Los resultados de los adolescentes chilenos de 15 años en la última medición de la prueba PISA (2022) son agridulces. Comencemos por lo positivo: nuestros resultados se mantienen desde el año 2018, por lo que los aprendizajes matemáticos de nuestros estudiantes parecen no haber recibido un importante golpe por la pandemia, al menos en este nivel educativo. Esto no fue así en Europa, donde la mayoría de los países bajaron en sus puntajes matemáticos en esta última medición.

Volviendo a Chile, no es tan positivo que al igual que en mediciones anteriores aproximadamente la mitad de nuestros estudiantes no alcanza el nivel básico de competencia matemática. Esta realidad baja la probabilidad de que los estudiantes chilenos puedan perseguir exitosamente carreras en el área STEM. El aumento de la participación de los jóvenes en esta área es necesario para mejorar el desarrollo de nuestro país.

Otra mala noticia es el agravamiento, respecto a la medición anterior, de la brecha de género en matemática. Chile se caracteriza por la diferencia de logro matemático entre hombre y mujeres. Como lo han mostrado muchas investigaciones, esta brecha no es producto de diferencias inherentes a los sexos, sino que es mucho más probable que se relacionen con oportunidades de aprendizaje diferenciales producto de estereotipos y otros factores culturales. Recordemos que en la última medición SIMCE (2022) esta brecha apareció en 4to básico, cuando antes no estaba, lo cual muestra que la brecha no es inescapable, sino que responde a las experiencias educativas a las que están expuestos estudiantes de diferente sexo.

Es bueno saber que el 78% de los estudiantes chilenos evaluados en PISA consideran que sus profesores están interesados en enseñarles matemática. El rol del cuerpo docente en el desarrollo matemático no se puede subrayar demasiado, y ciertamente las creencias y actitudes de los y las docentes juegan un rol fundamental. Sin embargo, el que los docentes tengan la motivación y el interés por enseñar esta asignatura no es suficiente para dejar de preocuparnos. El cuerpo docente necesita los recursos adecuados para canalizar esa motivación, incluyendo una formación inicial sólida en cómo se desarrolla el pensamiento matemático en todos los estudiantes.

La matemática es un aprendizaje clave para ser un ciudadano de esta nueva era, necesitamos enseñarla desde temprano pues la investigación muestra que las habilidades matemáticas tempranas, antes de los 6 años, son cruciales para todos los aprendizajes escolares posteriores. Además, es urgente que el aprendizaje de la matemática sea equitativo para niños y niñas, no importando su NSE.