
El diseño al mando de la IA
Durante el primer semestre, un movimiento tectónico sacudió los cimientos de Silicon Valley, aunque su eco en Chile fue más bien discreto.
Sam Altman, el cerebro detrás de OpenAI, anunció una colaboración de US$ 6.500 millones con Jony Ive, el legendario diseñador que, junto a Steve Jobs, convirtió a Apple en una de las empresas de innovación más importantes de su era. Su objetivo declarado: “tangibilizar y humanizar el uso de inteligencia artificial".
La alianza confirma una tesis fundamental: en la nueva era de la IA, el liderazgo del diseño será el factor estratégico que guiará su adopción de forma ética, significativa y transformadora. Porque el diseño no solo da forma a objetos, sino que moldea comportamientos, relaciones humanas y, en última instancia, nuestras visiones de futuro.
Hoy corremos el riesgo de desarrollar tecnologías asombrosamente potentes, pero que sean incomprensibles, frías o que generen fricción en nuestra vida cotidiana. El verdadero desafío no es solo crear inteligencias artificiales más capaces, sino diseñar la manera en que las usamos.
¿Cómo se sentirá conversar con ellas? ¿Cómo se integrarán en nuestros hogares sin ser invasivas? ¿Cómo nos empoderarán sin restarnos autonomía? Estas preguntas no se responden con código, sino con empatía, intuición y un profundo entendimiento del vínculo humano con la forma, el uso y la función.
Quien dude del poder transformador del diseño solo necesita mirar el teléfono que tiene en el bolsillo. Antes de que Jony Ive y Apple reimaginaran la categoría, los smartphones eran dispositivos funcionales pero torpes, reservados para un nicho. Así, Apple no vendió tecnología; vendió una experiencia diseñada, una relación.
Y aquí es donde la conversación debe aterrizar en Chile. Nuestro país ha demostrado tener talento técnico y una creatividad emprendedora notable, con casos de éxito que nos enorgullecen.
Sin embargo, en el debate sobre cómo subirnos a la ola de la IA -una discusión que a menudo se centra en la infraestructura y la regulación-, el rol del diseño estratégico brilla por su ausencia. Nuestra Política Nacional de IA es un paso necesario, pero debe ser permeada por una visión de diseño que vaya más allá de la mera implementación tecnológica.
Necesitamos hacernos la pregunta fundamental: ¿Qué experiencia única y humana puede ofrecer un Chile potenciado por IA?
Tenemos el talento y la capacidad para ser actores relevantes en este nuevo escenario. Lo que nos falta es esa visión articulada que ponga al diseñador y al estratega en la misma mesa que ingenieros y científicos. Porque, como nos están demostrando los y las líderes de esta revolución, la clave no está solo en avanzar más rápido, sino en imaginar distinto.