Valdivia, una ciudad de placeres gastronómicos, cerveceros y chocolateros

Valdivia, una ciudad de placeres gastronómicos, cerveceros y chocolateros

Por: Felipe Rodríguez Cádiz | 26.11.2024
La capital de Los Ríos es, además de su incontrastable belleza, un centro de experimentación de productos con inspiración germana. Más fanáticos de la carne que de los pescados y mariscos, ilustres hacedores de sándwiches sobresalientes, sus habitantes también apuestan por crear cervezas artesanales de calidad y chocolaterías con carácter y sofisticación. A pocas semanas que comience la temporada veraniega, recomendamos algunos lugares imperdibles para conocer que se come, se bebe y se endulza en una de las ciudades más hermosas de Chile.

Das Haus

La opinión es unánime. Pocos comedores enlazan tan armónicamente la tradición gastronómica de un lugar como Das Haus en Valdivia. Si se le pregunta a cualquier persona con domicilio en esa ciudad por algún sitio para ir a comer con raigambre local, más del 90% responde Das Haus.

Ubicado en una estratégica zona en el centro de Valdivia, es un negocio que funciona a pequeña escala y con precios que se ajustan a su calidad. Son dos ambientes, con atención en barra y mesas que no sobrepasan las cincuenta personas, y donde priman las maderas de evidente inspiración sureña. La atención es solícita, pero sus sándwiches y platos clásicos como el crudo - compuesto por una rebanada de pan de molde con 70 gramos de carne magra y cebolla- y la mechada italiana -con una carne sabrosa, suave y que se desmenuza con una cuchara- son impecables, de primer nivel. Hay sándwiches de lomo, salchichas -de la zona, obvio-, vegetarianos, pailas de huevo, cafés, chocolate caliente y una breve y deliciosa variedad de productos de pastelería (local) como kuchenes de fruta y de nuez y pie con fruta. Y, por supuesto, schops con acento en cervecerías artesanales de la región más algunas industriales.

Es una carta que parece exigua, pero es suficiente y donde la frescura de sus materias primas es de categoría. Comer y beber en Das Haus es una experiencia gratificante que no solo eleva el estándar gastronómico regional, sino que es un lugar que, como referente turístico, puede impulsar a otros sitios de la ciudad y alrededores a alcanzar ese mismo estado de prestigio.

O’Higgins 394.

Consumo Promedio: 20.000 pesos.

@dashaus1959

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La Valdiviana

Inaugurada en octubre de 1976, hace 48 años, La Valdiviana es una de las picadas más reconocidas de esa ciudad. Aunque para las antiguas generaciones su nombre se asocia al lugar donde los comensales llegaban a reponer el estómago tras una noche de fiesta -abría a las 20 horas y cerraba a las 5 am-, su presente cambió tras la pandemia. Ahora, su horario es de almuerzo y hasta las 16.30 horas, aunque los planes son que, en los próximos meses estivales, el restaurant vaya paulatinamente cerrando más tarde, aunque sin estar abierto hasta el amanecer.

Regentado por Sabino Martin, hijo del dueño original del mismo nombre, este local de aspecto simple -con un decorado que recuerda las películas del finlandés Aki Kaurismaki- tiene un símil con la desaparecida Casa de Cena capitalina. En La Valdiviana, existen un plato característico: la cazuela. En sus especialidades de vacuno y ave, tienen ese sabor casero tradicional, que activa los sentidos en cada cucharada. Entre sus particularidades sureñas, cada cazuela está acompañada de sopaipillas hechas en el mismo lugar, de masa gruesa e ideal para sumar calorías. También incluye un pebre suave que imprime más sabor que picante al caldo. Como en la época de su padre, Sabino jr. no ha querido sumar ensaladas para acompañar las cazuelas. “Mi padre lo hacía así y no es necesario”, afirma. Hay una breve carta de cervezas y vinos en un lugar que suma calidez y carácter sureño.

Errázuriz 1785.

Consumo promedio: 15.000 pesos.

@lavaldiviana

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Salón de té y chocolatería Entrelagos

A pasos de la plaza de Armas de Valdivia, es uno de los lugares turísticos del centro de la ciudad que reciben más visitantes y, también, oficinistas. Con una marca en expansión nacional -cuenta con sucursales en varias regiones del país-, el salón de té Entrelagos es un lugar sobrio, de aspecto ochentero y que sobresale porque ofrece cervezas, champañas y destilados producidos en la misma zona.

Hay una atención diligente, con gente de experiencia, donde priman las tablas -incluso una peruana, con lomo saltado, brochetas de camarón y empanadas de ají de gallina-, la repostería con fuerte raigambre germana, unos imperdibles churros y menús de almuerzo para adultos y niños de lunes a sábado y, con mayores opciones -y un precio más elevado-, los domingos. Los sándwiches son contundentes y sabrosos. El lomito alemán, por ejemplo, compuesto por láminas de cerdo cocinado en su jugo en pan brioche con palta, tomate y mayonesa, es para no ir por una repetición. La única distracción es que viene acompañado de unas papas (pre)fritas que, más que sumar, restan porque no tienen expresión. Así como viene, el sándwich es más que suficiente.

Al lado del café está la chocolatería donde abunda uno de los productos clásicos valdivianos: el mazapán. Hay tortas, pasteles, chocolates en sus diversas gamas, calugas artesanales y mucho dulce de calidad. Es un goce para los amantes del azúcar. En los próximos meses, el salón de té y la Chocolatería tendrán cambios. Ambos locales -separados actualmente por un muro- serán uno solo lo que, de seguro, generará una sinergia positiva.

Pérez Rosales 622.

Consumo promedio: 20.000 pesos

@entrelagos_salondete

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Mesa Incógnita

Jerónimo Rosas es un chef con experiencia en Australia que volvió al país con su familia para radicarse en Valdivia. Es una cabeza inquieta, con ganas de desarrollar y dar a conocer los productos marinos de la zona. Ubicado a una cuadra y media de Das Haus, Mesa Incógnita es, por lejos, el restaurant de la ciudad que más busca la excelencia. Obsesionados con la frescura de los pescados y mariscos y con una carta que, debido a ese motivo, cambia de una semana a otra, tienen muchas ideas -algunas todavía dispersas-, pero con un mérito palpable: las ganas de poner en la mesa los mejores elementos que se producen en Valdivia y sus alrededores.

Por fuera, el local parece pequeño. Por dentro, sin embargo, cuenta con distintos salones, innumerables mesas y hasta un patio que está habilitado ahora que el tiempo lo permite. La comida es siempre estacional. Hay tragos como “Quedo pillo con murta y membrillo”, compuesto por un macerado de murta con membrillo junto a sidra de manzana del valle de Mariquina. Como aperitivo, unas buenísimas empanadas de digüeñes, que es un pino de digüeñes de recolección con queso de Máfil. Así como también, unas empanadas de cordero, hechas con cordero guisado y papas cocidas en cubitos, que no es un experimento tan logrado porque los sabores se extravían en la mezcla. Lo que se celebra, sin embargo, es el atrevimiento. Un plato fresco y levantamuertos es “No es un pellizco de marisco”, que contiene langostinos amarillos, navajuelas, pejerreyes, piures, ulte, choritos, salsa de ceviche, palta y limón. La presentación es perfecta y el plato idem. Algunas noches también ofrece carnes y hay variedad de cervezas artesanales locales.

O’Higgins 210

Consumo promedio: 30.000 pesos

@mesaincognita

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La Cava del Buho

Casi inadvertido por unas plantas gigantescas que cubren la mitad de su entrada, este restaurant tiene una fisonomía de cuento. Su decorado te hace imaginar que, en cualquier momento, aparecerán hadas madrinas o enanos con poderes mágicos. Idealmente para un público sub35 en adelante, La Cava del Buho cuenta con algunas particularidades. Abre a partir de las 19 horas y su especialidad son las carnes.

De entrada, hay preparaciones marinas y también un surtido de empanadas fritas -de carne y mariscos- con buen relleno y sazón expresivo. Los tragos clásicos como el pisco sour son preparados a la chilena -otro punto a favor-, desestimando esa imposición por el gusto peruano que se ha expandido en los locales del país.

Por lo general, la cocina no busca sorprender con florituras ni excentricidades. Más bien, apela a la buena preparación, con sabores definidos y cantidades suculentas, como le agrada al comensal sureño. Una merluza con cebolla caramelizada y hojas verdes junto al filete con papas rústicas son cartas seguras. Es un lugar que en su decorado logra ser acogedor y remite a una cocina chilena tradicional, donde la sensación casera es protagonista.

Avenida Alemania 660

Consumo promedio: 30.000 pesos

@cava_del-buho_restaurant

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Cervecerías Bundor y Nothus

Desde que, a comienzos de la primera década de este siglo, las cervecerías artesanales en Valdivia empezaron a darse a conocer -recuerdo la, ahora, clásica cerveza Cuello Negro-, este brebaje se ha masificado con pequeños productores que, debido a su éxito, han ido creciendo con locales de su propia marca. Entre las más de treinta cerveceras que actualmente despuntan en la capital de Los Ríos, cerveza Bundor cuenta con un bar en el concurrido sector de Isla Teja. Allí, además de sándwiches y tablas, cuentan con su variedad de cervezas que, a modo de cata periodística, sirven con chocolates que son autoría de los mismos dueños de la cervecería. Ninfa es una cerveza fresca, de textura media y con sabor a caramelo. De los grandes aciertos. Otra que destaca -más allá de sus 11 grados de alcohol- es Belzeboo. Expresiva y cálida, tiene un marcado sabor a café y cacao. Ideal para los días invernales que en Valdivia son más de doscientos en el año.

La joya cervecera valdiviana es Nothus. Varias personas asociadas a restaurantes nos recomendaron probarla y es de una calidad sobresaliente. Los dueños poseen un bar en un barrio en que no abundan locales y donde, especialmente, asiste un público juvenil. La especialidad son los sándwiches, pizzas, hamburguesas y tablas -todo muy sub25-, pero acompañados de cervezas de mucha creatividad y calidad. Amanita, con notas de caramelo tostado, es refrescante y adictiva. Session Ipa, también refrescante, es otro de sus puntos altos. Lo mismo que la Golden y Hoppy Lager. Los precios están al alcance de un bolsillo promedio. En rigor, sería ideal que cerveceras como Bundor y Nothus puedan expandirse -sin caer en los tentáculos industriales- por el país. Hay mucho talento y sofisticación en una ciudad especializada en este popular bebestible y que, de la mano de estas dos cerveceras independientes, ejemplifican un desarrollo que evoluciona con calidad y categoría.

Los Alerces 31.

Consumo promedio: 20.000 pesos

@cervezabundor

Santa María 686.

Consumo promedio: 20.000 pesos

@cervezanothus

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Chocolatería Alterfluss

En alemán, Alterfluss significa río viejo y los creadores de esta chocolatería que en 2025 cumplirá 25 años quisieron rendir tributo al río ubicado a pocos metros de su negocio.

Para un turista, encontrar este local de chocolates finos y artesanales es un poco complicado porque está en el lobby del hotel Dreams. El boca a boca es, en general, la manera más básica de llegar a este sitio que reúne algunas de las características más tradicionales de la idiosincrasia chocolatera valdiviana.

En Alterfluss, cada producto se prepara en la misma casa de sus dueños y con elementos de calidad. Los bombones, por ejemplo, están hechos con cacao y destacan junto a los mazapanes, turrones y especialidades propias como las giandujas -pasta de chocolate que contiene sobre un 30% de pasta de avellanas-, polkas y duettos. Son productos elegantes y de calidad garantizada. En el circuito valdiviano de los chocolates y sus derivados, Alterfluss es un sitio en que se va a la segura y donde el sabor que implica trabajar con buenas materias primas es satisfactorio.

Carampangue 190. Local 1

Lobby Hotel Dreams

Consumo promedio: 15.000 pesos

@chocolatesalterfluss

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