
Más allá de lo básico: El desafío de fortalecer la comprensión lectora en todas las etapas escolares
El pasado 6 de marzo, la Agencia de Calidad de la Educación presentó los resultados de la Prueba SIMCE 2024 que evidencian un aumento significativo en los puntajes promedio de 4º básico. Este incremento, que abarca todos los grupos socioeconómicos, el cual refleja una recuperación tras la pandemia, ha sido celebrado como un avance histórico.
Sin embargo, aunque los resultados de 4º básico muestran que se va por un buen camino, la situación en los niveles superiores es distinta. En Lectura, solo un 38% de los estudiantes de 6º básico y apenas un 21,9% de los que cursan 2º medio alcanza un nivel adecuado.
De hecho, los resultados en enseñanza media son especialmente preocupantes, ya que casi la mitad presenta un nivel insuficiente de comprensión lectora; lo que compromete seriamente sus oportunidades de aprender en las distintas disciplinas escolares, continuar estudios en educación superior y participar de manera activa y crítica en la sociedad, entendiendo, analizando y evaluando la información que reciben a diario.
Tal como lo han destacado diversas voces en estos días, es momento de poner mayor atención a lo que ocurre en la Educación Media. Y para mejorar la comprensión lectora, no basta con focalizar los esfuerzos en los niveles iniciales; también es necesario abordar los desafíos que plantean los textos complejos en los niveles superiores.
Como muestra la amplia investigación en el área, la comprensión lectora va más allá de la decodificación y la fluidez, y exige desarrollar diversas habilidades de pensamiento y lenguaje que se conjugan para construir significado a partir de la lectura.
A medida que avanza la escolaridad y los textos se vuelven más complejos, es fundamental contar con un vocabulario general y académico amplio. No se trata solo de conocer un gran número de palabras, muchas de ellas poco habituales en el lenguaje cotidiano, sino también de ser capaz de usarlas de manera flexible para comprender y pensar los conceptos.
Además, para avanzar hacia los niveles esperados de comprensión lectora reflexiva y crítica, se requiere desarrollar habilidades de pensamiento superior analíticas y argumentativas, que permitan reconocer y evaluar argumentos, integrar y contrastar fuentes, identificar controversias y adoptar posturas fundamentadas.
Asimismo, es clave la capacidad de hacer inferencias, integrando las ideas del texto con los conocimientos previos sobre el mundo, el tema y la cultura, así como con el conocimiento del lenguaje, los tipos de texto y sus propósitos.
La comprensión lectora también requiere motivación y metacognición, es decir, la capacidad de reflexionar sobre el propio proceso de lectura, fijarse objetivos, monitorear lo que se entiende y aplicar estrategias de lectura ante las dificultades. La metacognición es una habilidad que debe ejercitarse desde la primera infancia, pero que cobra especial relevancia en la adolescencia, cuando se exige mayor autonomía en las tareas de lectura.
Una buena noticia es que estas habilidades de pensamiento superior pueden ser promovidas y fortalecidas de manera sistemática y transversal en todas las asignaturas. Esto requiere ofrecer a los estudiantes distintas oportunidades para argumentar, reflexionar y elaborar sus ideas.
En este proceso, los docentes cumplen un rol clave al modelar el pensamiento reflexivo y metacognitivo, mostrando cómo se piensa en voz alta. Para que todo ello suceda, el aula debe promover un espacio de diálogo y participación donde todos se sientan cómodos compartiendo sus ideas.
Los resultados del último SIMCE nos presentan una oportunidad para revisar la enseñanza de la comprensión lectora, recordando que debe ser progresivamente más compleja a lo largo de la trayectoria escolar, con el fin de asegurar una formación sólida de los estudiantes, que les permita participar de la sociedad como ciudadanos críticos y contar con las herramientas necesarias para tener éxito en el camino que deseen continuar al egresar de la escuela.