Informe IPCC: Los efectos de la crisis climática se profundizan en América Latina
Un nuevo informe científico alertó sobre los impactos irreversibles de la crisis climática para las próximas décadas en América Latina, una región altamente expuesta, vulnerable e impactada por este fenómeno, que se ve profundizado por factores sociales y económicos como los altos niveles de pobreza e inequidad.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el organismo de la ONU que reúne a científicos del clima de todo el mundo, publicó el 28 de febrero su último informe enfocado en impactos, adaptación y vulnerabilidad. El IPCC destaca las peligrosas y generalizadas alteraciones en la naturaleza que está provocando el cambio climático, afectando la vida de miles de millones de personas.
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El mundo se enfrenta a numerosos peligros e impactos climáticos en las próximas décadas, muchos de ellos irreversibles. El cambio climático seguirá aumentando la incidencia de enfermedades relacionadas con el calor, afectará la seguridad alimentaria y dificultará el acceso al agua. Las consecuencias serán aún más marcadas si el calentamiento global supera los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, el límite inferior previsto en el Acuerdo de París de 2015.
“Este informe es una grave advertencia sobre las consecuencias de la inacción”, dijo Hoesung Lee, presidente del IPCC, en la conferencia de prensa de presentación del informe. “El cambio climático es una amenaza grave y creciente para nuestro bienestar y un planeta saludable. Nuestras acciones de hoy determinarán cómo las personas se adapten y la naturaleza responda a los crecientes riesgos climáticos”.
Los impactos en América Latina
Thelma Krug, vicepresidenta del IPCC, sostuvo que América Latina enfrenta mayores vulnerabilidades que los países desarrollados por el cambio climático, “cuyos efectos se ven profundizados por la pobreza e inequidad”. Ello podría afectar el rol de la región como productor de alimentos y generar inseguridad alimentaria, agregó.
Por ejemplo, entre 2015 y 2019, la duración del crecimiento del cultivo (el tiempo entre la siembra y la cosecha) de soja se redujo en un 4,7 % en Centroamérica y un 3,1 % en el noroeste de Sudamérica. Mientras tanto, la duración del crecimiento del maíz en el mismo período disminuyó 5% en América Central. Dichos cambios pueden interrumpir los ciclos y rendimientos establecidos.
Eventos climáticos extremos ya están afectando a América Latina y están proyectados a incrementarse. La lista incluye la suba de la temperatura y del nivel del mar, la erosión costera y la creciente frecuencia de sequías, que está asociada a una caída en el suministro de agua e impacta en la salud humana y los modos de vida. Por ejemplo, el número de eventos climáticos extremos en Centroamérica ha aumentado un 3% anual en los últimos 30 años.
La Amazonía, una de las mayores reservas de biodiversidad y carbono del mundo, se describe como altamente vulnerable a la sequía. La exposición a las sequías en el bioma aumentó del 8% en 2004-2005 al 16% en 2015-2016, en parte atribuido al cambio climático. Esto ha provocado un aumento de la mortalidad de los árboles y una disminución de la productividad de sus bosques.
“El cambio climático y sus efectos asociados, como la deforestación y los incendios forestales, han hecho al Amazonas más vulnerable. Esto afecta su capacidad para almacenar carbono”, sostuvo Jean Ometto, autor del IPCC y científico de Brasil. “Ya hemos identificado menores lluvias y sequías más intensas en el sur del Amazonas”.
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El IPCC señaló una sinergia entre los incendios, el cambio de uso de la tierra (particularmente la deforestación) y el cambio climático que afecta la salud humana, el funcionamiento de los ecosistemas, la seguridad alimentaria y los modos de vida. En América Latina, las personas están cada vez más expuestas a los peligros de los incendios forestales, con entre uno y 26 días adicionales de exposición en los años 2017-2020, en comparación con 2001-2004.
Desde mediados del siglo XX, el aumento de la precipitación media ha tenido un impacto positivo en la producción agrícola en el sureste de América del Sur. Inversamente, la falta de lluvias ha afectado la agricultura de subsistencia en el Corredor Seco en América Central, comprometiendo la seguridad alimentaria.
La pérdida dramática de glaciares también se destaca en el informe. En los Andes, desde la década de 1980 se ha perdido entre el 30% y el 50% del área glaciar. Los Andes del Sur muestran las tasas más altas de pérdida de masa glaciar en todo el mundo, lo que contribuye al aumento del nivel del mar. El retroceso de los glaciares, junto con el aumento de la temperatura y la variabilidad de las lluvias, han afectado los ecosistemas, los recursos hídricos y los medios de subsistencia.
La región Andina, el noreste de Brasil y los países del norte de América Central son las regiones más vulnerables a la migración y los desplazamientos climáticos. Factores sociales, políticos y económicos interactúan con eventos climáticos extremos, como huracanes, inundaciones y tormentas tropicales.
“La vulnerabilidad de nuestros países al cambio climático depende de una serie de variables interconectadas, como los ecosistemas de los que dependemos y nos dan sustento, la pobreza, el acceso a servicios básicos y la educación”, sostuvo Edwin Castellanos, autor del informe y científico de Guatemala.
El futuro y la adaptación
De no reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los riesgos en América Latina aumentarán significativamente, de acuerdo al informe. Ello incluye las sequías, el aumento de las epidemias por las enfermedades transmitidas por vectores y la inseguridad hídrica por el retroceso de los glaciares y la disminución de la capa de nieve. Por ejemplo, se proyectan sequías más frecuentes, más cortas y severas en la cuenca del Plata.
Se estima que empeoren los impactos sobre los medios de vida rurales y la seguridad alimentaria, especialmente para los pequeños y medianos agricultores y los pueblos indígenas, incluyendo la reducción general de la producción agrícola, la superficie agrícola adecuada y la disponibilidad de agua. Para 2050, se proyectan reducciones de rendimiento de 23% para arroz y entre 4% y 21% para maíz en Centroamérica.
Se prevé también que los eventos de precipitación extrema, que resultan en inundaciones, deslizamientos de tierra y sequías, se intensifiquen en magnitud y frecuencia debido al cambio climático. Un aumento de 1.5C resultaría en un aumento de hasta un 200% en las poblaciones afectadas por inundaciones en Colombia, Brasil y Argentina, 300% en Ecuador y 400% en Perú.
El Amazonas ha sido identificado como una de las áreas de focos persistentes y emergentes de cambio climático regional. En toda la región amazónica, el IPCC proyecta que para mediados de siglo habrá un aumento de las inundaciones fluviales y pluviales, la aridez, la velocidad media del viento, el calor extremo, el clima de incendios y la sequía.
La retroalimentación entre el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra, en particular la deforestación, podría aumentar la amenaza para el Amazonas, dando lugar a un aumento de la ocurrencia de incendios, la degradación de los bosques y la pérdida a largo plazo de la estructura forestal.
“Mientras más rápido empezamos a adaptarnos menor costo habrá. Es mucho más económico invertir en prevención y adaptación que invertir en post desastre”, Liliana Miranda, autora del IPCC y científica de Perú. “Tenemos una ventana de oportunidad para adaptarnos y reducir la vulnerabilidad de América Latina”.
Para el IPCC, el principal obstáculo para la adaptación al cambio climático en América Latina es la financiación. En el Acuerdo de París, los países desarrollados se han comprometido a otorgar US$100 mil millones en fondos para la adaptación y mitigación a países en vías de desarrollo, meta que hasta ahora no se ha cumplido.
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Ya existen numerosas acciones de adaptación en marcha en la región, como la mejora en la cantidad y calidad del suministro de agua, diversificación de cultivos, sistemas de alerta temprana, pago por servicios ecosistémicos, infraestructura verde, soluciones basadas en la naturaleza y observatorios de clima-salud.
Sin embargo, una adaptación eficaz dependerá de políticas y acciones a múltiples escalas, con la participación de los actores de todos los grupos sociales, incluidas las poblaciones más expuestas y vulnerables, de acuerdo al IPCC. Los conocimientos indígenas y locales son cruciales para la adaptación y la resiliencia al cambio climático.
Una vez más, el informe es otro llamado a la acción con un marcado sentido de urgencia.
“La ciencia no ha sido respetada ni oída. A los gobiernos solo les importa si están ganando poder o dinero”, sostuvo Gregorio Mirabal, a cargo de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA). “No hemos podido como humanidad respetar la naturaleza y ahora estamos contra el tiempo”.
Este artículo fue publicado originalmente en Diálogo Chino y re-publicado por Bienes Comunes de El Desconcierto. Puedes leer el articulo original en el siguiente link.