Tierras raras en Chile: ¿Neo-extractivismo o enverdecimiento productivo?

Tierras raras en Chile: ¿Neo-extractivismo o enverdecimiento productivo?

Por: Ricardo Bustamante Pizarro | 13.07.2024
Calificadas dentro de los minerales críticos para la transición energética y la descarbonización, las tierras raras emergen en Chile con un potencial de convertir al país en un proveedor importante en Occidente y una alternativa de producción frente al monopolio de China. Sin embargo, el único proyecto en desarrollo en el centro-sur del país enfrenta pruebas definitivas en la institucionalidad ambiental, además de cuestionamientos de especialistas y la comunidad local.

El Medio Oriente tiene petróleo. China tiene tierras raras”. Es la emblemática frase pronunciada por el exlíder supremo chino Deng Xiaoping en el año 1992, y que -no por nada- se mantiene vigente en la actualidad. Y es que el control, de características monopólicas y geopolíticas, que ostenta China en las reservas, explotación y producción de tierras raras sigue siendo incontrarrestable.

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Desde la década de 1990, China ha llegado a representar hasta el 95% del suministro global de tierras raras, aunque al año 2002 su cuota de participación en la extracción se situó en 68%, aun así, muy por encima de los otros dos grandes productores, Estados Unidos y Australia, con 11 y 9%, respectivamente, según el informe Mercado de Minerales Críticos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) de 2023.

Sobre las reservas mundiales, las que suman 130 millones de toneladas métricas (t), la tercera parte de ellas se encuentran en China, con 44 millones de toneladas (38%), siendo seguido por menos de la mitad por Vietnam y Brasil, ambos con 21 millones de t. Es más, el gigante asiático también lidera con abrumadora ventaja el procesamiento, con el 90%, mientras que Malasia lo secunda con solo un 9% y Estonia con un 1%, de acuerdo al mencionado estudio de la AIE.

“La minería de tierras raras a nivel global es una industria de buen rendimiento económico que está creciendo en promedio 1,5% anual”, apunta a Climate Tracker, el geólogo José Cabello, fundador y presidente del Centro de Estudios de Minerales Estratégicos y Críticos (CEMEC), quien subraya que el estatus de China se debe a una consolidación estratégica que impulsó su gobierno desde el año 2011.

Esta monopolización ha permitido al país influir directamente en los precios mundiales en los últimos años, teniendo en cuenta que la demanda global se proyecta desde las 125 mil t en el año 2021 hasta las 315 mil t para el 2030. Razón por la cual economías de Occidente buscan disminuir el control chino diversificando la producción, y al mismo tiempo, siendo conscientes del alto riesgo que implica para el proceso internacional de transición a energías limpias.

De hecho, en el informe Panorama Global de Minerales Críticos, la AIE califica como “alto” el riesgo de suministro de estos minerales; como “baja” la capacidad de respuesta ante interrupciones de suministro, y situó en un 77% su riesgo geopolítico.  

Minerales críticos y tierras raras

Las tierras raras se encuentran tipificadas dentro de los llamados minerales críticos para la transición energética y la descarbonización de las economías. El Banco Mundial (2020) y Church y Crawford (2020) identifican al menos 24 minerales críticos, los que son utilizados en distintas tecnologías de energía renovable, así como para el almacenamiento de energía e instalaciones eléctricas. Es así como dentro de los minerales críticos encontramos al cobre, litio, níquel, cobalto, grafito, zinc, manganeso, molibdeno, bauxita, aluminio y, por cierto, a las tierras raras.

Pero ¿qué son las tierras raras? Las tierras raras o Rare Earths Elements (REE, por sus siglas en inglés) son un grupo de 17 elementos químicos de la tabla periódica, 15 de ellos pertenecientes al grupo de los lantánidos. Estos minerales se clasifican según su abundancia: las livianas, en general más presentes, son el lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio y escandio; y las pesadas, que agrupan al terbio, gadolinio, holmio, disprosio, erbio, tulio, iterbio, itrio y lutecio.

De las ligeras, el neodimio es uno de los más críticos, pues se utiliza en teléfonos móviles, vehículos eléctricos, equipos médicos y en la fabricación de imanes permanentes (imanes Nd), usados en sistemas de almacenamiento de datos y turbinas eólicas. Mientras el praseodimio también es componente crítico en la producción de imanes de alto rendimiento y vital en aleaciones con magnesio para la fabricación de motores de aviones.

En tanto, de las tierras raras pesadas, el disprosio se utiliza para ayudar a enfriar las barras de combustible de los reactores nucleares y también para imanes permanentes. Por su parte, el terbio se emplea en pantallas de televisión y el almacenamiento de datos en discos duros sólidos, al tiempo que el itrio es agente de aleación y componente básico en electrodomésticos y tubos catódicos de televisores.

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Cabe destacar que los “imanes Nd” ofrecen un rendimiento superior, pues son más ligeros, potentes y pueden ser diseñados en cualquier forma o tamaño. Además, si se les incorpora disprosio y terbio, les permite funcionar en temperaturas elevadas sin perder magnetismo, lo que es un incentivo para la creciente demanda global y el camino hacia la transición energética.

Un debut zigzagueante en Chile

La comuna costera de Penco, en la región del Biobío, es una de las zonas del país donde está comprobada la existencia de estos minerales críticos, los que se localizan en yacimientos de arcillas iónicas, como las presentes en el terreno del actual fundo Coihueco. Precisamente, en ese lugar es donde la empresa Aclara, perteneciente a capitales canadienses y al grupo peruano Hochschild, busca extraer tierras raras pesadas, principalmente disprosio, terbio y neodimio, y en menor medida, praseodimio y lutecio.

Pero la intención extractiva en Penco no es reciente, ya en el 2018, la firma -en ese entonces conocida como BioLantánidos- ingresó un estudio de impacto ambiental (EIA) al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) del Biobío. No obstante, la minera retiró el proyecto en marzo de 2022 para efectuar ajustes. Desistimiento ocurrido justo un mes después de que la comunidad local lo rechazara de forma casi unánime (99%, más de 7.500 votos) a través de una consulta ciudadana autogestionada, la que contó con el apoyo del municipio y organizaciones sociales.

En abril de 2023 la compañía ingresó un nuevo EIA, con una inversión de US$ 130 millones, sin embargo, el SEA regional puso término anticipado al estudio en julio del mismo año, luego de que el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y la Corporación Nacional Forestal (CONAF) lo objetaran por falta de información esencial, como la presencia de naranjillos (Citronella mucronata), árboles nativos clasificados en estado de conservación “vulnerable”.

Finalmente, el 10 de junio de 2024, la empresa presentó un nuevo EIA del “Proyecto de Desarrollo Minero de Extracción de Arcillas para Producción de Concentrado de Tierras Raras”, el cual fue admitido a evaluación por el SEA regional el 24 del mismo mes. El proyecto consta de dos etapas, siendo la primera para los primeros cinco años. Aclara indicó que la iniciativa implica también un plan de revegetación de 100 hectáreas, pasando de árboles exóticos a nativos, y la creación de 2.200 empleos directos e indirectos.

“Esta es una iniciativa optimizada que aborda las observaciones relacionadas con los requisitos ambientales y sociales de los servicios públicos y las comunidades locales. Es un proyecto de menor tamaño y duración que mantiene su inversión y sólo trabajará en lugares con bosque exótico -pino y eucalipto-, restaurando posteriormente con bosque nativo. Además, usará aguas 100% recicladas, sin tocar fuentes naturales”, detalló la compañía.

Además, Aclara destacó la innovación y sustentabilidad del proceso para obtener tierras raras en Penco, en comparación con los estragos socioambientales que históricamente ha provocado la explotación de estos minerales, especialmente en China. El procedimiento, denominado ‘cosecha circular de minerales’, “trabaja con el suelo superficial, fomenta la economía circular usando aguas 100% recicladas (...) no genera relaves; no requiere de explosivos, chancado ni molienda, y tampoco vierte residuos industriales líquidos al medioambiente”, precisaron.

Sin embargo, para la académica de la Universidad de Concepción e investigadora en minería y conflictos socioambientales, Bárbara Jerez, “no hay certezas” sobre el proceso. “Ese es el problema, porque se está prometiendo sustentabilidad y circularidad en el uso del agua, pero la extracción es a gran escala, lo que dificulta que no se requieran mayores cantidades de agua”.

En cuanto al factor técnico del proyecto, el geólogo Cabello detalló que para procesar el mineral se construyó en 2015 una planta piloto de pruebas metalúrgicas para generar concentrado de óxidos de tierras raras, que alcanza una pureza del 92%. “El proceso es de lixiviación en un circuito cerrado continuo en planta (no in situ). La planta de producción ha sido diseñada para producir entre 500 y 700 t anuales de tierras raras pesadas, con expectativas de crecimiento”.

Alianza con Grupo CAP

En abril pasado, Aclara firmó con el Grupo CAP, líder en siderurgia y minería de hierro en la costa del Pacífico, un acuerdo de asociación estratégica para la producción de tierras raras y productos de valor agregado, luego de que el conglomerado chileno anunciara la inversión de US$ 29,1 millones en la adquisición del 20% de la filial de Aclara en Chile, cuyo primer pago por US$9,7 millones ya realizó. Además, el pacto considera la opción de invertir otros US$50 millones por un 20% adicional de la empresa en Chile y una opción a tres años para invertir hasta 19,9% en la matriz de la compañía con base en Canadá.

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“Junto a Aclara creamos una nueva empresa conjunta, REE Alloys, para desarrollar productos en base a aleaciones de hierro y tierras raras, aprovechando las materias primas que producimos y nuestro conocimiento en ferroaleaciones. Estas aleaciones hierro-boro-neodimio son materiales de alto valor agregado que se utilizan en la fabricación de magnetos permanentes, y especialmente cuando incorporan tierras raras pesadas, como el disprosio y terbio, son esenciales para el alto rendimiento de vehículos eléctricos y turbinas eólicas”, relató el Grupo CAP, que también resalta la “gran complementariedad con la infraestructura de CAP en el Biobío”. 

¿Hacia una industrialización verde en Chile?

La ventana de oportunidad para encaminar y eventualmente consolidar un desarrollo productivo respetuoso con el medioambiente y las comunidades -o una “industrialización verde”- es una proyección basada en la presencia estratégica de minerales críticos en el país, como es el caso histórico del cobre y la actualidad del litio en el norte, así como el incipiente mercado de las tierras raras en el centro-sur. Una realidad que la mayoría de los actores involucrados vislumbran con gran expectación, pero también con preocupación por sus potenciales impactos.

“Uno de los desafíos actuales para la minería chilena corresponde a la necesidad de diversificar la cartera de otros minerales, además del cobre y el litio, por lo tanto, estratégicamente realizar exploración de tierras raras es fundamental para aumentar los recursos y reservas de dicho mineral. Así se podrá incrementar la posibilidad de generar nuevos proyectos de explotación para posteriormente comenzar a involucrarse en el mercado de tierras raras, incluso escalando en el valor agregado, generando encadenamientos productivos y nuevos empleos”, apuntó Carlos Silva, jefe de la División de Estrategia y Políticas Públicas del Ministerio de Minería.

En la misma línea, el Ministerio del Medio Ambiente explica que “el gobierno ha estado empujando una política de Desarrollo Productivo Sostenible que contiene en sus objetivos la descarbonización, la resiliencia a la triple crisis ambiental y la diversificación de la matriz productiva”.

Una política que lidera el Ministerio de Economía, en coordinación con Medio Ambiente, Energía, Minería, Ciencia y CORFO, mientras que la Ley Marco de Cambio Climático proyecta que el país necesita ser carbono-neutral y resiliente al clima en 2050, por lo que -añaden- están “diseñando planes sectoriales y de acción regional y comunal”, destacando que “se trata de un esfuerzo interministerial, a nivel de Estado, por cumplir con el avance hacia una economía baja en carbono y resiliente”.

Para el Grupo CAP, “Chile tiene un enorme potencial para avanzar en su industrialización” y añaden, respecto al valor agregado a generar en su alianza con Aclara, el esperar “colocar este producto en las cadenas de suministro en Occidente. Creemos que hay una tremenda ventaja en ser los primeros en un mercado que podría entrar en fuertes déficits de oferta, y con altísima disposición a pagar de parte de los productores de vehículos eléctricos para asegurar disponibilidad, trazabilidad y sustentabilidad de sus productos”.

Por su parte, el presidente de CEMEC, afirmó que “siendo Chile un país históricamente minero, dispone de una institucionalidad adecuada para controlar e incluso supervisar la explotación de minerales críticos en todo el territorio. Aplicando correctamente nuestra legislación, se garantiza que la minería se desarrolle sosteniblemente, aprovechando nuevas oportunidades generadas por la urgente necesidad de enfrentar el cambio climático”.

Mientras que para la investigadora Jerez, “falta mucha institucionalidad para estudiar este tipo de minería, al igual que estudios públicos, formulados por investigadores autónomos. También mecanismos de fiscalización, más estudios de cuencas, de modelos hidrogeológicos, que finalmente no están o son muy parciales. Es vital que el Estado lo haga para poder realmente ser garante de proyectos que protejan el patrimonio del país”.

Para Antonio Pulgar, coordinador de Estudios de la ONG FIMA, son cuestionables los objetivos de estas transiciones productivas. “Hasta qué punto estos procesos de industrialización son compatibles con las actividades en esos territorios, y para eso es necesario analizar el estado de los ecosistemas y entender cómo se pueden compatibilizar con escalas que permitan conservarlos, sostener sus modos de vida, sus economías de escala y generar dignidad laboral”.

En el mismo sentido, para la Corporación Parque para Penco, organización local que busca el establecimiento de un Parque Intercomunal en la misma zona de instalación del proyecto minero, este último “no responde a las necesidades reales de los ciudadanos, sino a intereses empresariales privados que generan zonas de sacrificio, que justifican en nombre de la descarbonización”.

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Asimismo, Jerez se muestra de acuerdo en que Chile tiene capacidades para generar una industrialización verde, “pero una vez más, no podemos pensarnos como un país que va a abastecer al mundo, porque se termina reventando a los ecosistemas y agotando las cuencas. Debemos reducir las expectativas de extracción y apuntar a un país que, si bien exporta, también produce más valor agregado”.

“En Chile ha pasado mucho que los proyectos de generación energética no están ayudando a implementar soluciones de electrificación de comunidades locales y eso es un problema constante. La pregunta es si necesitamos como país y como territorios estos procesos de industrialización”, añade Pulgar.

Lo anterior es complementado por la académica de la Universidad de Concepción: “A nivel local, cómo fortalecemos la industrialización verde que va potenciando las pequeñas empresas, pero también mirando al país en cuanto a cómo generar un cambio cultural que reduzca los impactos de los extractivismos y el cambio climático”.

Oportunidades y desafíos para reducir impactos

El Gobierno, a través del Ministerio de Minería, se manifiesta sobre la potencialidad de las tierras raras, así como respecto a los resguardos debidos. “Chile tiene la oportunidad de entregar insumos claves para la transición, pero debemos hacerlo en justo equilibrio con el medio ambiente y las comunidades. El impulso del gobierno busca desarrollar más minería, pero una más sostenible. Las políticas públicas fomentadas a la fecha también buscan promover la agregación de valor, complejizando la economía y desarrollando nuevas industrias anexas”, sostiene Silva.

Para el representante de FIMA es una tendencia global el “justificar” este tipo de actividades, destinadas a “facilitar la transformación productiva en los países del norte global”, por lo que es necesario observar estas situaciones “en torno a criterios de justicia ambiental y climática”, abordando la discusión sobre “quién y cómo van a soportar los costos ambientales y quiénes van a recibir los beneficios de esta producción”.

Jerez detalla que “todos los extractivismos exportan naturaleza, agua, energía, tierra”, recalcando que la novedad en estos casos es que provienen “de la demanda de minerales críticos para transiciones verdes que se plantean desde las esferas corporativas y de organismos internacionales”.

En cuanto a los resguardos socioambientales, Silva subraya que es “fundamental requerir los métodos extractivos más modernos para tener los menores impactos posibles”, y valora la relevancia de la vinculación que pueda tener el país con expertos para lograr “una extracción sostenible, importante en volumen y el desarrollo de capacidades locales”.

Para la Corporación Parque para Penco, su proyecto comunal representa una de estas oportunidades, el cual definen como sostenible y con viabilidad económica. Una iniciativa, que presentaron al Ministerio de Agricultura y dueños del predio forestal, y que “integra las necesidades de trabajo a través del potencial turístico de la zona”, señalan, como son las actividades y programas de educación ambiental y conservación ecológica.

En un terreno -que indican- se ubica a menos de un kilómetro del centro urbano de la comuna, y entre sus impactos contaría la afectación del caudal y calidad de aguas del río Penco, de un relicto de bosque nativo, fauna silvestre, la emisión de material particulado y contaminación acústica.

En ese sentido, Pulgar recalca la importancia de seguir fortaleciendo los espacios de participación ciudadana con el fin de “permitir una democratización en la toma de decisiones sobre el devenir de los territorios”, ya que “aún no se permite integrar completamente las opiniones de las comunidades”.

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“Para poder hacer una transición verde se podría promover, por ejemplo, el reciclaje de basura electrónica, donde se encuentran muchos de estos minerales críticos, también una política de electromovilidad, que reconvierta los autos diésel a eléctricos. Pensar una economía verde desde los reciclajes, desde la educación ambiental, la reducción de las demandas, porque es un cambio de mentalidad, no solamente uno de producción”, concluye Jerez.


Este artículo fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina 

Autor del reportaje: Ricardo Bustamante, periodista, magister en Ciencia Política y Comunicación.

Crédito de la foto: Ricardo Bustamante