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Marcelo Lagos a 65 años del gran terremoto de Chile de 9.5 de magnitud:
Agencia Uno

Marcelo Lagos a 65 años del gran terremoto de Chile de 9.5 de magnitud: "Hoy el escenario podría ser mucho más complejo"

Por: Carolina Ceballos | 22.05.2025
Un terremoto sobre 9, ya está en nuestro currículum, releva el geógrafo en entrevista con El Desconcierto, dejando claro que, además, actualmente existen diversos factores que podrían propiciar un escenario análogo al del terremoto de Valdivia, o incluso peor.

Este jueves 22 de mayo, se conmemoran 65 años del terremoto de Valdivia, el más grande en la historia de la humanidad, contexto en el que conversamos con el experto geógrafo Marcelo Lagos, quien nos ilustra acerca de este movimiento que, aclara, no le pertenece acotadamente esta ciudad, sino que a una gran extensión del sur de nuestro país.

“Lo medular es que la etapa instrumental, que permite medir energía liberada por terremotos, recién comienza a principios del siglo XX. Por lo tanto, el terremoto de 1960, del 22 de mayo, fue el primer terremoto instrumentalmente medido que alcanzó la magnitud 9.5, y eso nunca antes había sido registrado”, releva en entrevista con El Desconcierto.

Por lo tanto, aclara, “es el terremoto más grande del mundo con registro instrumental, eso quiere decir que no es que sea el más grande del mundo, porque puede ser que en el pasado, en la historia o en la Prehistoria, hayan ocurrido eventos más grandes, pero no fueron registrados”.

“El terremoto no le pertenece a Valdivia, nunca fue de Valdivia. Se le asocia a Valdivia, porque era el asentamiento humano urbano más relevante cercano al epicentro, pero el terremoto de 1960 es un terremoto que tiene una gran ruptura”, dice el emblemático rostro de estos eventos en Chile.

Respecto de su envergadura, recalca que este, “terremoto, ocurre entre el sur del Golfo de Arauco al sur de Concepción, y termina aproximadamente en la península de Taitao. Estamos hablando de casi 1000 km de largo por unos 200 km de ancho”.

En consecuencia, explica desde lo técnico, “es el terremoto del Golfo de Arauco, de Tirúa, de Puerto Saavedra, de Maullín, de Puerto Montt, de Ancud, de Valdivia, de Chiloé, no es el terremoto de Valdivia, esa es una forma como de minimizar el tamaño del terremoto”.

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“El terremoto del 60’ tiene un área de ruptura gigante”

“Los terremotos no son puntos, generalmente los medios de comunicación, asocian los terremotos con puntos, terremoto en Valdivia, en Los Vilos, terremoto en Copiapó. Y ponen un puntito y anillos concéntricos, pero los terremotos son áreas”, ilustra el geógrafo.

Áreas de ruptura, dice. “Y por lo tanto, el terremoto del 60’, tiene un área de ruptura gigante, 1000 kilómetros de largo, desde el sur de Concepción hasta la Península Taitao, donde está el Istmo de Ofki, donde está la Laguna San Rafael, hasta allá llegó”, detalla.

“Y de ancho, más menos va desde la zona costera, desde Puerto Montt hasta la hasta la zona de subducción donde la placa de Nazca, la placa oceánica, interactúa con la placa Sudamericana”, detalla relevando la envergadura del evento.

Estamos hablando de "algo muy grande", dice, por lo que “perturbó todo”.

“Es el terremoto gigante del centro sur de Chile, un terremoto que afectó a numerosos asentamientos humanos de diversas jerarquías, desde pueblos dispersos, hasta ambientes tan concentrados como Puerto Montt y Valdivia”, recalca.

“Un terremoto 9 es aprox. 32 veces más grande que un 8”

De hecho, comenta Lagos, “el terremoto de 1960 fue tan grande”, que se sumó a otros dos, que hubo en el 1900, cuando “ocurrieron tres terremotos gigantes”.

“Cuando hablo de gigantes, estoy hablando de terremotos magnitud sobre 9, que no ocurren todos los días”, dice.

Y ejemplifica apuntando al de año 85’, "que es un terremoto 8. Y los otros que han venido, el 2010, un 8.8, el de Illapel, 8.4, en Iquique y Pisagua el 2014, un 8.2. Pero los terremotos sobre 9 no ocurren todos los días porque son muy grandes. Y es por eso que un terremoto de 9 o superior en magnitud, son terremotos gigantes. En cambio, el terremoto del 85’, 8, es un terremoto grande, no gigante”.

“La diferencia entre un 8 y un 9 en magnitud es exponencial. En rigor, un 9 es aproximadamente unas 32 veces más grande que un 8. No hay comparación, porque la relación es exponencial. Lo importante, es que un 9 es aproximadamente 32 veces más grande que un 8”, revela.

Y en el siglo XX, ilustra, “tuvimos tres terremotos gigantes, o sea, con magnitudes 9 o superior. Está el terremoto de 1952, en Kamchatka, Rusia, el terremoto de 1960 en el centro sur de Chile, 9.5, gigante, y está el terremoto de 1964 en Alaska (9.2).

La importancia de tener un sistema de alerta temprana

“Estos tres terremotos generaron tsunamis en toda la cuenca del Océano Pacífico. En algunos lugares, más destructivos que otros. Lo importante es que gracias a esos tres terremotos en un corto período, se creó en el Océano Pacífico, el Pacific Tsunami Warning Center, Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico. Y, por lo tanto, en 1965 se crea para todo el Océano Pacífico, un centro de alerta temprana”, complementa.

Un avance. Porque, dice Lagos, “nos avisamos, cuando Japón tiene un terremoto grande le avisa a Chile que le manda un tsunami. Cuando Chile tiene un terremoto grande en la costa le avisa a Japón y a todos todos los países del Pacífico, que le está mandando un tsunami, eso es importante”.

¿Por qué? “Porque para el 2004, el 26 de diciembre, ocurrió un terremoto gigante sobre 9, magnitud 9.1, en el Océano Índico. Y ellos no tenían un sistema de alerta temprana, y por eso murió casi un cuarto de millón de personas. Casi 250.000 personas murieron el 2004, incluida la chilena Francisca Cooper”, explica.

No lo tenían, “porque la ciencia, la historia decía que allí no podían ocurrir eventos gigantes, terremotos sobre 9”, comenta Lagos.

Y en caso, contrario, agrega, “si ellos hubieran tenido durante el siglo XX eventos importantes, probablemente habrían tenido un sistema de alerta temprana, y probablemente habrían salvado a mucha gente, cosa que no ocurrió el 2004”.

“En terremotos somos medalla de oro”

“Generalmente, cuando se cumple el aniversario del terremoto del 60', se fisicaliza la noticia. Se naturaliza la noticia, la noticia es el terremoto, ‘se movió el eje de la Tierra’. ‘se hundió Valdivia’. Y está bien, no es mentira. Permanentemente el énfasis está en el proceso físico natural, pero lo que estoy diciendo son las consecuencias del terremoto más grande del mundo con registro instrumental”, dice.

Todos los medios de comunicación hablan de lo mismo, sostiene a renglón seguido. “Es el terremoto más grande, comparado, y sigue siendo el número uno. Eso es importante, seguimos teniendo la medalla de oro, nunca vamos a ser campeones de fútbol, pero en terremotos somos medalla de oro hace mucho tiempo”, asegura.

Y eso fue importante, porque eso, agrega, se puede conectar “con la cultura sísmica de Chile. Somos una sociedad que hemos aprendido a convivir con terremotos. Y por lo tanto, el terremoto de 1960, otro punto importante, es parte de los terremotos que nos han permitido mejorar la gobernanza sísmica en Chile. En Chile los terremotos no matan a nadie...”

Y ofrece una reveladora comparación . “En el mundo entero terremotos pequeños, terremotos 7.6, el terremoto del 6 de febrero de 2023 en Turquía, que es un país que tiene un índice de desarrollo humano parecido al chileno, mató a cerca de 60.000 personas, un 7.6., botó cerca de 5.000 edificios”, recuerda.

“Eso no pasa en Chile y eso no es casualidad. Eso se conecta con aprendizaje de todos los terremotos que han marcado nuestra historia, particularmente desde el inicio del siglo XX. Y el terremoto de 1960, es parte de esos terremotos que nos han permitido aprender, a tener mejores normas, mejor fiscalización. Nos han permitido formar a profesionales éticos”, releva.

En Chile nadie piensa que un edificio se puede caer

Tanto es el aprendizaje a nivel local que, dice Lagos, “hoy nadie duda de que el edificio se vaya a caer. Da miedo. Evidentemente, a todos nos dan miedo los terremotos, porque a diferencia de otros procesos peligrosos de la naturaleza, el terremoto te hace pensar en la muerte también, en la finitud, y eso conmueve”.

Eso, recalca, hay que reflexionarlo. “En Chile tú te levantas de la cama, o vas a moverte siempre y cuando el terremoto sea muy fuerte. Eso se llama cultura sísmica, pero eso no es casualidad, eso se conecta con la recurrencia de terremotos muy grandes, donde el 60 forma parte de ello. Y no solamente el del 60, está el terremoto de 1928 en Talca, está el terremoto de 1939 en Chillán, está el del 60 que es gigante, el terremoto del 85, el terremoto del 2010”.

Porque, en definitiva, dice, “cada vez que tenemos grandes terremotos, Chile aprende”.

Y eso se traduce en una gobernanza sísmica donde lo público y lo privado conversan en función del bien común.

Respecto de “las normas que tenemos en Chile”, complementa, estas “vienen desde principios del siglo XX, antes de la dictadura, antes del modelo neoliberal. Esto parte en la década de los 30’. Y cada vez que hemos tenido terremotos, se ha ido fortaleciendo. Eso es importante, no es casualidad”.

“No es casualidad que no te muevas para un 7.5. No es casualidad que un terremoto grande no bote todos los edificios”, destaca.

Esa cultura, agrega nuestro entrevistado, “y de hecho que tengamos un copete que se llame terremoto, que nos riamos, tampoco es casualidad. Ningún país del mundo tiene un copete que se llame terremoto. Tomárselo con humor, también se conecta con esa tranquilidad que nos da un pasado de aprender lecciones para el convivir con el riesgo sísmico”.

"El resto nos estudia a nosotros"

- Un evento como el del sur el año 65’, ¿podría repetirse?, ¿qué amenazas tenemos hoy?

Todo lo que he dicho de la buena gobernanza, solamente lo puedo decir para los terremotos. O sea, en la práctica Chile tiene una muy buena gobernanza sísmica, pero todos los otros peligros naturales en Chile, o socionaturales: tsunamis, aluviones, volcanes, inundaciones, ondas de calor, marejadas, anomalías y los incendios forestales, toda lo otro no tiene nada. No hay gobernanza, ahí estamos al debe.

Por lo tanto, cuando hablo de lo sísmicos, es lo único en lo que no tenemos que bajar ningún PDF de internet para aprender cómo hacerlo. Incluso más, el resto nos estudia a nosotros.

Entonces, no quiero que quede la idea de que somos un país que lo estamos haciendo súper bien. Sí, lo hacemos súper bien, pero eso es consecuencia de décadas de terremotos que han marcado la historia de nuestro país, y nos han obligado a levantarnos desde el suelo.

Y entre otras cosas, crear normativa, formas de construir y diseñar para convivir con el movimiento del suelo, que es un peligro natural que no ocurre en todas partes del mundo.

Y lo otro bueno que tiene Chile, es que son recurrentes, porque nuestras placas acumulan energía de forma muy rápida, por lo tanto, como se mueven rápido, acumulan energía rápidamente, y en cosa de décadas podemos tener terremotos grandes o muy grandes en distintas partes de Chile de forma recurrente. Y eso hace que aprendamos lecciones.

Escenario del 60’ se puede repetir, “está en el currículum”

“Si viene otro, podría pasar algo parecido, sí. Obvio, si está en el currículum, el territorio que habitamos tiene en su currículum el terremoto más grande del mundo con registro instrumental. Por lo tanto, eso dice que no existe en Chile un sector que sea inmune a la posibilidad de terremotos tan grandes como el 1960”, sostiene Lagos.

Y la historia y la prehistoria, asegura, “nos revela que han ocurrido en el pasado. Por ejemplo, el terremoto de 1730, del 8 de julio que ocurrió aquí en la zona central de Chile, todo indica que fue un terremoto gigante”.

“Eso quiere decir que probablemente alcanzó magnitud cercana o superior a 9. Pero, en 1730, no existía Viña del Mar como hoy día la conocemos, ni tampoco Valparaíso, ni estaba Quintero”, analiza.

Por lo tanto, dice aterrizando el escenario actual, “los niveles de exposición de la población, de la infraestructura crítica en esa época, no tienen nada que ver con lo que hoy tenemos. Por lo tanto, hoy el escenario podría ser mucho más complejo, porque hoy día sí que hay mucha exposición”.

“Eso quiere decir que hay muchas personas habitando en zonas inundables, en zonas costeras, pero particularmente hay mucha pobreza y desigualdad que son detonantes o impulsores del riesgo de desastre”, concluye.

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