
Experto: "Chile es un país líder a nivel mundial en biotecnología agrícola"
En el contexto del reciente anuncio del Ministerio de Ciencia sobre la conformación de la Comisión Asesora Ministerial sobre Biotecnología, que en 100 días deberá elaborar un reporte para crear la Estrategia Nacional de Biotecnología, El Desconcierto conversó con Miguel Ángel Sánchez, Director Ejecutivo de ChileBIO y experto en biotecnología con más de 15 años de experiencia en el área, sobre las innovaciones y desafíos de este campo en Chile.
-¿Qué beneficios puede traer a Chile la conformación de la Comisión Asesora Ministerial sobre Biotecnología?
Creo que iniciativas como esta son de mucho valor para desarrollar el área de la ciencia que conocemos como la biotecnología. Hoy en día, hay mucho interés en generar empresas, startups de base científico-tecnológica en el país, que en algunos casos no tienen las herramientas necesarias para llegar a buen puerto.
En las temáticas de la biotecnología en general, muchas veces rozan temas que no están regulados del todo, que no hay entendimiento por parte de algunos inversionistas para destinar recursos en el área. Entonces, esta comisión puede dar directrices bastante importantes que den certeza tanto a inversionistas, a reguladores, a las mismas empresas, científicos y biotecnólogos para poder desempeñarse en las vastas áreas que puede contener esta materia en cuestión.
-¿Cuáles son las principales innovaciones en alimentos en Chile?
Chile, en términos de la biotecnología agrícola, es líder a nivel mundial, porque aquí se llevan a cabo muchas actividades de investigación de campo para el desarrollo de nuevas variedades de plantas a través del uso de la biotecnología. Contamos con características que lo destacan en comparación a otros países por sus condiciones climáticas, geográficas, el capital humano y las capacidades técnicas que dispone nuestro país.
Un concepto desconocido es que las variedades de plantas de interés agrícola las desarrolla o las ha desarrollado el ser humano. No son variedades que han estado ahí desde la historia de la humanidad, sino que es el ser humano que en base a ciencia y tecnología, en los últimos 50, 80 años, ha desarrollado gran cantidad de variedades.
En Chile existen empresas abocadas a desarrollar variedades de trigo con alto contenido de fibra, pensando en los consumidores. También hay proyectos para desarrollar variedades de trigo tolerantes a la sequía. Otras iniciativas locales incluyen el desarrollo de cerezas sin cuesco, vides resistentes a hongos, manzanas con mejor contenido nutricional y tomates resistentes a enfermedades. Una serie de productos que buscan generar alimentos de mejor calidad que beneficien al medio ambiente, a los consumidores o a los agricultores.
-¿Es Chile considerada una potencia agroalimentaria?
Chile es un actor relevante desde el punto de vista de la producción de alimentos. En el contexto agroalimentario, es un país clave en lo que se conoce como el mercado de contraestación para los alimentos. Eso significa que abastece mucho a los países del hemisferio norte cuando ellos están en temporada de otoño-invierno y no están produciendo.
Si miras el mapa, los países que están en el hemisferio sur no son muchos, son muy pocos, y que tengan la capacidad, el capital humano técnico, la eficiencia y la responsabilidad de producir alimentos son menos aún. Ahí Chile destaca y abastece con muchas frutas de contraestación, con semillas de dicha temporada, que es otro nicho de la agricultura nacional, y por supuesto, tenemos otros productos destacados como los vinos. Pero la contraestación es esencial y ahí es donde Chile destaca a nivel mundial abasteciendo a los distintos países del planeta.
-En esa línea, ¿cuál es la diferencia entre un producto transgénico y otro editado genéticamente?
Las características de los organismos, en este caso plantas, están determinadas por los genes, que son pedacitos de ADN que tienen información para producir proteínas. Y las proteínas, cada una con su función específica, determinan las características de un individuo.
Lo que uno busca con cualquier herramienta de mejoramiento genético, es buscar o generar diversidad genética para que haya cambios en las proteínas que se producen. Se produzcan más o menos, o se deje de producir una específica, o se produzca una proteína específica para adaptarse a una condición.
Un transgénico, en términos simples, para mejorar una característica de una planta, lo que hace es buscar en la naturaleza funciones, genes y proteínas. Es decir, identificamos genes que tengan la información para producir una proteína específica con una función determinada, lo que vamos a copiar cuando lo encontremos para transferirlo a través de biotecnología a nuestro organismo de interés. El propósito es producir una proteína que nos permita mejorar o adaptarnos a una condición.
Los productos editados tienen otro objetivo: no es agregar genes o funciones para mejorar una característica, sino trabajar en el material genético propio de un ejemplar. Hoy se está utilizando principalmente para inactivar genes o funciones, es decir, que un gen propio de un individuo deje de producir una proteína. Por ejemplo, si dejamos de producir una proteína específica que atrae una enfermedad, logramos que nuestro cultivo ahora no la atraiga y por eso no se desarrolla la enfermedad.
Hay mucho interés en trabajar con la edición genética, porque son herramientas innovadoras que son más baratas desde el punto de vista procedimental, son menos laboriosas, son muy eficientes y no cuentan con esta carga negativa que tienen los transgénicos por su desprestigio en el debate público. A pesar de que cuentan con todo el apoyo del consenso científico, en el debate público existe mucha desinformación y desconocimiento sobre qué es, cuál es su alcance, su seguridad, su beneficio, etc.
-¿Es posible que Chile pueda ofrecer seguridad alimentaria a sus habitantes en el futuro?
La seguridad alimentaria es un desafío que tenemos que enfrentar y no es fácil de solucionar. Entendemos por seguridad alimentaria cuando hay acceso físico y económico a alimentos de calidad. Todos los factores que nos afecten a eso están poniendo en riesgo nuestra seguridad alimentaria.
Necesitamos producir más alimentos para una población que está en constante crecimiento. En los últimos 50 años, la población en Chile ha aumentado en 10 millones de habitantes aproximadamente, y los suelos agrícolas son un poco menos de los que había hace 50 años. Ya hay un desafío importante que tenemos que resolver: ¿cómo producimos más para una población creciente?
Queremos producir más, pero a su vez necesitamos ser más conscientes con el medio ambiente. Eso significa usar menos insumos, evitar la deforestación, utilizar menos fertilizante, menos productos fitosanitarios. Todos esos productos en general ayudan a que podamos producir más, pero queremos usarlos menos. ¿Cómo hacemos para producir más limitándonos en estos? Ahí quizás una herramienta es el desarrollo de variedades de plantas adaptadas a distintas características que nos permitan vencer estos desafíos.
Otro gran problema que tenemos es que, según la FAO, al menos el 30% de lo que se intenta producir en el campo se pierde. Se pierde por los desafíos climáticos, las plagas, las malezas, etc. Y puedo hacer más grave la situación: de lo que logra salir del campo y llega a nuestra mesa, según la misma FAO, el 40% de eso se bota a la basura. Estamos siendo súper ineficientes con los recursos, la mano de obra, la energía, el saldo de los alimentos para que terminen en la basura.
Esa pérdida del 40% se debe principalmente a nuestros hábitos de consumo. Compramos más vegetales de los que necesitamos, que además se descomponen muy rápido, tienen una vida postcosecha muy corta. Eso significa que hay un desafío de cómo obtenemos variedades de plantas que puedan durar más una vez cosechadas, y ahí herramientas como la biotecnología pueden contribuir significativamente.
Chile puede resolver la seguridad alimentaria de la población, pero para eso tiene que invertir en ciencia, innovación y tecnología que le permita resolver esta serie de problemas que están asociados al fortalecimiento de la seguridad alimentaria.
Muchas veces se sugieren acciones para fortalecer la seguridad alimentaria, pero se olvidan del bienestar de los agricultores. Y esto, tanto social como económico, también es un componente de la seguridad alimentaria, porque finalmente quien produce los alimentos son los agricultores, y cualquier acción que tomemos los va a afectar directamente.