Mico y el humor político: "Pinochet, al exponerse como candidato, permitió poder salir a golpearlo"
Año 88, Luis Henríquez, más conocido como Mico, tenía 23 años y publicaba quincenalmente sus primeras caricaturas en la revista Análisis. El contexto de la época no podía ser más propicio para que el humor gráfico resplandecíera en los medios de oposición a la dictadura.
La revista Cauce contaba con El Gato como dibujante. La revista Trauko aparecía como medio contracultural. En la revista Apsi estaba Eduardo de la Barra y Guillo -incluso, este último, un año antes provocó la requisa de la publicación por una caricatura de Pinochet como Luis XIV-. Aparecía el suplemento Humor de la Revista Hoy de la mano de Millas, Rufino, Hervi y Guillermo Blanco.
“El año 88 estaba muy caliente por la campaña, la elección del candidato, el contexto legal que se vivía, etc. Era una etapa muy intensa en la que el humor político jugó un papel importante”, relata Mico en conversación con El Desconcierto.
"Fue un catalizador, pero también un vehículo editorial. Todo lo que no se podía explicitar, aquello que no se podía decir en editoriales y columnas de opinión, se manifestaba a través del dibujo", agrega el dibujante que después tuvo un largo paso por La Nación, la web de la Radio Universidad de Chile y que hoy, alejado de los medios, mantiene vivas sus caricaturas por medio de las redes sociales y el muralismo.
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-¿Cómo fue tu llegada a la revista Análisis ?
Empecé a trabajar en Análisis el 88, el año marcado por el plebiscito, en un contexto que las revistas y semanarios tenían mucho espacio para el humor, o tenían suplementos o un staff de dibujantes que permanentemente estaba publicando. El humor era un componente importante de la oferta editorial de las revistas de oposición.
En el contexto en el que llegué a la revista, el director de Análisis, Juan Pablo Cárdenas, estaba con arresto domiciliario, una pena aflictiva de la justicia por los artículos que publicaba. Era una revista permanentemente vigilada y también caían los golpes de la censura. Aun así, se la jugaban por tener un espacio al humor gráfico.
-¿Cómo se interpelaba la figura de Pinochet a través del humor?
Antes del plebiscito se rompió el tabú de exponer a Pinochet en caricaturas. Fue un paso muy audaz que dieron muchos dibujantes. Pero el año 88, en particular, Pinochet como candidato se expone a quedar en la palestra y el escrutinio público, al cambiar su investidura presidencial por esta nueva condición. Todo lo que decía, hacía era un tema. Pinochet al exponerse como candidato permitió poder salir a golpearlo sin sufrir la reacción de querellas.
-Cuando lo visten de civil...
Al vestirlo de civil, se le podía atacar sin necesariamente interpelar al Ejército ni a las instituciones. Era un candidato que estaba expuesto para ver si el público lo dejaba o no en el cargo. Cuando pierde el plebiscito ocurre lo mismo, está en condición de presidente transitorio hasta que se haga una nueva elección. Ahora es candidato derrotado por lo que se sigue exponiendo. Aunque ahora no está solo, está acompañado por los candidatos que empiezan a surgir y que dirimirán la elección un año después. Aparece Fra Fra, Aylwin, la izquierda que quiere levantar los propios, Büchi, y en ese contexto un Pinochet derrotado.
En los 90 vuelve a su investidura de comandante en jefe del Ejército y recupera una posición de poder que había perdido, primero al ser candidato y luego al ser candidato derrotado. En un contexto, en el que se estaba cuidando la transición, como pisando huevos, y ahí soltamos a Pinochet.
Se retoma la sátira sobre Pinochet cuando cae preso en la London Clinic el año 98. Se cae su investidura de poder, ya no es comandante en jefe ni senador vitalicio. Ahora está preso y vuelve una faceta de humor muy potente a partir de su persecución, el juicio, los alegatos de Garzón.
-¿Qué sucede entre esas dos etapas de florecimiento del humor? ¿Entre el 90 y el 98?
De hecho, empezaron a desaparecer poco a poco los medios de comunicación de oposición que habían estado en pie hasta el año 88. Por ejemplo, la revista Análisis se acaba el 92. Hay un dato que es muy revelador sobre esa época: empiezan a aparecer algunas revistas humorísticas de dibujantes que se reunieron frente a la huida de los dineros extranjeros para los medios de oposición. Aunque con muy poco olfato político porque si hubieran detectado lo que venía se hubieran dado cuenta que no había espacio para hacer humor político. Ahí aparece El Humanoide y El Loro, dos publicaciones que intentan humor con Pinochet y eso dura muy poco. En esa época se estaba cuidando mucho no solamente a Pinochet, si no que a la oposición y al Ejército. Fue una transición muy pactada y afectada por el poder de los militares, la derecha y el empresariado. Ellos fueron víctimas de la inocencia de creer que había llegado la democracia y ahora nos podíamos reír de lo que fuera, pero no fue así.
-¿Cuándo cambia esa exposición de Pinochet?
Fue la exposición del personaje Pinochet con la detención en Londres, y luego con los Pinocheques en el caso Riggs que provocaron el desmoronamiento moral que provoca que vuelva a ser golpeado por el humor ya que su prestigio institucional desaparece, que golpea al personaje y lo deja a la intemperie. Esto a pesar de que no existían muchas revistas de humor gráfico.
-Saltando al presente ¿dónde ves el humor gráfico político hoy?
La amplitud se ha perdido por la estrechez de medios, lo que ha provocado que no haya muchos espacios para el humor político. Es relevante lo que hace MalaImagen porque se mantiene vigente en un medio como The Clinic, de alta circulación y de mucho impacto a la opinión pública. Y que apunta a un tipo de humor que no está cerrado al gobierno de turno o sesgado por la dicotomía izquierda-derecha. Él le da a todo el mundo, lo que hace que su humor sea muy transversal, pero totalmente político y contingente. Ese es su talento.