El persecutor perseguido: El regreso de Emiliano Arias a la Fiscalía de Rancagua

El persecutor perseguido: El regreso de Emiliano Arias a la Fiscalía de Rancagua

Por: Claudio Pizarro | 20.06.2022
Casi tres años después está de vuelta en el Ministerio Público, luego de ser suspendido y transformarse en el primer fiscal formalizado en la historia de la justicia chilena. Dice que nunca pensó en renunciar a su cargo y que las acusaciones en su contra siempre las encontró irrisorias. Acá cuenta sobre la trastienda que gatilló su salida, los viajes a Chiloé con su hija menor y el particular vínculo que tiene con el arte milenario de la cetrería.

Hay un momento en la cetrería, ese arte medieval de adiestrar aves rapaces, que el animal descubre que también puede ser engullido por otro depredador. Un momento único que le permite darse cuenta que no es el máximo exponente de la cadena trófica, sino un eslabón donde es cazador y presa al mismo tiempo. Un persecutor perseguido.

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Emiliano Arias habla de los círculos que se cierran. Eso fue al menos lo que pensó cuando llegó de vuelta a la Fiscalía de Rancagua, el miércoles de la semana pasada, y se enteró que el ex canciller del Arzobispado de Santiago, Óscar Muñoz, había sido recién condenado.

La acusación por delitos sexuales en contra de Muñoz la había firmado Arias,  el mismo día que llegaron a notificarlo a su oficina por el delito de violación de secreto. Una denuncia interpuesta por el fiscal de Alta Complejidad Sergio Moya, en abril del año 2019, que derivó en una suspensión en su contra que se extendió por casi tres años.

La rueda de la justicia, al fin y al cabo, había vuelto a girar.

Arias regresó al edificio de calle O’Higgins 710 luego de ser absuelto por segunda vez, retomando sus deberes como Fiscal Regional de Rancagua. Un retorno que la prensa interpretó como una derrota del Fiscal Nacional Jorge Abbott, quien había respaldado su alejamiento del Ministerio Público.

-Todas esas denuncias no se condecían con lo que era mi carrera -dice hoy en la oficina de su pareja y defensora en el juicio, Marisa Navarrete-. Eran francamente ridículas, irrisorias.

Entre otras cosas lo acusaron de entregar información secreta a su hermana, intentar influir en causas donde figuraba su pareja, favorecer al exsíndico del caso Caval y hasta de trasladar pájaros muertos en un auto fiscal. El tribunal estimó, en fallo dividido, que los delitos no pudieron ser acreditados.

Una investigación que se extendió por varios años que Arias califica como “irracional” y que en la práctica terminó sacándolo de casos emblemáticos como Penta, SQM, Corpesca y los abusos en la Iglesia Católica. Investigaciones que afectaron a sectores que antes parecían intocables.

-Si eres un tipo incómodo, y no pueden agarrarte por ningún lado, van a tratar de sacarte como sea.

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El ave se la regaló un viejo adiestrador, convencido que ya estaba preparado para entrenarla. Era un halcón jaspeado que bautizó como Taína, nombre que en lengua Rapanui significa compañera. Así fue cómo el fiscal Arias comenzó su relación con la pájara, como le gusta llamarla, iniciándose en el milenario arte de la cetrería.

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Cuando decidieron suspenderlo, Emiliano Arias intentó recuperar parte de su integridad perdida. Eso que algunos llaman “limpiar el nombre”. Llevaba casi 17 años en el Ministerio Público y había sido parte  del proceso de instalación de la Reforma Procesal Penal desde su origen.

De un día para otro, sin embargo, pasó al bando de los perseguidos.

Para Marisa Navarrete, su abogada, en Emiliano se conjugan dos características que lo hacen un personaje incómodo. "Perseguir sin mirar a quién, sin consideraciones, y mostrar la cara cuando los investigados ni siquiera quieren que se sepa que son investigados. Eso lo hace muy  poco manejable".

Lo único que quería en ese tiempo Arias era defenderse y decidió de inmediato enfrentar a los medios de comunicación. "Fue el mismo discurso de hace tres años y el mismo mil días después", recuerda.

Arias alternó su defensa con clases de trompeta. Aprendió a escribir música y aprovechó la pandemia para refugiarse pequeñas temporadas con su hija en Chiloé. “En tres años estuve en todas las fechas. Primavera, invierno y verano. Es un lugar bien apartado que hasta hace poco no tenía acceso terrestre. Te encuentras con zorros de Darwin, guiñas y pudús”, cuenta.

El aislamiento le sirvió para reflexionar y hacer un recuento de sus casi dos décadas en el Ministerio Público. “Comencé a pensar con más calma, sobre todos los años que había estado expuesto a riesgo físico, debido a la naturaleza del poder que investigaba: delincuentes, lavado de dinero y vinculación con el narco”.

Arias recordó la vez que le hicieron un meme con un disparo en la frente y los 10 años que pasó con protección policial. Una situación que le hizo entender hasta qué punto terminó naturalizando ir a dejar a su hija a una guardería con un policía al lado.

Pero ese no fue el problema más grande, sino cuando lo invitaron a participar en causas vinculadas a la política. Ahí donde está el verdadero poder. El más grande de todos. “El económico”, dice.

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Arias comenzó su carrera en medio del desierto de Atacama, como abogado asistente en la fiscalía local de Diego de Almagro, una oficina pequeña que contaba en un comienzo con apenas dos fiscales.

Después de egresar de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, con una memoria de título sobre la Reforma Procesal Penal, se hizo parte de los seminarios de preparación para ser fiscal y postuló al Ministerio Público en el año 2001. Así fue como llegó a Diego de Almagro y comenzó a desarrollar sus primeras armas. Tenía apenas 28 años.

-Yo ingresé en la segunda oleada de regiones, estuvimos varios meses en capacitación. Fue un proceso de implementación gradual. Todo era muy competitivo. Para pelear por un mejor grado casi tenías que agarrarte a combos, porque ir ascendiendo se traducía evidentemente en temas monetarios.

En Diego de Almagro aprendió a litigar y comenzó a investigar casos de contaminación en faenas mineras y accidentes al interior de yacimientos. “Éramos jóvenes con una visión muy romántica. Agresivos en el buen sentido de la palabra, queríamos investigar todo tipo de delitos”, explica.

“En esa época competíamos por quién llegaba primero a juicio oral. Estaba tan incorporada la competencia que peleábamos por tener el primer detenido, quien contestaba el primer llamado, quien se llevaba el delito más grave. Eso marcó profundamente nuestra cultura”, recuerda.

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Ese mismo ímpetu juvenil los hizo chocar con los policías más viejos, tipos rudos  a quienes les costó aceptar que unos “cabros chicos de terno vinieran a darle órdenes”. Todo muy en clave hollywoodense. En una época en que varios fiscales se creían sheriff y cuidaban sus territorios como si fueran condados.

Si se tratara de un libro, Diego de Almagro sería una suerte de introducción en la vida profesional de Arias. Alcanzó a estar allí poco más de un año y luego postuló a la Fiscalía de Arica. Antes de los 30 años cumplió el gran sueño de su vida y se convirtió en fiscal. “Un salto enorme”, dice.

En la ciudad fronteriza se encontró con una criminalidad mucho más audaz y sofisticada. Empezó a desarrollar investigaciones sobre trata de personas, tráfico de drogas y ventas de autos robados. Trabajó con el Servicio Nacional de Aduanas, Sernapesca y la Armada. Arica, evidentemente, no era Diego de Almagro.

- Arica tiene una criminalidad a gran escala y eso permite entender fenómenos criminales. Esos descubrimientos te hacen madurar y ver más allá de tu propia función de fiscal.

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Taína nació el 18 de octubre, el mismo día que su hija menor. Llegó cuando era un pichón todavía sin plumas y Arias se transformó en una especie de padre. Una enorme responsabilidad pues tiene que procurarle la misma vida que si estuviera en libertad y sacarla a volar al menos cuatro veces a la semana. Llevan, en total, 11 años juntos.

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-Le voy a contar una historia, licenciado- le dijo un fiscal mexicano.

Emiliano Arias estaba en Ciudad de México investigando las redes de dos carteles que habían empezado a operar en Chile: el Golfo y Sinaloa.

-¿Qué haría usted si un día lo llama su jefe y le dice que necesita que atienda a fulanito de tal?- le preguntó.
“Lo atiendo”, dijo el entonces fiscal jefe de Pudahuel. El mexicano sube un peldaño más y retruca: “¿y si le pide un millón de dólares a cambio de no secuestrar a nadie de su familia?”.

A Arias le pareció bastante obvio que el colega hacía referencia a los métodos usados por el crimen organizado y prefirió guardar silencio.

-Lo voy a ayudar hasta que pueda- fue lo último que escuchó del fiscal mexicano.

“A buen entendedor, pocas palabras”, pensó. La colaboración entre ambas naciones se suspendió al poco tiempo.

Arias trabajó 12 años en Pudahuel, tras un breve paso por Concepción, especializándose en casos de violencia urbana. El trabajo mancomunado con agentes de drogas en el aeropuerto y el contacto con fiscales de otras partes del mundo, le abrió los ojos “a otro tipo de criminalidad”.

El Ministerio Público entonces era una institución joven y cada fiscal buscaba destacar a su manera, sin entender demasiado el rol que debían cumplir. Arias analizó sistemas procesales comparados y asumió que el fiscal era una figura básicamente en construcción.

-En el sistema anglosajón todo el mundo sabe lo que es un fiscal y cómo se entiende con la institución. En Chile, en cambio, no hay una noción de fiscal desde la estructura, por eso la ciudadanía no entiende mucho quienes son.

Algunos más protagonistas que otros, cada fiscal decide en el fondo hasta dónde llegar. El mismo Arias ha debido enfrentar varios sumarios por hablar más de la cuenta: en 2017 aseguró que la falta de mantención del tendido eléctrico había sido la causa de un devastador incendio en Pumanque y, en pleno caso Corpesca, comentó que la Ley de Pesca tuvo un origen corrupto y que “podían haber otros Jaime Orpis”.

[caption id="attachment_687925" align="alignnone" width="900"]arias Agencia Uno (archivo).[/caption]

El principio de publicidad, consagrado en el artículo 8 de la actual Constitución, es el principal argumento usado por Arias para sostener sus intervenciones. “Los actos de las  autoridades y sus fundamentos deben ser públicos. Por eso hay juicios completos que puedes ver en Youtube. Eso es para evitar la corrupción, porque si la ciudadanía no confía, no va a denunciar, y si no denuncia se genera impunidad, lo que es inversamente proporcional al castigo”, explica Arias.

Sabas Chahuán, el Fiscal Nacional que antecedió a Abbott, asegura que si bien los fiscales deben explicar lo que hacen, no deberían hacerlo por los medios de comunicación. “La audiencia es pública y puedo repetir lo mismo que dije en ella. Si es un caso de connotación pública hay que sostener que se realizarán diligencias, pero no comentarlas por los medios porque pueden fracasar”, reflexiona.

Las investigaciones contra Arias, quien llegó a acumular más de cinco sumarios y al menos dos juicios orales, transformándose en el primer fiscal formalizado en la historia de la justicia chilena, siempre concluyeron que las acusaciones no eran delitos sino básicamente “imprudencias”.

“¿Qué entendemos por ser prudentes?”, se pregunta hoy el fiscal tras regresar de su "exilio". “En el sentido bíblico entiendo la prudencia como saber distinguir entre el bien y el mal; y optar por el bien. Pero viejo, ¿es necesario investigar en puntitas de pie para no pisar callos?”.

El fiscal con nombre de forajido mexicano alza la voz y se responde él mismo. “No poh, si esta no es una pega cómoda. Es difícil encontrar espacios de confort. El fiscal siempre arriesga y hace lo que tiene que hacer”.

-¡PER-SI-GUE!- exclama acentuando cada sílaba.

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La halcona estaba recién aprendiendo a volar, entre lo cerros de Chicureo, cuando aparecieron dos enormes águilas en el cielo. Por más que silbaba y agitaba el guante, Arias tuvo que resignarse a la fragilidad del momento. Lo más impresionante de todo, recuerda, fue cuando Taína zafó del águila recogiendo una de sus alas, y luego cayó en picada como una pesada piedra. Abajo, a ras de tierra, se sintió absolutamente inútil.

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Fue el ex Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, quien llevó a Emiliano Arias a las “grandes ligas”. En febrero del año 2015 lo convocó a trabajar en el caso SQM, cuando decidió hacerse cargo de la investigación y sacar a los fiscales Andrés Montes y Alberto Ayala.

Sobre los atributos de Arias para ser considerado en el cargo, Chahuán aseguró a El Desconcierto que fue por su trayectoria y especialización en crimen organizado. Ya lo había recomendado como fiscal jefe de Pudahuel a Guillermo Piedrabuena, entonces Fiscal Nacional, y no dudó en llamarlo para sumarse al equipo que encabezaba. "Tenía un buen manejo, formaba equipos y era muy buen fiscal. Se le ocurrían diligencias de investigación, especialmente en causas complejas", detalla.

“Yo era un sujeto de cuero duro”, reconoce Arias.

Por eso asegura que lo reclutó Chuahuán. “El me conocía desde siempre y estaba seguro que no me iba a desviar del camino”. Finalmente se sumó al equipo de Pablo Norambuena y Carlos Gajardo, fiscales de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad Oriente, quienes se toparon con la arista SQM mientras investigaban el denominado caso Penta. La indagación sobre financiamiento irregular en la política destapó el vínculo entre la UDI y los empresarios Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, quienes pasarían incluso un tiempo en prisión preventiva.

Pero la empresa del exyerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, fue la que amplió el registro de involucrados, siendo Arias el encargado de perseguir los aportes ilícitos de SQM al ex candidato Marcos Enríquez-Ominami, el exsenador Fulvio Rossi y el exministro de Economía de Piñera, Pablo Longueira, entre otros.

Ya no estaba sólo la derecha involucrada sino todo el espectro político. Y algo más profundo amenazaba con dinamitar todo el sistema: escarbar hasta las campañas presidenciales de Eduardo Frei y Michelle Bachelet. El nerviosismo de la clase política se hizo evidente con la llegada del nuevo Fiscal Nacional, Jorge Abbott.

El 18 de diciembre de 2017 el entonces ministro de Justicia, Hernán Larraín, se reunió con Abbott para abordar la situación que afectaba al senador Iván Moreira. Casi un mes después, el fiscal Manuel Guerra solicitó una audiencia para suspender condicionalmente al senador que había pedido un “raspado de olla”.

Los reuniones de Abbott con personeros políticos -se supo más tarde- se dieron incluso antes de que asumiera el cargo, juntándose con Guido Girardi, Andrés Zaldívar, Patricio Walker y Jorge Pizarro, este último investigado en el caso SQM y a quien Abbott recibió en su propia casa. “Jamás traté el tema de las investigaciones de las platas políticas con las personas con las cuales yo conversé”, se defendería después.

Lo cierto es que desde entonces las causas vinculadas al financiamiento irregular de la política comenzaron a desinflarse. El 3 de enero de 2016 Arias solicitó su renuncia al equipo de SQM, debido a profundas diferencias en la tramitación del caso desde que la investigación quedara en manos del fiscal regional de Valparaíso Pablo Gómez.

[caption id="attachment_284826" align="alignnone" width="900"] AGENCIA UNO[/caption]

-Cuando entra Abbott lo primero que hace es deshacerse de las causas, ya no es el responsable y entra al escenario Pablo Gómez con SQM - resume Arias. Después devuelven a Pablo (Norambuena) y Carlos (Gajardo) a la fiscalía Oriente y yo volví a Pudahuel.

Poco tiempo después, en agosto del mismo año, tres meses luego de asumir como Fiscal Regional de Rancagua, Jorge Abbott remueve a Arias del caso Corpesca por infringir el derecho de reserva, tras una entrevista donde reveló antecedentes que excederían “su función como fiscal”, según el artículo 64 de la Ley Orgánica Constitucional.

Arias asegura que en esa misma fecha había solicitado allanamientos a las pesqueras y que la medida alertó a los reales dueños del mar, las siete familias. “El real poder”, como lo llama.

-Lo más grave de todo esto es que el país se te pudre porque afecta la democracia. Y la afecta porque se crean leyes que los favorecen. Eso hace que la gente no participe, que se deslegitimen las instituciones y florezcan más delitos en la impunidad.

No era el último escollo que debió enfrentar. En abril del año 2019 el fiscal Sergio Moya, colaborador de Arias en la fiscalía de Rancagua, desató una guerra interna tras acusar a su jefe de varios delitos, justo un mes después que éste abriera un sumario en su contra por haberse reunido con carabineros involucrados en la Operación Huracán.

La tesis sobre un eventual acuerdo entre Abbott y Moya para sacar a Arias del camino, cobró fuerza cuando se filtraron las conversaciones de WhatsApp entre ambos, luego de un peritaje forense al teléfono de Moya dando cuenta que Abbott estaba al tanto de la denuncia antes de ser formulada. “Hay que sacarle la careta de súper héroe”, se lee en uno de los mensajes .

La defensa de Arias se querelló por los delitos de tráfico de influencias, violación de secreto y obstrucción a la investigación en contra del fiscal Moya, el exfiscal Pablo Gómez, y todos quienes resulten responsables.

Si es que hubo acuerdo o no para sacarlo del camino, Arias asegura que sospecha al menos de una “convergencia de voluntades”. Y tiene una teoría al respecto. El cargo de Fiscal Nacional, asegura, es como un reinado. Cada cual lo adecúa a su forma o estilo.  “Puedes ser Ricardo Corazón de León o la Reina Isabel”.

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"El ave rapaz que es cazadora y presa es muy prudente. O si no se muere. Lo mismo pasa con el persecutor. Tiene que jugársela hasta atrapar, aunque le cueste la carrera", explica Arias, intentando descifrar las similitudes entre su profesión y el arte de la cetrería.

-La prudencia en ningún caso es miedo- concluye.