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Bosques de macroalgas de la Patagonia chilena: Salmoneras, pesca industrial y cambio climático dañan estos ecosistemas
Mar de la Patagonia chilena. Foto: Agencia Uno.

Bosques de macroalgas de la Patagonia chilena: Salmoneras, pesca industrial y cambio climático dañan estos ecosistemas

Por: Pablo Oyarzún | 22.01.2025
Un estudio en tres áreas protegidas determinó la presencia de factores de estrés que actualmente amenazan la salud de los ecosistemas marinos costeros y la biodiversidad de la Patagonia chilena: la pesca industrial resulta incompatible con el cuidado del medio ambiente en esta zona.

Son un agente relevante en la preservación de la biodiversidad en los hábitats marinos costeros. Sin embargo, los bosques de macroalgas se han visto afectados por varios factores, quedando expuesto al riesgo.

Los responsables de provocar factores de estrés en la salud de los ecosistemas marinos costeros son las actividades industriales como las salmoneras y la pesca en grandes cantidades en la Patagonia chilena.

Debido a esto, un equipo de investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), que además forman parte del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), analizaron el estado de estos hábitats marinos costeros, mediante la recolección de datos abiertos para identificar y evaluar los lugares que presentan mayores riesgos.  En este equipo también participan colaboradores del Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile.

La investigación se concentró en el estudio de hábitats de algas pardas gigantes (Macrocystis pyrifera) en tres áreas protegidas de la Patagonia chilena: Reserva Nacional Las Guaitecas, Reserva Nacional Kawésqar y el Parque Nacional Isla Magdalena, lugares donde se identificaron diferentes zonas de alto riesgo, relacionadas con varias amenazas, como la presencia de las industria salmonera.

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Especies esenciales

Bárbara Larraín, investigadora del IEB e integrante del equipo que lideró el estudio, afirma que “las macroalgas se consideran especies estructurantes, es decir, especies ‘ingenieras’ de ecosistemas, pues son capaces de estructurar un ecosistema completo al aumentar la riqueza de especies y la complejidad del ecosistema. Entonces, hay mucha biodiversidad asociada a estos hábitats”.

“Las macroalgas están asociadas a muchos servicios ecosistémicos. Por ejemplo, son receptoras de carbono azul, ayudando a la mitigación del cambio climático. También están directamente relacionadas al ser humano, a los medios de vida de las personas de la zona, como lo son la pesca artesanal y la acuicultura”, añade. 

Por todo lo anterior, una pérdida irreversible de estos ecosistemas podría iniciar una “catástrofe no solo en la mirada ecológica por la pérdida de biodiversidad y la capacidad de resiliencia de la naturaleza, sino también en lo socioeconómico, debido a que hay comunidades enteras que se relacionan en múltiples aspectos con estos hábitats”, sentencia Larraín.

Factores de estrés

Durante la investigación se estudió el efecto acumulativo de las amenazas en dichos ecosistemas marinos costeros, donde se identificaron diferentes factores de estrés. El cambio climático es uno de los más importantes, pero también está la salmonicultura y las flotas de barcos vinculadas a la acuicultura.

Larraín sostiene que “a la hora de analizar las amenazas, encontramos dos dimensiones de éstas. Una de las amenazas es la más difícil de manejar, como lo es la del cambio climático. Y otra que tiene relación con las actividades industriales, y que podríamos controlar en el corto plazo”.

Medidas a corto plazo

Los resultados obtenidos ayudan a tener una evaluación integral de los riesgos que enfrentan los hábitats marinos en la Patagonia chilena y a identificar las zonas con mayor riesgo.

En ese contexto, la investigadora del IEB apunta que “cuando uno piensa en las áreas protegidas, se piensa en la conservación de los ecosistemas allí presentes. Esto es incompatible con la existencia de la actividad de la salmonicultura, porque al final son actividades industriales, a gran escala. Además, esta industria tiene un historial negativo, no solo en Chile, cuando se trata de generar producción sin pasar a dañar al medio ambiente”.

“Como primera medida, nosotros recomendamos que las industrias salmoneras tengan que empezar a salir de las áreas protegidas. Apelamos a una mejor planificación para proteger a estas áreas. Que se mejore la capacidad institucional y fomentar una cooperación interdisciplinar que permita enfrentar las amenazas específicas de cada área protegida de mejor manera, reforzando, por ejemplo, las normativas acerca de la contaminación y su fiscalización, así como también diseñando políticas adaptativas que integren el cambio climático y aborden sus interacciones con otras amenazas”, finaliza.

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