
Desde Arica a Tortel: la red de boyas que revoluciona el monitoreo marino en Chile y permite alertas de tsunamis
Investigadores chilenos desarrollan un innovador sistema de monitoreo marino que mejora la gestión portuaria y permite alertas tempranas para tsunamis, varazones y actividad pesquera. El proyecto, financiado por ANID a través de un desafío público de la Armada, ya tiene cobertura desde Arica hasta la comuna austral de Tortel.
El proyecto de Centro de Datos Oceanográficos y Meteorológicos Aplicado a Operaciones Portuarias (CDOM) representa una innovación tecnológica para los puertos chilenos. En entrevista con El Desconcierto, Camila Fernández, directora del Centro de Investigación Oceanográfica COPAS Coastal de la Universidad de Concepción, explica cómo funciona esta red de boyas oceanográficas que está transformando la gestión marítima nacional.
— ¿En qué consiste este innovador proyecto para los puertos en Chile?
Este proyecto nació de un llamado de desafío público financiado por ANID que provenía de la Armada de Chile, como una manera de facilitar la gestión portuaria optimizando la capacidad de monitoreo y predicción. Lo que necesitamos es un mejor sistema para predecir la altura de marea y los vientos, para poder abrir y cerrar los puertos de forma más precisa.
Hoy casi todos los puertos del país tienen un exceso de cierre que se puede evitar. Cada puerto es diferente. Ya hemos sensorizado los tres primeros y nos queda Antofagasta la próxima semana, con eso tenemos una cobertura a nivel país que nos permite entregar datos en tiempo real a la Capitanía de Puerto y mejorar la gestión portuaria.
— ¿Cuál es la función de las boyas utilizadas?
El puerto de Coquimbo nos contrató por cinco años para proveer el mismo servicio una vez terminado el proyecto, lo que es prometedor. Dependiendo de las características del puerto que nos contrata, instalamos boyas oceanográficas que vigilan el viento y variables en el agua y en la atmósfera, pero también la altura de la ola.
— ¿Qué datos específicos pueden recopilar estas boyas?
Todas las boyas están sensorizadas no solamente con temperaturas en línea, sino también con oxígeno. En todas las costas de Chile, en particular en la zona central, somos sensibles a las varazones por fenómenos de hipoxia. Cuando hace mucho calor o hay otro tipo de condiciones, se agota el oxígeno en el agua y empiezan a varar crustáceos, sardinas, anchovetas y otras especies. Si uno puede saber eso con un poquito de antelación, hay pérdidas económicas que se pueden prevenir.
También tenemos alertas que hemos podido hacer dependiendo de los sensores con gases de efecto invernadero, y con la llegada de especies tóxicas, por ejemplo de microalgas. Tenemos la posibilidad de instalar sensores que nos permiten tener imágenes de las microalgas presentes y tener una alerta temprana para marea roja.
— ¿Cómo reaccionó el sistema a raíz del reciente tsunami ocurrido en Rusia?
Con la llegada del último tsunami pudimos ver cómo la ola se acercaba a Chile desde Arica hasta Tortel, donde tenemos sensorizado. El tsunami llegó a nuestro país con una altura de ola muy discreta. Pudimos ver el paso y la llegada de los distintos trenes de ola a nivel latitudinal, desde el norte de Chile hasta el sur. Eso ya es una cobertura en tiempo real de un fenómeno que viene desde otras latitudes, lo que es sumamente interesante desde el punto de vista científico.
Ha sido muy interesante tener sistemas de monitoreo en vivo cuando ocurren eventos extremos como los ríos atmosféricos o grandes tormentas, que a veces nos desplazan los anclajes que tenemos, tal es la fuerza que tienen el oleaje y los vientos. Las inundaciones de 2023 y 2024 también las registramos, lo que nos permite tener una línea de investigación ligada a extremos de cambio global.
— ¿Qué información útil puede entregarse a la población en general?
La altura de la ola, el viento, la capacidad para reaccionar a eventos de marejada, incluso en verano que han causado accidentes, eso es sumamente útil para toda la población. Los modelos predictivos que hacemos también se pueden aplicar a naufragios y otro tipo de situaciones. La oceanografía operacional puede actuar tanto en la salud de las personas como en la logística y la operación de puertos y zonas costeras en general.
— ¿Por qué razón este proyecto es tan relevante para la ingeniería y la ciencia nacional?
Permite dar un salto tecnológico en cosas tan básicas como mejorar la gestión de puertos, donde reposa el 95% de las exportaciones e importaciones de Chile. Aunque parezca un país terrestre que mira al asado más que al pescado frito, es un país marítimo. Exportamos e importamos casi todo por vía oceánica.
Es muy importante poder tener una idea clara de lo que está pasando y elegir muy bien dónde ponemos puertos y qué tipo de puertos vamos a poner, porque las condiciones son muy variables. La costa es tan dinámica que hay lugares que se prestan mejor para ciertas actividades. Es crítico, es una de esas actividades económicas en Chile donde hay que tener el cambio climático en primera línea.
— ¿Cuáles son los próximos pasos para este proyecto?
Aparte de sensorizar los puertos, tenemos dos metas. La meta a largo plazo de COPAS es tener la región del Biobío mejor sensorizada que ninguna otra región de Chile, porque esa es nuestra casa. De ahí expandir nuestras actividades al resto del país.
Acabamos de adjudicar un Fondef IDEA que nos va a permitir sensorizar también la pesca artesanal. Colaborar con los pescadores artesanales cada vez que hagan un lance, obtener datos oceanográficos que les podamos devolver en forma de modelo predictivo y poder hacer una mejor evaluación de dónde están los recursos pesqueros.
Hoy más o menos el 60% de las salidas pesqueras son en blanco, quiere decir que van a buscar pero no recolectan nada. Podemos bajar ese porcentaje de forma significativa trabajando junto con la pesca artesanal. Vamos a sensorizar también las redes de pesca y empezar a tener monitoreo en tiempo real. A causa del cambio global hay especies que se están corriendo hacia el sur, nichos de pesca que ya no existen. Esa es la nueva realidad para la pesca y podemos ayudar a adaptarla.