Redolés: "Nueva izquierda repite errores de la Concertación: Tenerle un miedo atroz a la derecha"
Mauricio Redolés cumplió 70 años. Más de 50 años de carrera en la música y la poesía que han dejado obras tan icónicas como ¿Quién mató a Gaete?, Bello Barrio, ¿Qué será de mi torturador? Pequeñas piezas que daban cuentan de la historia grande del país, siempre del prisma de Redolés: humor, picardía y su “pecho chileno mirando el sol” como actitud vital.
En sus siete décadas sigue por el mismo camino, y lo celebrará en grande su banda en un concierto donde hará un repaso por su extensa carrera, tocando dos canciones por cada disco y un par de sorpresas este 13 de agosto a las 19 horas en el Aula Magna del Liceo Manuel de Salas.
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Pero eso no es todo, además lanzará un libro titulado Otra Cosa: siento tres canciones de Mauricio Redolés, más de 400 páginas con las letras y acordes de sus canciones junto a material fotográfico y relatos del autor alrededor de su obra.
Ante este evento celebratorio Mauricio Redolés conversó con El Desconcierto sobre su carrera, la conmemoración de los 50 años del golpe y las diferencias de la juventud de esa época y la de hoy.
- ¿Cómo ves la conmemoración de los 50 años del golpe? Algunas voces la han tildado de “una cartelera de eventos” o una suerte de “nuevo 21 de Mayo”, perdiendo su carácter político.
Yo no veo nada lo malo que alguna gente lo vea como un 21 de mayo porque la verdad es que, en distintos sentidos, tanto Arturo Prat como Salvador Allende cumplen un rol. El otro día asistí a un seminario donde se quería simbolizar el ícono de la unidad de una nación en una persona y eligieron a Arturo Prat, y pensaba podrían haber elegido a Allende. Algún derechista me diría: córtala, Allende es todo lo contrario, es la desunión de un país. Ahí entramos en una cuestión esencial ¿Qué es un país? ¿Qué es Chile? ¿Qué es un icono? ¿Cuánta presbicia y miopía históricas tenemos en este momento? Porque a mí no me cabe duda de que tanto Prat como Allende sacrificaron sus vidas en función de su concepto de lo que era Chile. Uno defendiendo Iquique en una barcaza y otro defendiendo una república y una democracia.
Hay una obra de teatro de Óscar Castro Ramírez, el Cuervo, en el que simbolizaba la caída del del gobierno de la Unidad Popular con el hundimiento de un barco y el discurso del capitán de la embarcación era similar al de Allende. Simbólicamente y en una suerte de subconsciente colectivo había ahí ya elementos. Entonces, no es tan caprichosa esa comparación.
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-¿Qué diferencias ves en la juventud de esa época en relación con la actual?
Hay una frase que creo que es de Humberto Maturana que dice: ¿Dónde se pone la emoción? Y creo que la emoción de las grandes masas juveniles en el periodo de la Unidad Popular estaba puesta en el compromiso social con el gobierno de Salvador Allende.
Los que éramos jóvenes en esa época, yo tenía 20 años para 1973, teníamos la convicción puesta en el compromiso social. En cambio, hoy la juventud, la emoción la tiene puesta en el consumismo y el individualismo. Tú le preguntas a un joven, ¿qué vas a estudiar? y te dice, tal cosa, porque da más plata. Para otro, su gran deseo es irse a vivir al extranjero. La emoción puesta en tu propio pequeño destino, algo bastante miserable comparado con la entrega que había en la Unidad Popular. Tu le preguntabas a un joven ¿tú qué quieres hacer? Quiero estudiar veterinaria, y ¿por qué? Porque me interesa el desarrollo de una política agraria en el campo para hacer crecer la producción de leche para alimentar a mi pueblo. ¿Tú, Redolés qué quieres estudiar? Quiero estudiar leyes ¿por qué quieres estudiar eso? Porque me interesan los cambios institucionales que se están produciendo en Chile, qué tipo de nueva constitución debiéramos tener, cómo defender a la gente más pobre. Esa era mi emoción.
Ahora, los jóvenes que están en política, que en todo caso son una minoría, Giorgio Jackson, Camila Vallejo, Karol Cariola, y ellos ya no son tan jóvenes. La mayoría de la juventud no está ni ahí con la política, y los que si están interesados lo están con temas de la mujer y el combate contra el patriarcado, cuestiones que en los tiempos de la Unidad Popular existían, pero de forma muy embrionaria. No había la conceptualización moderna del feminismo, pero si había una lucha de la mujer contra el capitalismo. Además, existe la lucha de las disidencias, la comunidad LGBTIQ+, eso no existía. Estos problemas no son nuevos, estas realidades no son de ahora, son de siempre pero hoy tienen una fuerza que no existía en aquella época. Entonces, muchos jóvenes su política está puesta en ese nicho y no en los grandes cambios estructurales de la sociedad, y los que tienen interés en estos temas, la nueva izquierda repite los errores de la Concertación, tenerle un miedo atroz a la derecha. Tenían una ideología que habla de que hay que entenderse con la derecha para poder gobernar. Hoy los sectores que confrontan a la derecha y están, por ejemplo, en el parlamento o en los partidos políticos, son mínimos, incluso diría dentro del Partido Comunista.
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-¿Qué lecciones se pueden sacar del proyecto trunco de la Unidad Popular? Sus errores, sus aciertos.
Las izquierdas de hoy deben estudiar en serio las experiencias históricas y entender ¿qué es lo que se puede hacer? ¿qué es lo que no se puede hacer? En los sectores más a la izquierda de la izquierda durante el gobierno de Allende hay gente seria que decía que había que defenderse con armas ¿Con qué armas? ¿Ante quién? La masacre habría sido mayor si se hubiesen repartido armas a diestra y siniestra entre los obreros, los trabajadores, los estudiantes con un ejército, armada y fuerza aérea profesional.
Después, creo estuvo bien tomar las armas en tiempo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Ahí murieron muchos jóvenes, cabros y chiquillas que en un momento dijieron basta, no nos sigamos quedando con las manos atadas mientras nuestros compañeros desaparecen y son asesinados.
Fue una política correcta del Partido Comunista y el NO triunfa no solamente por el voto, triunfa por el miedo que tenía Estados Unidos de que acá se armara otra Nicaragua, un foco revolucionario, porque la cosa iba para allá. Hubo gente que creyó en eso a tal punto que siguió con eso como Raúl Pellegrin, la Comandante Tamara. Chiquillos y chiquillas, que estaban al final ya equivocados, ya que no era el momento de seguir con las armas. Se abrían otras perspectivas, pero ellos consecuentemente con lo que creyeron, siguieron y ofrendaron sus vidas. Entonces no es decir armas si, armas no.
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