El súbito empoderamiento de Milei tras unas elecciones que parecían tenerlo contra las cuerdas
Apenas pocas semanas antes, el mandatario se tambaleaba en la cuerda floja en medio de una tormenta perfecta que mezclaba convulsión económica, derrotas legislativas en cadena, escándalos de corrupción y candidatos con supuestos vínculos narco.
Se trató además de un triunfo logrado en sus propios términos, que no necesitó alianzas ni concesiones y que confirmó que para gobernar en el país vecino ya no sirve buscar el centro. Hay que pararse en un borde.
Ninguna encuesta anticipó el favorable escenario político que acompañará al mandatario libertario a partir del mes de diciembre, mucho menos después de la golpiza electoral recibida en la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre, cuando perdió por 14 puntos frente a su archi-enemigo: el peronismo.
Lo concreto es que la nueva composición del Congreso facilitará a Milei avanzar en los prometidos cambios en materia impositiva, previsional y laboral, que integran su plan de achicamiento del Estado.
El paquete completo, sin embargo, vino también con exigencias de su aliado y salvador, Washington, que reclama exclusividad en la extracción de recursos naturales (uranio, litio y tierras raras), mejorar su relación con los gobernadores para facilitar la gobernabilidad y resetear su estilo político. Para esto último su currículum no ofrece un panorama muy promisorio.
Las cartas están echadas y ahora resta esperar si además de la fuerza parlamentariacuenta con la necesaria racionalidad y organización política que una empresa de esa envergadura exige.
Nuevo escenario
La Libertad Avanza (LLA) aumentó su poder en la Cámara de Diputados y alcanzó un tercio de escaños lo que le permitirá continuar haciendo uso del veto presidencial a las leyes de sus rivales. Sin embargo, no alcanzó la mayoría en solitario ya que tendrá 93 escaños de los 129 que marca la mayoría. Para alcanzar ese número deberá negociar con otras formaciones como Provincias Unidas, que controlará 17 escaños, PRO (14), UCR (3) y otras fuerzas menores que ocuparán los 33 escaños restantes.
En el Senado, en tanto, LLA logró aumentar su representación hasta 20 legisladores, por lo que también necesitará el apoyo de estas fuerzas para conseguir los 37 votos necesarios para alcanzar la mayoría.
A partir de diciembre deberá negociar nuevos apoyos en un grupo compuesto por radicales, algunos pocos peronistas independientes y/o distanciados del kirchnerismo y senadores de distinta extracción política que responden a gobernadores provinciales.
Los rumores de cambios de gabinete se extinguieron tras el resultado y Milei limitará las modificaciones a las estrictamente necesarias por las salidas de Patricia Bullrich (Seguridad) y Luis Petri (Defensa), que asumirán en el Senado y en Diputados, respectivamente. Esta decisión se interpreta como una ratificación del denominado “triángulo de hierro” integrado por su hermana Karina Milei y Santiago Caputo, que resultaron fortalecidos por el resultado electoral, aunque la interna entre ambos sigue en pie.
Paradojas
Se trató de una victoria categórica de un gobierno y un proyecto de la ultraderecha que, contra toda lógica, fue rescatado por el apoyo de una importante porción de la sociedad, esa misma sociedad que paga los costos de su plan político.
Entre el abanico de explicaciones que inundan los medios argentinos por estos días, la que está más a mano para explicar el resultado es la del voto anti-peronista.
En Argentina las dos principales identidades políticas que dividen al país son el peronismo y el anti-peronismo, una fractura atávica (de casi 80 años) desde la que incluso se desprenden otras formaciones políticas y opciones que –en última instancia- siempre abrevan en esa disputa.
La fuerza de esta antinomia se da el lujo de poner en duda la hipótesis de la ciencia política según la cual el comportamiento electoral está fuertemente vinculado a la percepción económica de los ciudadanos, sobre todo en los meses previos a los comicios.
Ocurre que en Argentina, con la sola excepción del relativo control de la inflación, no hay ningún dato de la economía dura que beneficiara al Gobierno: los salarios están en picada, miles de Pymes cerraron en los últimos dos años, se perdieron 300 mil puestos de trabajo, y el desplome del consumo no se detiene.
Sin embargo el rechazo a la posibilidad de un regreso del peronismo parece haber activado un “voto útil” que terminó beneficiando al libertario, cuya último tramo de campaña se centró precisamente en recordar los votantes dicho “riesgo”.
Así, un porcentaje significativo de argentinos prefirió tirar bajo la alfombra la situación económica, las denuncias de corrupción, los insultos presidenciales, el maltrato a jubilados y discapacitados, los recortes e incluso un escándalo de presuntos vínculos narco de varios candidatos libertarios, y otorgarle al experimento libertario una nueva oportunidad.
La irrupción de la ayuda estadounidense del presidente Donald Trump y su Secretario del Tesoro Scott Bessent, y su oportuno rescate del desastre financiero, jugaron también un papel crucial en esta elección y si bien la campaña peronista buscó que la narrativa de dicha intervención girara en torno al eje dependencia/soberanía nacional, lo cierto es que el intento fracasó estrepitosamente, o al menos el antiperonismo fue más fuerte que el anticolonialismo.
Otra variable importante fue que estas elecciones registraron la menor participación (68%) desde el retorno de la democracia en 1983. Uno de cada tres ciudadanos habilitados decidió no acudir a las urnas en este país donde el voto es obligatorio, un fato que consolida la tendencia descendente de participación observada en la última década, cuyo mínimo anterior se había registrado en 2021, en plena pandemia de Covid.
La política y la sociedad
Hay un factor que persiste en otorgarle consenso al proyecto de ultraderecha y es la creciente distancia entre la subjetividad contemporánea y el lenguaje de la política actual. Por otra parte, crece una dinámica institucional bloqueada que ya no se vincula con los sueños y aspiraciones de los ciudadanos y no puede ofrecer respuestas, por la sencilla razón de que no entiende la gramática de las demandas.
Transitamos un cambio en el lazo social que las fuerzas políticas no terminan de procesar. Se trata de una profunda modificación en el modo de vincularnos colectivamente, diferente a cómo estamos acostumbrados.
"La política se volvió un dispositivo emocional de descarga", se lee en un perfil de Instagram (@panopticodigital). Ya no votamos "por lo que se desea construir, sino por lo que se desea destruir" y quizás haya ahí un modo de pertenencia cuya lógica se nos escapa. La gente no quiere promesas de futuro, si no de venganza”, y eso define escenarios políticos de otro orden.
Si bien nada de lo mencionado resta legitimidad al triunfo del domingo, es importante constatar que sí da cuenta del nivel de fragmentación y desconexión con el ciudadano que aqueja al sistema y que , como señala el Colectivo Editorial Crisis, pone delante nuestra la paradoja de que Milei “logra el oxímoron de representar a la antipolítica”.
La antropología sostiene que las sociedades no se sostienen sólo por instituciones, también se necesitan los mitos. Es probable que haya llegado el momento de construir nuevos mitos, unos que recuperen el deseo de lo común, porque sin un proyecto colectivo la democracia pierde sentido y se vacía.