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Disonancia cognitiva: El tiempo de la banalidad y del caos
Sascha Cornejo

Disonancia cognitiva: El tiempo de la banalidad y del caos

Por: Sascha Cornejo Puschner | 02.02.2025
Este 2025 se avecina como el año en el que todo marco explicativo se quebrará. Ya todo parece ser desborde: de sentidos, de narrativas, de violencias. Esta realidad ya ha superado con creces a 1984 de Orwell. Pero a pesar de todo este caos, siempre debemos preguntarnos algo fundamental: ¿cui bono? A quién le beneficia este estado del mundo.

En Alemania, después del colapso del gobierno de Olaf Scholz, la desesperación de la clase política alemana demuestra una falta de orientación que llega a dar pena. Una política exterior que sigue incentivando una guerra en Ucrania ya perdida, y continuando con la política de apoyo a un régimen genocida, como es el de Israel.

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Esta clase política liberal nunca dudó de su propia superioridad moral ante el resto del mundo. A pesar que ahora se encuentran en proceso de traicionar uno a uno todos esos supuestos valores liberales.

Dentro de su visión, como si se tratase de una burda película hollywoodense, ellos siempre serán los buenos ante los malvados autócratas y dictadores. Una visión que les colocaba al lado de Ucrania, comprendida como víctima de una agresión rusa y del lado de Israel como victima de terrorismo. Ambas decisiones basadas en premisas falsas, han demostrado ser de lo más equivocadas, contribuyendo al derrumbe de estos países.

En el caso de la guerra de Ucrania, está claro que la victima es el pueblo ucraniano, pero no la clase política liderada por Zelensky que no tiene problemas de sacrificar a su propio pueblo mediante el reclutamiento forzado y otras medidas.

Obviamente el pueblo ucraniano tiene todo el derecho a defenderse, pero la alineación con los ideales de la OTAN y EE.UU. han llevado al colapso de ese país. El analista Scott Ritter, se refería al toque del rey Midas -el toque de EE.UU.- “todo lo que toca, perece”. Ucrania hoy ya es un estado fallido que se mantiene a flote gracias a los dineros de Europa y EE.UU. y cuyos recursos naturales se encuentran entregadas a fondos buitres.

La política internacional europea ha perjudicado enormemente a su pueblo. Con esto, no es de extrañar que múltiples analistas, en vez de apuntar a una política que favorezca a los ciudadanos europeos, hayan intentado complacer a sus amos en EE.UU. Con su abierto desdén hacia todo intento de resolución diplomática con Rusia, dejando la soberanía de Europa bastante en entredicho.

Este camino a su lenta autodestrucción lleva al viejo continente nuevamente a los brazos de la ultra derecha. Aunque los liberales alemanes sueñen con prohibir al partido de extrema derecha AFD, poco pueden hacer para frenar el avance de esta fuerza política, en un país que, históricamente, tenderá hacia la derecha en época de crisis.

Ahora con la próxima ascensión de Trump al poder la extrema derecha, y con portavoces como Elon Musk, ya se encuentran envalentonados como para proferir narrativas cada vez más distorsionadas en su afán anti-woke. La jefa del AfD, Alice Weidel, en una conversación con Musk via “X” señalaba que “Hitler era comunista” y que los antisemitas son todos de izquierda (a favor de Palestina).

Afirmaciones tan absurdas no merecerían ningún comentario, sino es por lo que representan, es decir, el poco aprecio por la realidad y la historia, lo que da cuenta también de nuestro particular Zeitgeist, tan dominado por una narrativa que no puedo llamar de otra forma sino de fascista. “Hitler era comunista”, “Pinochet no era un dictador”, “Israel solo se defiende ante amenazas”, terroristas de Al Qaeda ahora son “islamistas moderados”, etc. Probablemente oiremos muchos más de estos relatos durante 2025.

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Esta falta de referencia a una realidad mínima desde una extrema derecha cada vez más revisionista es un fenómeno interesante y peligroso. Pero basta con mirar los estragos causados por esta expresión de un supremacismo racista que es el sionismo revisionista que clama la tierra palestina como suya a la vez que busca justificar un genocidio trasmitido en vivo y en directo.

Es muy interesante esta alineación de un nuevo fascismo que representa el sionismo actual que lidera el curso de Israel y que provoca tantas simpatías en los líderes de extrema derecha (los Bolsonaro, los Milei, las Meloni, las Weidel). De hecho, lo han demostrado más un año de intenso genocidio con una prensa corporativa completamente cómplice y empecinada en negar que este genocidio ocurra.

En lo que concuerdan tanto el liberalismo occidental liderado por genocidas como Joe Biden, Anthony Blinken, o Ursula von der Leyen y una extrema derecha de sociópatas como Donald Trump y Elon Musk es su compromiso con el sionismo como fuerza política y discurso radical.

Ahora en lo que respecta a Gaza, más allá del Acuerdo de Cese del Fuego, un año de intenso bombardeo nos muestra que este se ha convertido en un laboratorio. Porque hasta ahora este genocidio ha quedado impune. Aunque Israel se ha convertido en un estado paria.

Occidente en su apoyo a Israel ha dado muestras de una colosal hipocresía cuando se trata de incluir a los Palestinos dentro de la esfera humana. Y lo peor es que el mensaje pareciera ser que, si esta cosa funciona, vaya que se puede replicar en otra parte. El mensaje que recibe el mundo es que el poder nunca tendrá que rendir cuentas.

Y ahora, este 2025 se avecina como el año en el que todo marco explicativo se quebrará. Ya todo parece ser desborde: de sentidos, de narrativas, de violencias. Esta realidad ya ha superado con creces a 1984 de Orwell. Pero a pesar de todo este caos, siempre debemos preguntarnos algo fundamental: ¿cui bono? A quién le beneficia este estado del mundo.

Pareciera que los modelos conceptuales sociológicos ofrecidos para entender nuestra realidad -tales como modernidad liquida, sociedad del espectáculo, o sociedad disciplinaria-, realmente se quedan cortos en explicar la situación actual.

Disonancia cognitiva”, es como han llamado estas muy modernas formas de incomprensión e ideología. Juicios falsos que descansan sobre premisas falsas, una especie de autoengaño que llevan al mundo hacia su inminente destrucción. Ideología en estado puro, más bien, ideología en su estado perfeccionado.

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Al parecer nuestro tiempo es el de la banalidad y del caos, donde razón y sin sentido se desbordan continuamente. Para comprenderlo habrá que crear una nueva sociología del caos, de la disonancia cognitiva y del hiperimperialismo.