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César Garrido, constructor en Chiloé:
César Garrido cambio Santiago por la isla Tranqui de Chiloé. Foto: cedida

César Garrido, constructor en Chiloé: "Las casas sustentables no tienen que ser caras, esa es una creación del mercado"

Por: Pablo Oyarzún | 18.11.2025
El ingeniero César Garrido relata cómo dejó Santiago para establecerse en Isla Tranqui, Chiloé, donde construye casas sustentables con energías renovables. "Estamos haciendo proyectos para casas, para que puedan acumular el agua, recircularla, y no perderla en el verano", cuenta.

Hace siete años, César Garrido tomó una decisión radical: dejó Santiago, sus bares y restaurantes, y se instaló en Isla Tranqui, en el archipiélago de Chiloé. Ingeniero informático e ingeniero en gestión ambiental, hoy lidera Verde Austral, empresa dedicada a la construcción sustentable con paneles solares, sistemas termosolares y eficiencia térmica.

En entrevista con El Desconcierto, Garrido cuenta cómo cambió su estilo de vida, produce sus propios alimentos y democratiza las tecnologías verdes para que dejen de ser un privilegio exclusivo de quienes tienen más recursos.

Cambio de vida

-¿Qué lleva a una persona a dejar Santiago para cambiar su estilo de vida tan radicalmente, irse tan lejos y vivir de otra forma?

Lo que me pasó fue darme cuenta de que todo lo que trabajaba para buscar tranquilidad y estabilidad se podía conseguir de otra manera, mucho más sencilla y más barata. Yo había tenido experiencia de vida en campo, pero nunca cambiando completamente el estilo de vida.

Uno en realidad lo que busca es vivir bien, tranquilo, seguro, y para eso necesitas una fortuna, necesitas ir trabajando constantemente. Y la experiencia acá, en Isla Tranqui específicamente, me permitió eso. Me permitió llegar a un lugar donde puedo vivir tranquilo, con bastante tiempo libre y súper bien.

Claro, no tengo restaurantes cada cinco minutos, ni comidas caras, ni nada, pero eso no es lo que uno necesita. Fue seguir buscando lo que yo creía buscar en Santiago. La tranquilidad y el bienestar están acá, están en el campo.

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-Ahora cambiaste de rubro. ¿A qué te dedicas actualmente?

Instalo sistemas fotovoltaicos y termosolares, y construyo casas con la mayor componente de sustentabilidad que se pueda.

Foto: cedida

Construcción sustentable accesible

-Hay una percepción de que todo lo sustentable es caro, para cierto perfil de gente. ¿Cómo enfrentas eso?

Me he esforzado en que mis clientes, sin que tengan que pagar ni un peso más que por una casa normal, tengan algún componente de energías limpias, de tratamientos de agua, además de todo lo que implica construir una casa sin despilfarro, porque eso genera un impacto ambiental.

Incorporo tecnologías como paneles solares, calefacción de agua solar, mayor eficiencia térmica, sin poliestireno, sin plumavit. Y eso, para que sea asequible y deje de ser esta cuestión de que solo la gente que tiene plata puede ser sustentable.

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-¿Usas madera para construir?

Sí, preferentemente. Pero uso madera industrial. Hay un tema: hay mucha gente que está feliz porque construyó con madera nativa, pero es madera nativa que cortan sin planes de manejo, porque les da lo mismo exigir los certificados de origen de la madera.

Entonces, trabajar con pino impregnado, que suena terrible, genera bastante menos impacto ambiental que estas casitas con tejuelas de madera nativa que no tienen origen conocido. Porque además, la gente busca cosas bonitas y pagar lo menos posible. Y las maderas nativas certificadas no son baratas, porque la gente que la está haciendo bien es poca.

De hecho, yo trabajo con madera nativa en la parte de mueblería o detalles y terminaciones, pero tengo proveedores que tienen certificación de planes de manejo. Trabajan con canelo, con mañíos y otras especies que están con un plan de manejo. Por lo tanto, tienen la autorización y se pueden transportar y trabajar. Pero eso lo hacemos para detalles de diseño, mueblería y cosas así.

Foto: cedida

Verde Austral

-¿Hace cuánto tiempo que estás emprendiendo con la construcción en Chiloé?

Con el tema de las tecnologías, hace años. Pero acá en Chiloé, construyendo, un poco más de cuatro años.

-¿Ya has podido establecerte para vivir de ese servicio?

Sí. La cosa se mueve y afortunadamente todavía es casi por puras referencias. He tenido la buena suerte de que además las obras no las soltamos, porque todos cometemos errores en construcción, y construir acá tiene sus mañas climáticas, de materiales, de logística. Pero nosotros no soltamos las obras hasta que estemos todos contentos. No nos arrancamos con la obra a medias o la paramos porque se presentó algún problema. Esa es una característica que yo creo que también nos ha diferenciado.

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-¿Cuántas casas o proyectos han tenido que realizar en estos cuatro años?

Lo que más he tenido han sido proyectos de reparación, más de 20. Casas que quedaron mal terminadas o incompletas. Casas que hemos construido por completo con este equipo, un poco más de 10 personas. De hecho, tres casas el año pasado, que es cuando más empezamos a crecer.

Proyectos fotovoltaicos, entre 25 y 30. Y térmicos de agua caliente, súper económicos. La gente les tiene un poco de vergüenza. Dicen: "No, parecen casas del Serviu". Y yo les digo: qué bueno que el Serviu está haciendo casas con tecnología eficiente. La gente a veces tiene vergüenza, pero nace desde el desconocimiento.

Recién ahora disparó. Por ejemplo, instalé en un par de restaurantes en Castro. Instalé en uno y la semana pasada me contactó otro que querían un equipo también, tanto para calentar agua como para electricidad. Porque acá en Chiloé la electricidad se corta en invierno muy seguido y en verano también. Entonces, los restaurantes tienen que cerrar.

Hay dos que yo atendí que no cierran porque tienen luz siempre para atender. Tienen su electricidad con baterías de los equipos solares. Por lo tanto, no pierden la mercadería. Y eso hace correr la voz y empiezan a salir más proyectos.

Desconexión y autosuficiencia

-Me enteré que llegaste a vivir en carpa un tiempo y que tú mismo haces tu alimento. ¿Cómo es tu vida actualmente en ese sentido?

Trato de vivir lo más desconectado posible del consumo. Es una apuesta. Yo tuve un par de bares en Santiago, un restaurante en La Dehesa, me encanta el whisky. No estoy contra eso. Pero acá, me hago hasta la sal. Bajo a la playa, una de las playas que tiene menos circulación acá, y me hago un kilo de sal que me dura un buen rato.

Tengo abejas. Nunca me gustó mucho el azúcar, entonces produzco mi propio endulzante. El huerto, antes de pandemia, que estaba con más tiempo libre que ahora con más obras de construcción, produje comida casi todo el año. Y la proteína acá es de los animales que uno cría, huevo o carne. Un tiempo también tuve chanchos.

Justo antes de pandemia, yo soy ingeniero, soy cuadradito con algunas cosas, anoto casi todo para ver cómo va la cosa. Y antes de pandemia estaba con un 75 o 77% de todos mis alimentos que los producía o los gestionaba yo, sin pagar ni un peso por ellos. Eran mis semillas que las replantaba, eran mis cosechas, era mi proteína de mis chanchos, de mis pollos.

El huerto lo tengo más tranquilo desde el año pasado, porque estaba con más trabajo, pero sigo produciendo mis verduras, mis frutas, berries, que es lo que más se da acá. Por ejemplo, con la manzana me hago cidra y me hago vinagre. Entonces, limón ya casi no compro. Compro limón solo cuando quiero sentir el sabor del limón. Pero para las ensaladas y esas cosas, uso vinagre.

Foto: cedida

-¿Cómo describirías la experiencia de estar viviendo en Isla Tranqui durante siete años?

Mágica. Toparte con la naturaleza y con estos hábitos antiguos de subsistencia, te da una libertad y una amplitud de visión que es brutal.

No sé si mágico es la palabra, porque igual tiene momentos duros. Cuando estuve en carpa estuve un año y medio, tuve tres inviernos en carpa. Igual, un par de veces fueron bien duros, pero sinceramente, creo que hubiese sido mejor venirme mucho antes.

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Imagínate, hasta que yo llegué acá y tenía mi carpa, empecé a comprar herramientas, traje mis herramientas de Santiago y las guardaba en la bodega de un vecino, Manuel, que estaba a 300 metros de mi casa. Las dejaba allá para que no me las robaran, pero él me hizo entender que por esa zona la gente no tenía esa sensación se inseguridad.

Y ahí tú te das cuenta de que uno viene con un montón de aprendizajes malos de la ciudad. Acá, las casas que tienen llave de camino están con llave, pero yo te podría apostar que la mayoría no tienen ni chapas acá. Vivo súper tranquilo. Las herramientas están ahí, me preocupo más de los perros y de los turistas que de los otros humanos, de los que viven aquí.

Foto: cedida

Desafíos y proyecciones

-¿Cómo difundes los trabajos de tu empresa Verde Austral?

Tengo un Instagram que empecé hace tres o cuatro semanas. La web es verde-austral.cl, que ahora espero que a fin de mes la vuelva a activar. La hice yo, con herramientas bien básicas y no está muy bonita, pero ahora están trabajando en el diseño de la nueva, más seria. Ahí tengo algunas fotos de proyectos en la página, en el Instagram. Y la gente puede acceder al Instagram desde la página web.

-¿Cómo ves el tema de la gestión hídrica en Chiloé?

Estamos haciendo gestión hídrica, porque una de las cosas que tiene Chiloé hoy, que la gente de Santiago no entiende o no cree, es que hay sequía acá. Estamos haciendo unos proyectos para casas para que puedan acumular, cuidar el agua, recircularla, porque hay gente que la acumula, pero en verano con el calor se les tapa de alga y la botan. Entonces estamos enseñándoles, sin explotarla, cómo cuidar esa agua para que les dure todo el verano para sus animales y para sus casas.

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-¿Hay alguna apuesta a futuro para la construcción o para los servicios de energía?

Yo creo que la clave es justamente hacerlo ahora antes de que Chiloé se sobrepueble con la gente que puede migrar para acá. Incluso, para la gente que viene en verano ya es un problema para la isla, no solo para Chiloé. Creo que todo nuevo proyecto debería tener incorporadas estas medidas. Es lo mismo que pasa en la región central hace más de 20 años, que no tienen agua.

Imagínate la gente que tiene que vivir ese problema de manera permanente o la que sale a descansar y los únicos 15 días de vacaciones que les da el sistema tienen que llegar a un lugar que está seco, que está feo, que está sucio, que está sin agua. Los proyectos deben incorporarlo porque aparte, sale más barato.

Ese rollo de que es caro, por ejemplo con los paneles solares, en mi margen trato de que sea razonable y no caro para que la gente se pueda meter en el tema. Estamos luchando para que no seamos nosotros los caros, por el contrario. Y garantizamos nuestra instalación y trabajamos con la gente los siguientes dos años de mantenimiento gratuito.