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¿Una nueva inserción internacional de Chile?
Foto: Agencia Uno

¿Una nueva inserción internacional de Chile?

Por: Hugo Calderón y Darwin Alvarado | 06.09.2025
Chile ha firmado tratados de libre comercio con China o EEUU sin por ello dejar de apoyar activamente la defensa de los derechos humanos en instancias multilaterales. Ese difícil pero necesario equilibrio entre realismo e idealismo, deberá acentuarse en nuestro despliegue en el nuevo orden multipolar.

Desde los años 90' la política exterior chilena ha combinado valores e intereses; ha sido activa en crear una red de acuerdos comerciales -hoy relativizados por la crisis del orden comercial global- y en la defensa de la democracia, los derechos humanos, el liderazgo “turquesa” en temas climáticos, y una posición clara frente a la guerra en Ucrania y frente al drama humanitario en Gaza. 

Sin embargo, las tensiones geopolíticas crecientes obligan a ser muy cauteloso en el posicionamiento de nuestro país en el nuevo orden multipolar, pues nos obliga a revalorar la relación con antiguos socios y a ser proactivos en la búsqueda de nuevos, en un mundo que reordena sus equilibrios geopolíticos, económicos y comerciales. 

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De esta cambiante realidad, surge la necesidad de que Chile resuelva colectivamente su inserción internacional en función de su modelo de desarrollo. El país necesita ampliar su penetración en los mercados, atraer más y mejores inversiones, y cooperar para su desarrollo tecnológico con todas las potencias relevantes, sean estas industrializadas o emergentes, de oriente u occidente, pero sin quedar atrapado en disputas geopolíticas que puedan comprometer nuestros valores. 

Un segundo aspecto aborda el regionalismo, la integración latinoamericana y la profundización de los vínculos con Asia: ¿Debe Chile privilegiar la integración con sus vecinos o profundizar sus vínculos con Asia-Pacífico? Sin duda ambas cosas. Sin embargo, en la práctica, equilibrar esas prioridades es todo un desafío.

La integración regional ofrece ventajas de escala, e identidad común, pero Asia es hoy indispensable para el crecimiento de la economía chilena y su integración en las cadenas globales comerciales y tecnológicas. Encontrar un balance pragmático entre ambos frentes, es una clave del futuro, sin olvidar a Europa, inversionista y mercado para nuestros productos. 

Tercero, existe una tensión entre el desarrollo productivo, la captación de inversión extranjera y las exigencias medioambientales. Impulsar la industrialización y diversificar nuestra economía es imperativo, pero no se puede repetir el camino de la industrialización contaminante del siglo XX. Chile enfrenta la encrucijada de cómo industrializarse de manera sostenible, incorporando tecnología amigable con el medio ambiente y sumándose a las economías en proceso de descarbonización.

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Esto exige salir a buscar activamente las inversiones necesarias -en occidente y en oriente- y contar con políticas públicas acorde a estos desafíos. Debemos buscar la llegada de empresas que privilegien el uso de tecnologías no contaminantes, que desarrollen el mercado energético renovable, aprovechando nuestro potencial de recursos: el sol, el viento y el agua, para generar electricidad limpia, asequible y más barata.

La industria minera debe modernizarse para producir cobre reduciendo significativamente los impactos ambientales; debemos fomentar las industrias en torno al litio y el hidrógeno verde. La competitividad futura de Chile dependerá de resolver la tensión entre economía y resguardo del medio ambiente, inversión y marco regulatorio; demostrando que puede haber sinergias entre estos componentes que son necesarios para un crecimiento sostenible y para la construcción de un Estado social y de cuidados.

Finalmente, subyace el dilema entre pragmatismo y valores en la política exterior. Chile debe procurar relaciones constructivas con países y potencias de distinto signo ideológico y cultural en todo el globo, anteponiendo su interés nacional. La fortaleza de Chile en el concierto internacional ha sido combinar pragmatismo económico con coherencia y legitimidad democrática.

Chile ha firmado tratados de libre comercio con China o EEUU sin por ello dejar de apoyar activamente la defensa de los derechos humanos en instancias multilaterales. Ese difícil pero necesario equilibrio entre realismo e idealismo, deberá acentuarse en nuestro despliegue en el nuevo orden multipolar. Hay que diversificar alianzas y foros: estar en la OCDE y cooperar también estrechamente con los BRICS; liderar en la Alianza del Pacífico y participar en los foros del Sur-Global; pero siempre manteniendo una autonomía que permita a Chile defender sus valores esenciales y por tanto, su potencial de futuro .

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