Corrupción: El enemigo oculto de la seguridad pública
El enemigo silencioso del organismo humano es la presión alta. En la seguridad pública el enemigo oculto es la corrupción.
El crimen organizado se hace visible por la violencia y a ella dedican su atención los medios y las campañas políticas. Pero la violencia no es un fin: es un medio para “abrir mercados”, eliminar a la “competencia” y asegurar rentas ilegales.
La corrupción es el soporte que hace posible ese negocio. Los casos de soborno, fraude financiero, cohecho, colusión, malversación y, especialmente, el tráfico de influencia y el financiamiento ilegal de la política, son en sí mismos negativos. Pero nadie parece conectar ambas cosas. Sin embargo, son piezas del mismo engranaje que permite al crimen organizado infiltrarse en el Estado y legitimar su dinero.
El principal desafío de la seguridad pública es el crimen organizado transnacional, asociado principalmente al narco que también controla otras caras del delito, como el tráfico de personas, contrabando, secuestro y microtráfico de drogas. Como muestra la evidencia de otros países, este fenómeno descompone a la sociedad y corroe a las instituciones, como ya ocurre en Chile.
Frente a ello, abundan las ofertas electorales de “manos duras” con más policías, presos, cárceles, penas, cámaras, inspectores, patrullas y estados de emergencia permanentes y más duros. Pero entre todo ese ruido se puede perder lo esencial: el crimen organizado es una empresa ilegal con el fin de hacer dinero. Por eso, la forma más eficaz de combatirlo es no dejar que laven el dinero.
Sin embargo, es más rentable políticamente usar un lenguaje de campaña donde abundan los términos como “guerra” o “blindaje” y los verbos “combatir”, “derrotar” y “ocupar”. Sin embargo, las principales medidas para evitar el lavado de activos son menos espectaculares, pero efectivas.
Primero, se requieren más recursos humanos, técnicos y financieros para las instituciones enfocadas en el lavado de activos: la Unidad de Análisis Financiero (UAF) que con poco más de 100 funcionarios debe controlar a 9.000 entidades y seguir miles de reportes de operaciones sospechosas; el Ministerio Público necesita fortalecer su presencia regional para investigar y perseguir delitos económicos complejos; la Brigada de Delitos Económicos y Crimen Organizado de la PDI; la Sección de delitos económicos del OS9 y el OS7 encargado del control a la narcoactividad de Carabineros.
Además, se necesita más coordinación entre las diversas instituciones y lograr que sus bases de datos se conecten en un sistema integrado entre la UAF, Fiscalía, PDI, SII y Aduanas. También, deben reforzarse los organismos que establecen y supervisan normas preventivas como la Comisión de Mercados Financieros, las superintendencias de bancos, de casinos, o la de valores y seguros.
Segundo, son necesarios cambios legislativos. Es determinante que se pueda levantar el secreto bancario, sin condiciones ni considerandos. Es fundamental reconocer el lavado de activos como delito autónomo; o, al menos, ampliar la cantidad de delitos base que originan el dinero y sus penas, terminando la regla que la pena por lavado no puede superar el delito base. Aprobar la Ley que permita el decomiso de bienes, pendiente desde 2023. Establecer un registro de beneficiarios finales obligatorio supervisado por el SII. Asimismo, aprobar la Ley de Inteligencia Económica que aún está en trámite desde 2023.
Tercero, la corrupción crea el “ambiente de negocios” que el crimen organizado necesita. Por ello, deben establecerse penas efectivas para todos los actos de corrupción y el financiamiento ilegal de la política, estableciendo además inhabilidades para ejercer funciones públicas, o manejar fondos del público en empresas privadas.
Apremiados por la delincuencia y la retórica electoral, los ciudadanos pueden creer en soluciones populistas de “mano dura”. Pero la evidencia internacional es concluyente mostrando que no garantizan seguridad: desplazan la violencia, fortalecen la impunidad y terminan cobrando un alto precio a los ciudadanos.