Hasta ahora, son más de 260 los incendios que se encuentran activos, en donde se han visto afectadas más de 430 mil hectáreas. La ministra del Interior, Carolina Tohá, informó el pasado 17 de febrero que el 56% de la superficie dañada corresponde a plantaciones forestales, el 12% a bosque nativo y el 17% a terrenos agrícolas.

Bajo este contexto, en la plataforma de cambio ciudadano Change.org resurgió la campaña "Salvemos a los bosques de Chile de las forestales", la cual ha juntado más de 6 mil firmas a nivel nacional y pide al Estado tomar "medidas urgentes para cambiar este modelo, ya que no podemos seguir viviendo los efectos perjudiciales que tiene para la naturaleza y para las personas".

Desde la Red de Superación del Modelo Forestal, los creadores de la petición, apuntan a que ven “cómo el modelo forestal y su industria han exterminado la naturaleza de nuestro país, contaminando nuestros suelos y las aguas, además de favorecer los incendios forestales”.

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“Todos queremos vivir en un país libre de contaminación y que cuida a su naturaleza, donde podamos ver nuestros bosques, sus animales y tener una buena calidad de vida, por eso el modelo forestal que tanto daño ha causado tiene que parar”, se lee también en la petición.

Según un informe de 2020, realizado por el Centro de Ciencia del  Clima y la Resiliencia, algunas de las razones sobre cómo y por qué ocurren los incendios forestales en Chile corresponden al cambio climático, el aumento de las áreas donde se interconectan zonas urbanas y rurales, y el incremento de plantaciones forestales de alta inflamabilidad.

La Red de Superación del Modelo Forestal, creó en julio de 2022 un petitorio dirigido al Estado de Chile, donde manifiestan que “comprendemos como imperativa la necesidad de transformación de este modelo y creemos urgente establecer nuevas regulaciones que prevengan los desastres ecológicos y sociales”.

Entre los puntos de este petitorio se encuentra establecer impuestos territoriales a la industria forestal; “transformar una proporción de territorio que hoy es de uso forestal, en zonas destinadas a la agricultura ecológica, la permacultura, la agricultura familiar campesina y la agricultura de conservación”; y “admitir públicamente que la industria forestal produce pobreza y desruralización, para avanzar en el diseño de políticas públicas acordes a esta realidad”.