Tras las lluvias: La importancia de ventilar espacios cerrados durante el invierno
Acabamos de tener un intenso sistema frontal que azotó a distintas regiones del país, sin embargo después de la lluvia se hacen comunes los episodios donde el frío y los virus son inminentes, y junto a estos factores aumenta también la humedad en los suelos donde se emplazan nuestros hogares, trabajos, escuelas, entre otros espacios.
Adicionalmente, toda la envolvente de estas edificaciones (la capa externa que separa el interior y exterior del mismo) se convierten en verdaderas esponjas de agua, que si no son herméticas al viento y al agua lluvia pueden traer graves consecuencias, como filtraciones indeseadas que dañan la vida útil de los materiales y contribuyen a la proliferación de hongos y distintos virus en el interior.
Disminuir la humedad a través de una buena ventilación de los lugares que habitamos y secar la envolvente interior se vuelve una prioridad que puede resolverse con una simple -aunque en estos días compleja- acción: abrir la ventana. Una práctica muy importante y necesaria.
Las bajas temperaturas combinadas con altos niveles de humedad en una vivienda aumentan la susceptibilidad de quienes las habitan a pasar frío y contribuyen a la transmisión de enfermedades respiratorias. Sin una buena renovación del aire, los materiales y elementos contaminantes pueden acumularse, deteriorando la calidad del aire que respiramos.
Este problema se agrava en viviendas antiguas, donde la humedad interior puede promediar porcentajes mayores a 70%, y las condiciones constructivas no son las ideales, ya que fueron construidas previo a la normativas térmicas.
Para abordar esta situación es crucial implementar estrategias que reduzcan la humedad y mejoren la calidad del aire en las viviendas, mejoras que van de la mano con el diseño arquitectónico y la soluciones constructivas de mejor estándar.
En primer lugar, abogar por la construcción de viviendas herméticas, envolvente térmica más eficiente, utilizando mejores materiales y técnicas constructivas que mantengan temperaturas internas estables y reduzcan la humedad y condensación al interior y dentro de la envolvente.
Además, mantener temperaturas internas estables dentro de un rango que permita que sus habitantes se sienta cómodos y confortables dentro de sus hogares (sobre los 18ºC).
Asimismo, la ventilación adecuada es esencial. En áreas con mala calidad del aire exterior, como el sur de Chile, es más complejo poder lograrlo dado la alta concentración de material particulado como PM2.5, producto de la combustión a leñas. Para esto se requieren sistemas complementarios. Más allá de tener extractores en baños y cocinas, se puede complementar con purificadores de aire para asegurar un ambiente saludable y más limpio sin contaminantes.
Estas estrategias no sólo mejoran la calidad del aire, sino que también contribuyen a reducir enfermedades respiratorias, y mejorar la salud de las personas.
Adicionalmente, complementar con deshumidificadores interiores, de forma de reducir los niveles de humedad y vapor de agua al interior de viviendas, lugares de trabajo y estudio, pueden tener un impacto muy significativo para la salud de las personas.
En conclusión, no debemos subestimar la importancia de la ventilación al interior de los hogares durante el invierno. A pesar de las dificultades que puedan presentarse, es vital buscar formas de asegurar una buena ventilación para proteger nuestra salud y bienestar. La implementación de mejores prácticas constructivas y estrategias de ventilación adecuadas es una tarea urgente y necesaria para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
Autora de la columna: María Isabel Rivera, investigadora del Centro de Desarrollo Sustentable (CEDEUS) y académica de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción.
Crédito de la foto: Agencia Uno