En 2024, el testimonio del palestino Youseff Salem impactó al mundo. Desde su forzado exilio en Turquía, Salem contabiliza, mediante una planilla Excel, los detalles detrás de la muerte y/o desaparición de alguno de sus familiares en Gaza. Según informó Salem al diario francés Le Monde, a octubre del año pasado, la cifra de sus familiares fallecidos alcanzaba la escalofriante suma de ¡270 personas!, que van desde el mayor con 90 años hasta un recién nacido. Salem señaló que a esas alturas “un tercio de nuestra familia extendida ha sido aniquilada".

A partir de testimonios como el de Salem, y de otros antecedentes recopilados desde prestigiosas organizaciones y medios de comunicación internacionales, esta columna se atreve a plantear la interrogante de si las actuaciones del Estado de Israel, en su última invasión al territorio palestino de Gaza, pueden ser categorizadas bajo lo que el derecho internacional define como prácticas genocidas.

Antecedentes

Desde fines de 1949, el Estado de Israel, a instancias del mismo genocidio que su pueblo judío vivió bajo el régimen nazi, firmó y luego fue uno de los primeros en ratificar la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU, que en su artículo II claramente estipula que “se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal...”.

Las pruebas

Diarios como El País estiman que en estos 15 meses que van desde la invasión a Gaza por parte del Estado de Israel, especialmente por el despliegue territorial de su ejército, así como por los constantes bombardeos que realiza su fuerza aérea, han fallecido unas 47.000 personas; de ese total, ¡la mitad serían mujeres y niños!

Asimismo, de los ataques indiscriminados han resultado heridas cerca de 110.000 personas, la mayoría de ellas con lesiones de gravedad, muchas de las cuales han debido terminar en la amputación de alguna de sus extremidades.

Por si eso no bastara, la Sociedad Española de Radiodifusión informa que, en el plano de la infraestructura vital, cerca de dos tercios de las edificaciones han resultado total o parcialmente destruidas, lo que ha dejado a 1.900.000 personas desplazadas sin hogar, es decir, ¡el 90% de la población! Sin mencionar las centenares de escuelas destruidas o los más de 30 hospitales que han resultado total o parcialmente destruidos por los bombardeos.

En relación a lo estrictamente humanitario, la BBC reporta que el 90% de la población de Gaza no tiene acceso al agua potable ni a electricidad permanente, lo que dificulta, por cierto, la distribución de alimentos y medicamentos. Asimismo, reportes de seguridad alimentaria de la ONU señalan que el bloqueo total del territorio de Gaza, mantiene casi a la totalidad de la población palestina con hambre extrema.

Las advertencias

Al plantear un posicionamiento genocida hacia el Estado de Israel, este inmediatamente lo catalogará bajo un posicionamiento “antisemita”. Lejos de representarlo, con esa actitud el gobierno israelí busca un aprovechamiento y manipulación mediática ahistórica de conceptos, para de esa manera no asumir sus responsabilidades públicas que como autoridades de un Estado poseen, y que los hace responsables -tanto nacional como internacionalmente-, por todos los actos políticos y jurídicos que lleven a cabo.

Con respecto al punto anterior, basta recordar que según la tradición bíblica, todos los pueblos descendientes de Sem (hijo de Noé) eran definidos como semitas, lo cual incluye a hebreos, árabes y arameos. De igual forma, como hebreos se designaba a los pueblos nómadas del Medio Oriente.

Asimismo, los conceptos de israelita y judío forman parte de identidades culturales construidas a partir de los mismos mitos del Antiguo Testamento y, si bien esta última denominación puede rastrearse religiosamente hasta el presente, no necesariamente involucra una definición jurídico-política en la actualidad.

Un fenómeno análogo ocurre con la noción teopolítica de sionismo, presente desde fines del siglo XIX. Por tanto, desde la fundación de su Estado en 1948, israelí es el término correcto para definir a sus actuales ciudadanos y, por ende, a quienes ejercen su autoridad de mando.

Si la aclaración anterior es relevante, también lo son los antecedentes que explican el actual conflicto. La matanza y secuestro de civiles que Hamás llevó a cabo en territorio israelí el 7 de octubre de 2023, y que dio inicio a la invasión a Gaza, sin duda también merece el mayor repudio y la condena internacional.

Con respecto a este último punto, Hamás justifica su ataque armado principalmente por los constantes asesinatos que el Estado israelí comete en su territorio contra su pueblo. Recordemos que hace unos meses, la resolución A/ES-10/L.31 de la ONU determinó que “Israel tiene la obligación de poner fin a su presencia ilegal en el Territorio Palestino”.

Por su parte, el Estado de Israel justifica su duro actuar contra la población palestina aduciendo razones de seguridad nacional.

Síntesis

Si bien en este caso, y en muchos otros también, la comunidad internacional ha guardado silencio cómplice, al menos recursos judiciales presentados por insignes representantes de ONGs contra las autoridades israelíes han sido acogidos por la Corte Penal Internacional, e incluso desde su fiscalía ya se encontrarían solicitadas las órdenes de captura internacional.

Lamentablemente, existe cierta desconfianza en que lo anterior pueda hacerse efectivo, especialmente porque el Estado de Israel no solo no ha ratificado el Tratado de Roma que sanciona los crímenes de lesa humanidad, sino porque además cuenta con el amparo del aún poderoso Estados Unidos, quien actúa como su garante y, por ende, le otorga impunidad a las actuales autoridades israelíes.

Entonces, tras estos primeros antecedentes que buscan explicar un complejo conflicto bélico, vuelvo a replantear la pregunta inicial: ¿cree usted que Israel es un Estado genocida?