Desde que comenzaron los feroces incendios en el sur del país el pasado 30 de enero, los ojos han estado puestos en las gestiones del gobierno para responder a la crisis.

Con La Araucanía, Biobío y Ñuble aún manteniendo sus alertas rojas por la emergencia, poco a poco se van extinguiendo los focos y, desde el gobierno, se prevé que podrán ser controlados totalmente a fin de mes.

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A través de la condonación de deudas, bonos de recuperación, entrega de viviendas de emergencia y querellas contra presuntos autores —y también contra quienes impidan el trabajo de brigadistas— el Ejecutivo ha movilizado sus distintos equipos en terreno.

El Desconcierto consultó a tres especialistas en comunicación política y digital para saber su opinión sobre el despliegue del gobierno en la emergencia y si ha estado a la altura de las circunstancias.

El valor del “tono”

Enzo Abbagliati, director ejecutivo de Factor Crítico y profesor de estrategias de comunicación digital de la UDD, valora el despliegue que ha hecho el gobierno, ya que marca un giro después de un primer año “lleno de desprolijidades en redes sociales”.

Así, destaca la coordinación entre las distintas cuentas de redes sociales de las autoridades, donde el gabinete ha demostrado un “tono compartido” en la forma de comunicar a la ciudadanía, al enfatizar “mucho la línea de la cercanía con la gente, con las familias damnificadas”.

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El experto también destaca la preocupación por “transmitir que tienen la capacidad de movilizar recursos para enfrentar la emergencia”. Así también las interlocuciones con el sector privado, otros países, y los distintos estamentos que puedan colaborar con la emergencia.

Mismo análisis hace Daniela Campos Letelier, magíster en Ciencia Política y académica UNAB, quien también subraya que en octubre el gobierno se adelantó al presentar el Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales en el período 2022-2023, aumentando el presupuesto de la Conaf en un 22%.

Agrega que, en comparación con los incendios que azotaron el país el 2017 bajo la administración de Michelle Bachelet, donde el gobierno se demoró 11 días en gestionar privadamente el Super Tanker, este año fueron cuatro días para conseguir el Ten Tanker de manera pública.

Por su parte, Paula Walker, académica USACH y exdirectora de Comunicaciones del gobierno de Michelle Bachelet, coincide y destaca tres claves de la gestión del gobierno.

Primero, releva que “desde el comienzo está en terreno y desplegó a las autoridades de las regiones y de los ministerios con una mirada sistémica: desde educación hasta defensa, incluyendo al presidente que da el ejemplo y suspende sus vacaciones”.

Segundo, la periodista explica que el gobierno entendió “la importancia de la seguridad en las regiones afectadas y decreta la presencia de las Fuerzas Armadas”. Finalmente, “pide ayuda a los privados y a los países que pueden aportar con personas, tecnologías y experiencia”.

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Exposición de las autoridades

La tragedia provocada por los incendios ha puesto el acento en un área que era poco conocida del gobierno de Boric, y en particular de su gabinete: la gestión de la crisis.

En ese contexto, Daniela Campos destaca a la ministra del Interior, Carolina Tohá, quien a través de su liderazgo ha sido capaz de “reunir a todos los ministerios en torno a esta emergencia”.

La analista de la Red de Politólogas también menciona a la ministra Camila Vallejo en su rol de vocera; al titular de Agricultura, Esteban Valenzuela, quien se ha visto “muy cercano y trabajando en terreno” en Ñuble; a Carlos Montes, que ahora asumió de enlace en Biobío; y a Javiera Toro, ministra enlace en Los Ríos.

Por su parte, Paula Walker también destaca a Carolina Tohá y plantea que, junto con el subsecretario Manuel Monsalve, “han llevado un ritmo de emergencia e imprimen orden en la entrega de información y la presencia en terreno”.

Un contrapunto plantea Enzo Abbagliati. A su juicio, es “injusto” destacar a los ministros de manera particular, puesto que “aquí el tono lo ha sentado el propio Presidente a través de sus redes sociales”, que ha sido seguido por todo su gabinete, unos desplegados en las comunidades afectadas, y otros gestionando y coordinando desde Santiago.

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Los puntos débiles

Una mancha en este despliegue ha sido la canciller Antonia Urrejola, quien se encontraba de vacaciones al momento de la crisis y ha sido cuestionada, especialmente en redes sociales.

Sin embargo, Abbagliati plantea que en esta crisis se ha visto que “independiente de que el ministro o la ministra correspondiente no esté trabajando y esté de vacaciones, la institucionalidad está operando”.

“No creo que haya ninguna autoridad al debe, porque uno podría decir eso cuando ese Ministerio no está haciendo la pega que le corresponde en la emergencia, y todos los ministerios están en este momento alineados”.

Aún así, sugiere que existe una debilidad en la estrategia digital: “El rol de los delegados regionales, de las autoridades permanentes de la región, y también de los gobernadores” , el que debería ser potenciado para la segunda etapa de la emergencia, la reconstrucción de las viviendas afectadas.

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Por su parte, Daniela Campos ofrece un contrapunto y cuestiona las declaraciones de la canciller Urrejola después de llegar al país. “No eran pertinentes, la verdad es que solo restaban y había una polémica que no era necesaria porque el foco estaba en la emergencia”, manifiesta.

También le hace ruido el rol de Giorgio Jackson, quien si bien “lo ha hecho bien, siendo él el ministro de Desarrollo Social debiera destacarse por sí solo”, algo que no habría logrado hasta el minuto.

A su juicio, su presencia en “segunda línea” esconde cierto temor a la exposición y podría responder a que prefiere mantenerse fuera del foco público tras la acusación constitucional en su contra que fue rechazada en enero.

Mismo caso con las ministras Ximena Aguilera (Salud) y Maya Fernández (Defensa) ya que, a su juicio, ambas podrían haber destacado mucho más en sus respectivas áreas.

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Paula Walker afirma que “los grandes ausentes en esta emergencia han sido los partidos políticos, sus orgánicas en los territorios y sus juventudes”.

Esto, considerando que “mientras una emergencia de esta envergadura nos hace cuestionar lo sostenible que es la industria de la madera para los próximos años, los partidos —todos— discuten sobre mecanismos y cupos de poder”.