
Cementerio General inaugura primer biocementerio público de Chile con ánforas biodegradables y árboles memoriales
En entrevista con El Desconcierto, Gianinna Repetti, la primera directora del Cementerio General en sus 204 años de historia, explicó cómo nace el primer biocementerio público de Chile, una iniciativa que espera convertir las cenizas en un recurso para el medio ambiente a través de ánforas biodegradables y la plantación de especies nativas como el peumo, quillay, lingue, canelo y quebracho.
El proyecto, que cuenta con el apoyo de la CONAF y la UTEM, pretende crear un pulmón verde en Recoleta, una comuna con bajos índices de áreas verdes y ofrecer una alternativa más económica y sustentable a las familias.
Además, ofrecerá servicios funerarios inclusivos y educativos, estableciendo un nuevo paradigma en Chile y Latinoamérica, donde despedir a un ser querido se transforma en memoria que perdura en la naturaleza.
Origen del proyecto
—¿Cómo nace esta iniciativa del primer biocementerio público en Chile?
Llegué en marzo a dirigir el cementerio y en esta etapa de diagnóstico inicial nos enfrentamos a una situación compleja que tuvo que ver con unas bolsas que estaban en una bodega con restos. Esos provenían de un proceso que se llama resaca, donde se sacan los restos de las personas que no fueron reclamadas por su familia y que ya cumplieron un tiempo en una sepultura temporal. Esos restos se embolsan y se creman en un crematorio pequeño, y como no fueron reclamados por la familia, esas cenizas van a dar a unos contenedores o tambores comunes y luego a un espacio que son como bodegas subterráneas que son cinerarios comunes.
Revisé todo el proceso y me impactó mucho, porque sentí que la gente que tiene menos recursos es doblemente castigada, incluso en la hora de su muerte, al ir a dar a un cinerario que es común. Cuando vi ese proceso me pregunté si acaso las cenizas eran o no un recurso para el medio ambiente, para el abono, para la tierra. Llamé al director de la DIMAO, que es la Dirección de Medio Ambiente, Aseo y Ornato. Le pregunté y a partir de eso fuimos construyendo la idea.

El municipio de Recoleta tiene una política ambiental y estamos certificados. En esta idea de que el cementerio debía tener un giro también en ese sentido, elaboramos nuestra propia estrategia ambiental. Uno de nuestros proyectos estrella era el del biocementerio, en este concepto de qué hacer con las cenizas, no solamente de la gente que iba a dar a los cinerarios comunes, sino también qué hacer con estos recursos que significan las cenizas.
Comenzamos a investigar conceptos de cementerio en otros países, porque esta idea en Europa tiene harto tiempo de desarrollo. También vimos algunas instancias nacionales. Nos encontramos con que el Parque del Recuerdo realiza algo similar, pero nos llevamos la sorpresa de que ningún cementerio público de Chile lo hace. Algunos tienen cinerarios, pero lo que entregaban eran urnas de cobre, y eso genera que cuando los dejan en los cementerios se los roban, porque son de un material semiprecioso. Y también contaminan.
Empezamos a investigar que al interior del cementerio, en el sector del crematorio, hay columnarios donde se colocan en una especie de muros estos recipientes de cobre. Pero además había gente que pedía enterrarlos en el pasto. Entonces nos preguntamos si podíamos plantar un árbol y generar como objetivo principal tener un bosque memorial donde las personas puedan recordar a sus seres queridos en un espacio no convencional.
—¿Cómo se desarrolló el proyecto?
En este recorrido vimos que el cementerio tenía un espacio grande, de 10.000 metros cuadrados, que era una zanja sanitaria que se ocupaba en la antigüedad para la gente de escasos recursos. Ese es un tremendo terreno y vislumbramos que ese espacio, en una etapa posterior, porque requiere recursos y apoyo del gobierno regional, podríamos recuperarlo y hacer la última etapa del biocementerio y generar al interior del recinto un verdadero pulmón para una comuna que está bajo en sus índices de áreas verdes.

Esa es la etapa final, pero en virtud de los recursos, vimos lo que teníamos disponible, que eran los parques que estaban alrededor del crematorio, y comenzamos a hacer vinculación con otros actores institucionales del área de la educación que nos pudieran colaborar y que se interesaran en esta propuesta.
Tuvimos varias reuniones con SUBDERE, con la SEREMI de Agricultura, con Economía, con la CONAF, que es parte de la SEREMI de Agricultura. Hicimos algunos vínculos donde conseguimos asesoría de la CONAF y algunos árboles con el mismo municipio. También establecimos una alianza estratégica con la UTEM, que nos colaboró con la impresión de ánforas biodegradables. Hicimos algunos modelos de prueba que son los que se mostraron en la inauguración.
Características del biocementerio
—Hablemos de las ánforas biodegradables. ¿De qué están compuestas?
Son ánforas biodegradables impresas en 3D en un polímero biodegradable. Hicimos un convenio con la UTEM para hacer este modelo. Sin embargo, con estas características iniciamos las bases para la licitación correspondiente. Es un polímero que después de cierto tiempo se va integrando a la tierra. Después de integrarse, esa tierra hay que tratarla, y en eso tenemos asesoría de la CONAF.
—Para que las personas puedan acceder a este servicio, ¿siempre tienen que pasar por el crematorio?
Así es. Siempre la condición es cremar al difunto. La cremación es uno de los sistemas que ha aumentado en los últimos años por varias razones. El costo de una sepultura convencional, si compras el terreno y construyes, son más de 7 millones de pesos. Si compras o arriendas un nicho temporal, te sale alrededor de un millón y fracción por 5 años y tienes que ir pagando.
En cambio, una cremación sale de 600 mil pesos a un millón y fracción según los convenios, porque nosotros como cementerio público tenemos convenios y ciertos beneficios para jubilados o para funcionarios. Eso incluye la ánfora y el árbol. Puedes optar por llevarte tu ánfora con tu árbol o también optar por el espacio del bioparque.
—Si uno decide que el árbol y la ánfora queden en el cementerio, ¿eso tiene un costo mayor?
Sí, ahí tiene un costo distinto, ahí sube. Todo eso está regulado por una ordenanza de derechos. Hay un costo similar a la incineración normal. Puedes comprar el servicio de cremación con ánfora de cobre, el servicio de cremación con ánfora biodegradable y árbol. Con o sin árbol tiene el mismo valor en ánfora biodegradable. Y aparte está la opción de dónde sepultar, porque tenemos columnarios, pero además tenemos esta opción para el ánfora biodegradable que es en el biocementerio.

—¿Existe alguna proyección respecto a la cantidad de árboles que pueden plantar, al menos en la primera etapa?
Son alrededor de 80 en la primera etapa, porque tiene su reglamentación. Tiene que ir cada tres metros.
—¿Va a haber alguna placa conmemorativa parecida a las que hay en los sepulcros tradicionales?
Lo hemos discutido harto, pero la idea es que no exista placa, porque este es un concepto distinto. Pero el cambio cultural cuesta. En otros países lo que se instala es un código QR en el árbol, ese es nuestro objetivo final, donde uno puede hacerle seguimiento tanto al crecimiento del árbol como a los datos de la persona que está ahí.
También entendemos que el cambio cultural va a llevar un proceso, entonces originalmente sí se podría contemplar una instalación de una placa pequeña.
Acceso al servicio
—¿Desde cuándo es posible acceder a este servicio?
Desde hoy. Hoy se publicó la modificación de la ordenanza de derechos.
—¿Qué tiene que hacer la gente para contratar este servicio?
Acercarse a las oficinas de operaciones y ventas del Cementerio General que están en la avenida Profesor Zañartu 801, Recoleta.