Exvocero del Apruebo: “Hay factores de la cultura progresista que pesan en la derrota”
“Este es un hecho histórico para nuestro país, por eso creemos necesario que los contenidos de la propuesta de nueva Constitución lleguen a todas las localidades de Chile”, decía esperanzado a comienzos de julio el director ejecutivo de la ONG FIMA, Ezio Costa, antes de asumir como vocero del comando del Aprueba x Chile. Hoy, a casi dos semanas del aplastante triunfo del Rechazo en el Plebiscito, el abogado asegura a El Desconcierto que se siente “decepcionado”.
“Hubo un gran esfuerzo que se hizo por parte de muchas personas para dar con una solución institucional a los problemas sociales que tenemos en Chile. Y cuando digo un gran esfuerzo, fue uno de varios años, no solamente de la campaña misma, ni siquiera de la propia Convención, sino que todo lo que ha venido sucediendo desde hace algunos años para tener una Constitución que nos represente a todos y a todas”, se lamenta.
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“Pero, bueno, el resultado no fue el que esperábamos”, concluye Costa, en la previa a una entrevista donde analiza los principales factores y responsables de la derrota. Una autocrítica necesaria, afirma, para garantizar un nuevo proceso que no repita los errores del pasado.
La falencia de las “banderas progresistas”
- ¿Por qué la campaña no pudo revertir la tendencia que mostraban las encuestas? ¿Se hizo algo mal o había un problema antes de comenzar?
En términos de campaña, creo que el comando y las personas que ahí estuvieron, hicieron todos los esfuerzos posibles por modificar el escenario. Cuando empezamos a hacer la campaña el escenario era muy adverso, lo decían las encuestas, pero también se sabía que esto era así, que había una mala percepción del texto que se estaba plebiscitando.
Además, la campaña tuvo carencias en términos de recursos económicos y, por tanto, de posibilidades de llegar a más personas y a más lugares. Nos enfrentamos a una campaña que venía desde hace muchos meses invirtiendo mucha plata en posicionarse en redes sociales y en los medios, y nuestra manera de contrarrestar eso fue hacer mucho despliegue territorial, porque tampoco teníamos los recursos para hacer otra cosa. Lo que sí teníamos era muchas personas dispuestas a trabajar. Lamentablemente, no fue suficiente para contrarrestar ideas que ya estaban muy instaladas contra el texto.
- Pero, haciendo una autocrítica, ¿qué crees que le faltó a la campaña del Apruebo?
Creo que no tuvimos la capacidad de desmontar algunas de las ideas que planteó el Rechazo. Por ejemplo, los problemas que traería la plurinacionalidad. Pero, también tuvimos una dificultad para saber leer a quién había que ir a hablarle, por lo que nos costó mucho llegar a una cantidad de personas importante, que no vota habitualmente, pero que en este Plebiscito, con voto obligatorio, sí votó.
- La diputada Karol Cariola reconoce que, si bien las noticias falsas y la desinformación igual influyeron, también había gente que votó convencida de que el texto era malo. ¿Concuerdas con la diputada?
Estoy de acuerdo, y agregaría que hay otros factores que también influyeron. No creo que el resultado electoral sea efecto de las noticias falsas, por supuesto que tienen un impacto, pero si uno mira el resultado y la distancia que hubo entre ambas opciones, eso no es sólo noticias falsas. Hay personas a las que efectivamente no les gustaba el texto, y por buenas razones.
También hubo personas que votaron contra el texto quizás no rechazando la nueva Constitución, sino que rechazando el momento político, no solamente al Gobierno, sino a cómo están las cosas hoy. Por ejemplo, la crisis económica a nivel mundial, que obviamente golpea a las personas e influye en el ambiente de polarización que existe en la opinión pública. Y por último, hay un número importante de personas que no les gustó el texto y votaron rechazo para tener un nuevo proceso.
- ¿Qué tan profundo crees que es el triunfo del Rechazo? ¿Crees que hubo una suerte de "derrota cultural" del Apruebo?
No lo veo como una derrota cultural. Sí hay ciertos factores de la cultura progresista que creo pesan en la derrota. Particularmente, me refiero a la multiplicidad de banderas del progresismo que estaban representadas en el texto que se plebiscitó, y que no han logrado generar un relato colectivo que le permita a un elector entender que, todas esas banderas juntas, proponen un modelo de sociedad distinto al actual, pero que tiene además una forma específica.
Ahí hay una falencia que existe, y es cómo mostrar esa forma de sociedad que los sectores progresistas quieren para Chile.
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“Podría haber habido un modelo de campaña informativa más profundo, más grande”
- ¿Crees que la izquierda está pagando los costos de una suerte de soberbia que mostró en la Convención?
No sé quién está pagando los costos. Creo que los estamos pagando como país. Entiendo que la pregunta apela a una lógica más electoral, y me imagino que electoralmente va a haber algún tipo de pago o costo cuando exista una elección. Hoy el Gobierno se ve en una posición menos fuerte que la que tenía antes del Plebiscito, a propósito de la derrota.
Pero, me parece que la soberbia a la que haces alusión tiene que ver con cómo se movió el péndulo del poder, por así decirlo, que pasó directamente hacia ciertos espacios donde efectivamente pudo haber habido una mala lectura de lo que significaba que el poder estuviera en esos espacios. Esa mala lectura fue percibida como soberbia, y eso impactó en los resultados.
- El diputado Ibáñez dice que la campaña del Apruebo no supo leer bien el escenario tampoco. ¿Cuál fue el error de lectura más grande entonces? ¿El de la Convención o el de la campaña?
Creo que la posición de muchos grupos y movimientos, que generalmente han estado en minoría, y que por tanto han tenido que empujar con mucha fuerza para lograr incluso cambios muy pequeños, puestos en una posición de mayoría —que no era autopercibida como tal— no hicieron un ejercicio de intentar incorporar en esta visión de mayoría, también las preocupaciones de quienes habían quedado como minoría.
O sea, no se hizo lo suficientemente bien. Creo que se hizo en algunos momentos, pero fue difícil hacerlo. Entonces, no se lograron incorporar cuestiones que permitieran que el texto quedara en un punto más intermedio, y que fuera aceptable para una mayoría de personas en el país.
- ¿Qué me dices de los partidos del oficialismo? ¿Deberían haber hecho algo de manera diferente?
Estoy gratamente sorprendido de la manera en que trabajaron los partidos durante la campaña. No había participado de este tipo de instancias, y pensé que podía ser más complejo trabajar con los partidos políticos. Uno tiene una visión a veces desde afuera que es más crítica que la realidad. En la campaña tuvieron un comportamiento muy colaborativo.
Si se pudiera hacer la campaña de nuevo, creo que quizás habría que haber empezado antes. La precampaña, por así decirlo, fue llevada principalmente por las organizaciones de la sociedad civil que estuvimos ahí haciendo algún tipo de orgánica para poder luego trabajar con los partidos. Pero, la campaña del Rechazo venía hace más de un año, y la campaña del Apruebo, haciéndola sólo en el último período, y sin un calentamiento durante todo el resto del tiempo, se nos hizo cuesta arriba.
- ¿Qué responsabilidad le cabe al Gobierno en esta derrota?
Creo que el Gobierno actuó como debía hacerlo, en el sentido de ser muy cauteloso y prescindente, tuvo una distancia con la campaña que es esperable y me parece adecuada. Habla bien de la visión de Estado que tiene que tener un Gobierno.
Sin perjuicio de eso, creo que podría haber habido un modelo de campaña informativa mejor, más profundo, más grande. Y esto es una lección muy importante para el proceso que viene, independiente de si la campaña informativa la va a llevar adelante el Gobierno o algún organismo específico, como podría ser una comisión técnica de la Convención: la necesidad de hacer buena comunicación desde que comience el proceso nuevo, hasta que sea el Plebiscito, es una necesidad que quedó muy al desnudo en este proceso.
Ahí el Gobierno, a pesar de que estuvo muy constreñido en sus posibilidades, debió haber hecho una campaña informativa más masiva, a través de distintos organismos públicos, de la municipalidades, que también fueron constreñidas en ese sentido y me parece que no debiera haber sido así. Es súper necesario que el texto sea conocido por las personas, independiente de su contenido, y para imbuirse de una Constitución se requiere de un tiempo más largo y de un acompañamiento, que es algo que debiera ser propiciado por la institucionalidad.
- ¿Crees que estuvo bien firmar un acuerdo para reformar la nueva Constitución, reconociendo antes del Plebiscito que el texto tenía falencias?
No creo que haya sido un factor, ni para sumar ni para restar votos. Sí me parece que era algo importante para los propios partidos del oficialismo tener ese acuerdo, porque habían ciertas diferencias sobre algunos temas y cómo se iban a implementar. En ese sentido, me parece bien.
- ¿No crees que eso ayudó al argumento de la derecha y los sectores del Rechazo de que el texto era malo?
Evidentemente aquí los estados de ánimo terminan influyendo más que el contenido de algunos documentos. Pero, el acuerdo que firmaron los partidos políticos hablaba sobre la implementación y generaba certezas con respecto a la interpretación de algunas normas, pero yo no leo que haya habido un reconocimiento de falencias de la nueva Constitución, sino que un espíritu de los partidos sobre cómo aplicar el texto que se plebiscitó.
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El nuevo proceso y la comisión de expertos
- ¿Qué te parece el rol que ha estado jugando la derecha en los últimos días, por ejemplo al restarse del diálogo de este jueves para un nuevo proceso constituyente?
No me parece muy adecuado. Creo que hubo un compromiso durante la campaña por parte de los partidos de derecha, de que se iba a impulsar el tener una nueva Constitución aunque ganara el Rechazo. Más allá de que ese compromiso pueda generar dudas, espero que lo cumplan, llevando a cabo al menos estas conversaciones con los distintos actores, y llegando a un acuerdo sobre cómo va a ser este proceso.
Entiendo que a los partidos de Chile Vamos les puede no haber gustado que la ministra Vallejo y algunos otros personeros dieran por hecho ciertos mínimos que se estaban conversando todavía en la mesa. En ese sentido, me parece razonable que digan que el acuerdo se alcanza sólo cuando se revisan todos los puntos, respeto esa posición política, pero espero que esa no sea una justificación para bajarse de las conversaciones.
- ¿Cómo debería ser el nuevo proceso constituyente?
Debe mantener la lógica de una Convención Constitucional 100% electa y paritaria. Entiendo que los partidos de derecha tienen mucho interés en que exista un organismo técnico que acompañe el proceso constituyente, y personalmente no me parece que haya un problema en eso. Puede ser algo que fortalezca mucho el proceso, pero ese organismo técnico no debe tomar decisiones ni redactar normas, sino que debe ayudar a la toma de decisiones que deberán hacer los constituyente electos.
- ¿Cómo debería elegirse este organismo técnico o comisión de expertos?
Me parece que la mejor manera en que esos expertos y expertas podrían ser electos para conformar este consejo, es que los nombren los distintos poderes del Estado. Creo que así se daría una garantía de institucionalidad y de cierta neutralidad.
- ¿Qué te parece la propuesta de que sean expresidentes quienes asesoren a la nueva Convención?
Lo importante es el mecanismo de elección. Si la selección de estas personas es a través de los poderes del Estado y tienen una función específica, bueno, hay muchas personas en Chile que están capacitadas para ejercer roles de este tipo, y los expresidentes son parte de ese grupo. No sé si estén disponibles para hacer un trabajo técnico, como debería ser el de una comisión de expertos de este tipo, pero lo que sí me parecería inadecuado es que se le pretenda dar un rol político a los expresidentes a través de un órgano designado.
Si los expresidentes quieren ser constituyentes, que también podría ser un gran aporte, me parece que deberían competir como el resto de las personas que quieran serlo.
- Teniendo en cuenta la historia reciente, ¿ves, por ejemplo, a Sebastián Piñera participando activamente de un nuevo proceso constituyente? ¿Sería prudente esto?
Como experto designado no me parecería adecuado, pero si él quiere competir en una elección de constituyentes y la gente lo vota... bueno, es parte de la democracia.
- ¿Ves viable un nuevo proceso sin independientes, o sólo con gente asociada a partidos como han propuesto algunos sectores?
Me parece que sería un error que se excluya a los independientes y movimientos sociales del proceso. Entiendo que en este minuto, de parte de algunos partidos políticos, existe la sensación de que el proceso constituyente anterior falló en parte por la gran cantidad de independientes que había en la Convención. Yo no estoy tan seguro de que ese sea efectivamente uno de los puntos más importantes por los cuales se rechazó el texto.
Quizás puede haber habido una dificultad mayor para los actores dentro de la Convención a la hora de negociar asuntos. En ese sentido, tal vez la regla de elección tenga que ser un poco más estricta, pero no deberían excluirse independientes ni movimientos sociales, pues hay que entender las diferencias que tienen estos grupos con los partidos políticos, y que a la hora de hacer una Constitución necesitamos que esté la mayor cantidad de gente posible arriba de la mesa, precisamente para llegar a un acuerdo intermedio que nos permita seguir avanzando como sociedad.
- ¿Qué sucedería si la sociedad civil se deja fuera del nuevo proceso?
Creo que se le restaría legitimidad al proceso y al resultado, y como lo que se está buscando es justamente legitimar la institucionalidad pública, es necesario incluirla. Más allá del momento coyuntural actual, donde pueda verse como algo preferible que no estén integrados los movimientos sociales y los independientes, tenemos que acordarnos que hace dos años atrás el panorama era exactamente lo contrario, era cómo dejar fuera a los partidos.
Finalmente no se les dejó fuera, y espero que ahora tampoco se deje fuera a los movimientos sociales. Frenemos este péndulo.