Acoger y no cortar las alas: Así funciona el primer colegio pensado para niños y niñas transgénero en Chile
Fue el 6 de abril pasado cuando la Escuela Amaranta Gómez comenzó a funcionar, con un acto de inauguración en el que estuvo presente incluso la misma muxe mexicana de 41 años que le da nombre –quien viajó especialmente para ello–, y de este modo se convirtió en el primer establecimiento pensado para personas transgénero en Chile y a nivel latinoamericano.
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Ubicada en la sede de la Junta de Vecinos de la Villa Olímpica, en Ñuñoa, la escuela es una iniciativa de Fundación Selenna, que trabaja principalmente en la infancia trans, y fue impulsada por Evelyn Silva y Ximena Maturana, quienes ocupan los puestos de directora y coordinadora del establecimiento respectivamente, como una solución para los niños de la organización que no se sintieron acogidos por la educación tradicional y estaban desescolarizados.
En un comienzo eran seis alumnos, pero con el paso del tiempo ese número aumentó a 18 jóvenes de 6 a 18 años, quienes asisten a clases de martes a viernes, de 09.00 a 14.00 horas, donde los preparan para dar exámenes libres. Divididos en dos niveles, uno que va de 6 a 12 años y otro de 13 a 18 años, la escuela sigue la metodología Waldorf e imparte los ramos de Lenguaje, Matemática, Historia, Ciencias y los optativos de Inglés y Artes.
Fundación Selena es una organización autogestionada y por lo mismo, explican sus integrantes, el proyecto de la escuela se ha realizado de la misma forma. Todos los profesores trabajan de forma voluntaria, y además cuentan con una psicopedagoga que va una vez a la semana y una sicóloga cuyos sueldos están financiados por el Fondo Alquimia, a cargo de mujeres feministas que trabajan por los derechos humanos de mujeres, niñas y personas trans en Chile.
La escuela además cuenta con variados talleres como Arte, Yoga, Manga, Formación Ciudadana, Pedagogía teatral, dos talleres de manejo de las emociones y Programación. "A través de ellos los niños empiezan a explorar y conocer. Los niños trans, que han sido invisibilizados en la educación formal, traen muchas cosas adentro y a través de distintas formas de arte logran sacar mucho de adentro", explica Ximena Maturana.
– ¿Cuáles han sido las principales dificultades que les han transmitido a ustedes los niños y niñas y que los llevaron desistir de la educación formal?
– Lo que pasa es que los colegios no están preparados porque los profesores no conocen la temática trans, y los directores tampoco, por ende, ninguna persona adulta dentro de un establecimiento está preparado para tratar estos temas y tampoco tienen muchas ganas de aprender porque aquí se cruzan muchas cosas, la moral, la biología. Entonces todos opinan algo distinto pero nadie piensa en el niño o la niña, qué pasa con él, qué es lo que siente, cuál es la importancia de que se le respete su nombre social, por ejemplo.
Por eso mismo, los adultos terminan siendo incapaces de dar respuestas a sus estudiantes porque no tienen las herramientas. Otro ejemplo es que nosotros hablamos de cuerpos gestantes, y en los colegios se dice que es la mujer la que tiene guagua, y sabemos de un caso en que una compañera dijo "pero la Juanita no va a quedar embarazada porque es trans y no tiene útero", y la profesora no supo cómo responder porque no sabía cómo tratar las materias que hablan de cuerpos diversos. Entonces a los niños les molesta mucho sentirse invisibles dentro de la sala de clases, porque ellos existen pero no se identifican con este cuerpo que les presentan ahí.
– Según lo que han conocido, ¿cómo crees que ha sido la disposición de los colegios a integrar a estos temas?
– Muchos niños dejaron el sistema formal porque el director le dijo a los padres "sí, no se preocupe, aquí hacemos todo pero no puede decir que es trans" y eso es una carga súper fuerte para poner en los hombros de un niño, porque él tiene que ocultar su identidad. Si es por voluntad propia o se conversó con los padres, eso es decisión de cada uno, pero cuando el colegio te lo impone y no tienes otro lugar donde estudiar es una carga para los niños porque tarde o temprano alguien se va a dar cuenta, o alguien se lo va a decir, si se está ocultando quien es y su propia identidad.
Entonces pasa que los directores ponen mucha carga, quedamos muy a la voluntad de un otro, de lo que dice el director, lo que dice la jefa de UTP, la profesora jefe, porque es la voluntad de ellos. Yo reconozco que la circular del Mineduc sirve mucho, pero si el director te pone puros peros, ese colegio no te sirve. Los niños hacen esos reclamos. También el tema del bullying sí pasa bastante, y muchas veces los niños no lo saben manejar y por eso muchas veces dejan el colegio.
La importancia de los referentes trans
La Escuela Amaranta Gómez ya lleva más de seis meses en funcionamiento, y las temáticas vinculadas a la identidad, expresión y roles de género y los derechos de la comunidad LGTBI se han traspasado a los contenidos que se abordan en cada uno de sus ramos. "Todos son muy críticos de los textos, por ejemplo, en clases de Matemáticas le dicen al profesor '¿por qué es la mamá la que tiene que ir a comprar papas?' o '¿por qué es el papá el que va a trabajar?'. Se dan discusiones súper interesantes", cuenta Ximena.
Por lo mismo, uno de los temas que siguieron de cerca fue la tramitación de la Ley de Identidad de Género, e incluso fueron hasta el Congreso para presenciar la discusión parlamentaria y cuyos resultados consideraron insuficientes. "Para ellos se dividió un poco la infancia entre los que tienen derechos y los que no. Fue una alegría pero también tristeza, porque se dieron cuenta que no todos sus pares iban a poder lograr lo que ahora es posible para algunos", explica.
– ¿Cuáles son las reflexiones que haces luego de estos meses en funcionamiento?
– La evaluación que yo haría es que hemos aprendido mucho pero nos falta mucho todavía por aprender. Nuestra meta es ser un espacio propio y poder acoger a más niños, que puedan recibir esta educación que no apunta solo a niños trans, sino a todos que quienes necesiten un espacio como este, una educación personalizada. Un espacio así se parece mucho a un colegio particular y muy pocas personas pueden pagar eso.
– ¿No crees que sea un problema que de cierta forma se cree una especie de burbuja?
– Lo que pasa es que esto nunca fue excluyente para niños trans, porque efectivamente cuando le contamos a los papás de la fundación de este espacio, hubo dos que presentaron la inquietud de saber si podían ir sus otros hijos (cisgénero) porque también tenían algunos problemas dentro de los establecimientos en que asistían, como que los molestaban, el aprendizaje no lo lograban porque habían muchos niños y ellos necesitaban una escuela más personalizada. Y eso hasta el día de hoy sigue así.
Además, es importante destacar que estamos creando espacios seguros para los niños, pero también se les saca a otras partes porque también ellos tienen que entender que las herramientas que se les entregan en la escuela las tienen que aplicar en la vida. Se les enseña el autocuidado y se les habla, por ejemplo, de que no van a poder andar a las 12 de la noche solos porque corren un riesgo mayor.
– ¿Por qué eligieron nombrar la escuela en honor a Amaranta Gómez?
– Amaranta es una figura súper potente porque ella tiene muchas situaciones de discriminación. Primero porque pertenece a una etnia, porque tuvo un accidente y perdió parte de un brazo, es trans, y además es mujer. Tiene muchas características que la hacen muy vulnerable, pero ella estudió en una universidad, tiene un título, y queríamos resaltar el hecho de que las personas trans también tienen la opción de educarse, que no es necesario tener que salir a trabajar o no poder ser lo que uno quiere, eso no te tiene que cortar las alas. Los niños son súper valiosos, tienen mucho potencial todos y lo que queremos es que aquí puedan sacarlo afuera.
Como la Amaranta está viva, vino a la inauguración y compartió con nosotros, eso también es relevante porque los niños la pueden ver, que existe, que es real y que ha logrado muchas cosas a pesar de las dificultades que se le han impuesto. Sobre todo el propósito es quitar esa idea de que porque "soy trans, voy a tener que ser una prostituta porque eso me dijeron que hacen las personas trans", o que "me voy a tener que quedar en la peluquería". Yo no creo que eso sea malo, pero si lo van a decidir que sea una opción, no una imposición social. Además, ellos saben que tienen que luchar diez mil veces más que otros para poder demostrar quiénes son, siempre van a tener que ser los mejores, entonces por eso era importante que el referente fuera alguien potente.
– Claro, en el fondo es la importancia de que los niños y niñas tengan sus propios referentes
– Sí, la idea siempre fue que llevara el nombre de una persona trans adulta porque entendemos que han tenido que luchar y abrirse espacios, la han pasado mal, muchas se han tenido que prostituir y han dado la cara por una lucha porque ya no tenían nada que perder, ya lo habían perdido todo e incluso muchas han sido abusadas y maltratadas cuando niñas.
Para nosotras como fundación es súper importante y escuela que los niños tengan referentes de adultos trans que sean un reflejo de lo luchado, siempre les decimos "tú sales a la calle y tienes derecho a tu identidad y tener un espacio más seguro porque hubo personas que lucharon por ustedes", que salieron a la calle y que pusieron el pecho a las balas. Gracias a ellos tenemos los logros que tenemos porque ellos pavimentaron el camino.