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Preservar la biodiversidad en el mundo: La COP16 de Roma concluye con un plan de trabajo de cinco años
Finalmente, ha acabado la conferencia de Naciones Unidas sobre la biodiversidad y los países convocados en la ciudad de Roma adoptaron un plan con el objetivo de propiciar el financiamiento para la conservación de la naturaleza.
Tras suspender las conversaciones en noviembre de 2024, los países ricos y en desarrollo pactaron acuerdos con miras a un plan de trabajo enfocado en liberar los recursos que se necesitan para frenar la devastación de la naturaleza y lograr una distribución equitativa del dinero a los países más vulnerables.
“El aplauso es para todos ustedes. Han hecho un gran trabajo”, expresó la presidenta de la COP16, la ministra colombiana de medio ambiente, Susana Muhamad.
“Nuestros esfuerzos muestran que el multilateralismo puede traer esperanza en un periodo de incertidumbre geopolítica”, sostuvo el ministro canadiense de medio ambiente, Steven Guilbeault.
“El pacto permite borrar un poco el fantasma de Cali. Esa ciudad reunió a 23.000 participantes a las puertas de la jungla colombiana, pero terminó el 2 de noviembre sin acuerdo tras una noche de ásperas disputas”, comentó Muhamad.
Pasos a seguir
La nueva determinación fija el rumbo en términos de financiamiento, dos años después de un acuerdo histórico para detener la destrucción de la naturaleza, salvaguardando los ecosistemas y la fauna de los que dependen los seres humanos para su alimentación, la regulación del clima y la prosperidad económica.
También estipula dos caminos para los años futuros: hallar miles de millones de dólares de financiamiento extra destinado a la biodiversidad y decidir las instituciones que cooperarán con aquellos recursos.
Además, los países adoptaron reglas e indicadores que deben medir y verificar los esfuerzos de la humanidad de aquí a la COP17 en 2026, en Armenia.
Soluciones ambientales
El acuerdo de Roma aplaza hasta 2028, durante la COP18, la certeza sobre si crear un nuevo fondo específico bajo la autoridad de la CBD (Convenio de Biodiversidad Biológica), como lo reclaman los países africanos, o si reformar los instrumentos existentes, como el Fondo Mundial para el Medioambiente, para ser más accesibles para los países en desarrollo.
“Con este marco financiero tenemos el plato, ahora nos falta encontrar la comida”, manifestó Daniel Mukubi, representante de la República Democrática de Congo.
Los países participantes ya habían acordado resolver la deforestación, la sobreexplotación de recursos y la contaminación que amenazan la alimentación, la salud, el clima y la conservación de un millón de especies.
En Roma, sus delegaciones tenían el cometido de evitar otra decepción para la diplomacia ambiental, atenuada por el estancamiento de las negociaciones acerca de la contaminación plástica, las tensiones Norte-Sur sobre la financiación climática y el retraso en el abandono de los combustibles fósiles.
El jueves 26 de febrero, un nuevo texto propulsado por Brasil en nombre de los BRICS, el bloque de economías emergentes que incluye a Rusia, India y China, puso los cimientos para una última declaración.
“Es un acuerdo “histórico” que allana el camino hacia el mecanismo financiero que esperamos desde hace más de 30 años”, festejó la negociadora brasileña Maria Angelica Ikeda, fundamental en el último tramo de las negociaciones.
Estas tuvieron lugar en un contexto marcado por las tensiones aduaneras, las crisis presupuestarias de países ricos como Francia y Alemania, el peso de la deuda de los países pobres y la congelación reciente de la ayuda al desarrollo estadounidense proclamada por el Donald Trump.
Estados Unidos, que no firmó la CDB, pero es un contribuyente financiero importante, declinó a estar presente en la reunión de Roma.