Arraigo y atracción de jóvenes para el desarrollo rural
La evidencia nos muestra que la pobreza no se expresa de manera homogénea en todo el país. Las regiones y las zonas rurales en particular, presentan características propias, que hacen urgente entender la realidad de cada territorio al momento de buscar causas y estrategias para superarla.
Luego de 30 años realizando intervenciones en contextos de pobreza y vulnerabilidad, nuestra convicción es que el país aún tiene como desafío central invertir en un desarrollo territorial más equitativo, inclusivo y pertinente. No hay solución al crecimiento y desarrollo sin tomar en cuenta la diversidad de realidades de los territorios.
Las dificultades que enfrenta una persona en situación de pobreza en General Lagos son muy distintas a las que se presentan en Río Ibañez. Con todo, hay un fenómeno que golpea por igual a cada una de las regiones de nuestro país: el despoblamiento de las zonas rurales.
El envejecimiento de la población y el éxodo de los jóvenes hacia zonas con más oportunidades educacionales y laborales, han generado un debilitamiento de los territorios rurales, que recién hoy se instala en la discusión pública debido a la falta de mano de obra en la agricultura. Pero, el problema no puede reducirse a un tema de mano de obra temporal, el desarrollo implica mirar de manera sistémica.
Nuestro país posee vastas zonas y territorios cuyas comunidades han forjado activos, conocimientos y prácticas adaptativas, y que, en definitiva, cuentan con una gran riqueza en las dimensiones social, económica, cultural y ambiental. Sin embargo, presentan altos indicadores de pobreza, sobre todo en aspectos multidimensionales que van más allá del dinero en el bolsillo a fin de mes.
Es necesario dinamizar la ruralidad. El fomento del retorno y atracción de los jóvenes creemos que es una vía relevante para conseguirlo. Desde nuestra experiencia trabajando en más de 90 comunas del país actualmente, somos testigos del alto impacto de su llegada o retorno a distintos territorios rezagados. Traen energía e ideas nuevas, preparación, conocimiento y la expectativa de desarrollar el territorio y hacer retroceder la pobreza que afecta a sus comunidades.
Llegan de la mano de emprendimientos turísticos, agrícolas, ganaderos o artesanales, que revitalizan oficios, formas de vida y reactivan la economía y la cultura local. Adicionalmente, se crean conexiones intergeneracionales, lo que reestablece prácticas de transmisión del patrimonio propios de esas comunidades y evita su extinción definitiva.
La Fundación ha lanzado una serie de propuestas pro-retorno de la juventud a la ruralidad, presentes en el informe “Umbrales Sociales para Chile 2025”. Ellas incluyen la promoción del liderazgo juvenil, la accesibilidad a medios de vida e instrumentos financieros, el involucramiento de otros sectores productivos con una inversión más diversificada, mayor conectividad y la revitalización de la educación rural con pertinencia territorial, para promover y resguardar la identidad y valioso patrimonio de Chile. Apostar la infancia y la juventud en zonas rurales, es fundamental para superar la pobreza en nuestro país.