
Pirópolis: Cuando el fuego se vuelve parte del paisaje
Desde los tiempos antiguos el hombre ha tenido un vínculo especial con el fuego: un elemento amenazante pero también profundamente bello. Pirópolis, el nuevo documental del director Nicolás Molina, podría parecer un relato sobre una compañía de bomberos de Valparaíso que arriesga su vida para apagar incendios, pero esto es solo un pretexto para explorar todas las dimensiones de nuestra relación con el fuego.
Molina no se limita a presentar la lucha de los bomberos, sino que utiliza su trabajo para adentrarse en un fenómeno que, por su poder destructivo y estético, ha fascinado a la humanidad desde siempre.
El hilo narrativo carece de complejidad: es un documental que trata sobre la cotidianeidad de una compañía de bomberos, y que tiene como protagonista a Héctor Casacuberta, el capitán de la Pompe France de Valparaíso. A través de un enfoque observacional, vemos a este grupo de bomberos en talleres formativos, cenas de celebración, durmiendo en la estación, jugando PlayStation y, por supuesto, apagando incendios.
No se los perfila desde una dimensión heroica, sino que siempre se privilegia la sobriedad, el compañerismo y la cercanía, lo que constituye una de las grandes virtudes del trabajo de Molina.
Esto permite que el espectáculo -palabra que aquí no se utiliza en un sentido peyorativo- esté en el fuego. Existe un uso de la fotografía muy cuidado, que permite percibir la tenacidad, la destrucción y la belleza del fuego por partes iguales. El mismo Molina reconoció que uno de sus objetivos era hacer sentir a las personas lo que es estar “dentro de un incendio”. Y sin duda, este es el aspecto mejor logrado de la película.
Por momentos, la imagen se vuelve sofocante. El humo se adueña de la pantalla, los bomberos se transforman en siluetas y los paisajes adquieren tonalidades anaranjadas y rojizas, como si estuvieran siendo devorados lentamente por el fuego. Aparecen helicópteros descargando agua desde el cielo, mientras planos generales muestran bosques arrasados y zonas urbanas siendo consumidas por las llamas.
La película alterna entre incendios forestales y urbanos, y en ambos casos logra transmitir con crudeza no solo la destrucción provocada por los incendios, sino también la abnegación y el riesgo constante que enfrentan los bomberos de la Pompe France.
Es también en estos segmentos donde se nos develan las problemáticas sociales derivadas de los incendios que han afectado a Valparaíso en la última década. Esta imagen de un país incendiado se conjuga con escenas de protestas que muestran que no solo existe un incendio material, sino también uno de corte social.
Esto queda enmarcado en una imagen precisa: un niño juega de manera despreocupada mientras, a sus espaldas, los bomberos intentan apagar el fuego. Una escena que condensa, sin necesidad de subrayados, el cruce entre vulnerabilidad y emergencia.
En síntesis, Pirópolis ilustra en poco más de una hora una relación compleja con el fuego. Lo hace a través de quienes lo enfrentan cotidianamente: desde el director, hipnotizado por su belleza salvaje, hasta los bomberos de la Pompe France, que combaten sus efectos de manera abnegada. Y por último, también están las personas afectadas por los incendios, para quienes el fuego se ha vuelto parte del paisaje habitual.