Las protestas antigubernamentales en Irán ya han dejado 21 personas muertas, luego de que este lunes se registraran al menos 9 fallecidos en diferentes ciudades de la provincia iraní de Isfahán, unos 350 kilómetros al sur de la capital, Teherán, y más de 450 detenidos.

Las movilizaciones empezaron el pasado 28 de diciembre y en un principio se explicaron como un rechazo masivo en contra de la situación económica y la carestía de la vida, sobre todo  debido al aumento de los precios provocado por la inflación y el incumplimiento de las promesas que había hecho el presidente, Hasan Rohaní, en su campaña electoral. El mandatario aseguró que el acuerdo nuclear sería el primer paso necesario para acabar con el aislamiento del país y la recuperación económica.

En este sentido, pese a que la economía ha crecido con Rohaní, el desempleo no ha disminuido, sino que lo ha aumentado por encima del 12%, fundamentalmente por el mal funcionamiento del sector que no tiene que ver con el petróleo. Los sectores económicos que deberían crear empleo no lo hacen y, por ejemplo, el desempleo juvenil está oficialmente en torno al 20%, pero la cifra real podría ser el doble, lo que afecta a los licenciados universitarios, pero también a los jóvenes sin formación fuera de las grandes ciudades. Entre ellos hay muchas familias de clase baja y trabajadora que no se movilizaron en la rebelión contra el régimen en 2009 –protagonizada por estudiantes y clases urbanas y profesionales de clase media–, y que sí están participando ahora en las manifestaciones de los últimos días.

La corrupción tiene mucho que ver con algunas de las penurias económicas que viven los sectores más necesitados, que incluso han visto perder sus ahorros por el hundimiento de algunos bancos.

Las políticas económicas son responsabilidad directa del gobierno moderado de Rohaní, pero los eslóganes cobraron rápidamente un carácter político con ataques directos contra el sistema de la República Islámica, el presidente Hasan Rohaní y el líder supremo del país, Alí Jameneí.

Saber exactamente cuál es la principal reivindicación de los manifestantes es difícil porque no hay una estructura política que haya convocado nada, no hay líderes o un programa político que haya provocado la movilización. Existió un canal de Telegram llamado Amad News, con unos 700.000 seguidores, en el que aparecía información permanente sobre manifestaciones, convocatorias y vídeos de las marchas. Sin embargo, Telegram cerró ese canal por incluir llamamientos a la violencia, incluida la petición a la gente de que usara cócteles molotov contra la policía. Telegram e Instagram, ahora bloqueados temporalmente por el gobierno, cuentan con más de 20 millones de usuarios en Irán cada uno y son la principal herramienta de comunicación para muchas personas.

Incredible rage toward the security forces in Tuyserkan, a county seat of 40,000 in the province of Hamadan. This could be a scene out of Sidi Bouzid seven years ago. pic.twitter.com/7uo4W3O9TY

— Borzou Daragahi ?? (@borzou) 2 de enero de 2018

BBC video from a small town Abhar, Iran shows protestors taking down Iran Supreme Leader’s banner pic.twitter.com/7ieZIzB00R

— Ragıp Soylu (@ragipsoylu) 30 de diciembre de 2017

Último precedente en 2009

Las protestas de los últimos días llegaron al alcance del movimiento de protesta de 2009, que denunció  la reelección del ex presidente ultraconservador Mahmud Ahmadinejad. En la represión de este movimiento murieron 36 personas, según un balance oficial, y 72 según la oposición.

A diferencia de entonces, pero, en esta ocasión no ha intervenido la Guardia Revolucionaria Islámica, un organismo militar fundado tras la revolución de 1979 y cuya función, a diferencia del resto de las Fuerzas Armadas, no consiste en defender las fronteras del país, sino proteger a la república islámica como sistema político y religioso. Depende directamente de Jamenei, y no de Gobierno. Ese sería el punto de no retorno que indicaría que el Gobierno está seriamente preocupado.