cambios que necesitamos a nivel social. La pobreza, no solo económica, sino la relacionada con el tiempo que disponemos para nuestra vida individual, también es resultado de un sistema patriarcal que naturaliza, abusa y explota el tiempo de las mujeres.

Referencias

Barriga, F. y Sato, F. (2021). Pobreza de Tiempo y Desigualdad: La reproducción del Capital desde una mirada feminista. Fundación SOL.