Cristóbal Rovira: “Republicanos no tienen grandes incentivos para jugársela por los acuerdos”
Pese a que se preveía que Republicanos iba a ser el partido con mejor rendimiento electoral, ni ellos presagiaban un resultado tan aplastante: obtuvieron el 35,41% de los votos y obtuvieron 23 de 51 escaños. De paso, relegaron a Chile Vamos y al Partido de la Gente, arrebatándole buena parte de su electorado.
¿Cómo lograron tan abrumador triunfo? Para Cristóbal Rovira, director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la UDP e investigador especializado en la ultraderecha, el resultado electoral se resume en tres aspectos principales: la crisis de la derecha convencional; el factor Kast; y el giro de la agenda pública hacia temas emblemáticos de este sector.
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Sin embargo, pese al triunfo, encabezar el órgano constitucional también supone una encrucijada para los Republicanos; demostrar que son una opción viable en términos de gobernabilidad o mantenerse en su nicho, situación que, para el académico, “expondrá el talante de sus liderazgos”.
En conversación con El Desconcierto, el doctor en ciencia política asegura que “lo más probable de que la imagen pública del Partido Republicano gire más a la percepción de que realmente es un partido ultra y que no está dispuesto ni interesado en hacer algún tipo de concesión”.
Republicanos: ¿Derecha radical, extrema derecha o ultraderecha?
-Tras el triunfo del Partido Republicano se ha instalado el debate sobre cómo clasificarlo: Extrema derecha, ultraderecha o derecha a secas. A su juicio ¿por qué hay reticencia a llamar a este sector como “radical” o “extremo”?
Tiene una doble connotación, una que es más ideológica política y la otra que es más académica. Yo creo que en lo ideológico-político tiene que ver con si nosotros llamamos a un actor político de extremo, de ultra, de radical, tiene una connotación social diferente a si yo lo llamo que es un actor de derecha o izquierda a secas. Mi impresión es que en Chile ha habido reticencia a llamar al Partido Republicano como un partido radical, ultra, extremo, etcétera, sobre todo de los medios de comunicación de masas.
Mi interpretación es que en el fondo, al no adjetivarlo, se evita el debate sobre si clasificar a un medio determinado como de izquierdista. Eso es lo que hasta el momento ha sucedido, pero curiosamente hay un antes y un después de esta elección. Porque antes siempre veíamos al Partido Republicano como un bicho raro que estaba por ahí, pero ahora vemos que ese bicho raro tiene un poder de veto gigantesco y no sabemos cómo va a seguir.
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Entonces ahí pasa el segundo tema, que es el que a mí me motiva, que es la cultura académica. Y desde el punto académico, los conceptos que siempre se utilizan vienen desde la literatura europea, que es donde más sabemos de estos tipos de partidos que han venido creciendo. La primera distinción analítica que es importante tener en mente es la distinción que en inglés se hace entre ultraderecha, que sería el concepto de far-right, y derecha convencional, que sería el concepto de mainstream-right.
¿Cuál es la diferencia? Una derecha convencional o derecha mainstream son partidos o actores de derecha que van a promover ideas de derecha, tanto en términos del libre mercado, por dar un ejemplo, como en temas culturales, (abortos, seguridad, etc.), pero al momento de defender esas ideas, lo van a hacer de una manera relativamente moderada. Y el segundo punto, que es más importante que el anterior, es que esos actores al momento de defender esas ideas van a respetar las reglas de la democracia liberal.
En cuanto al concepto de far right o de ultraderecha, lo propio de este sector es que van a ser actores o partidos políticos que van a defender esas ideas de derecha, pero de una manera mucho más radical de lo que lo van a hacer los actores de derecha moderada. Pero aquí viene el segundo criterio, que es tanto más importante que el primero: esos actores de ultraderecha van a mantener una relación crítica, a veces francamente autoritaria, o a veces un poco más ambivalente hacia el sistema democrático.
- Como fue el caso de Bolsonaro o Trump...
Exacto. Donald Trump, la primera vez que sale electo, le preguntaron un día antes de las elecciones: “¿Usted va a respetar el resultado?” Y él dijo: “Hay que ver qué es lo que sucede”, con lo cual estaba diciendo “yo voy a respetar el resultado solo si es que salgo electo, pero si es que no salgo electo, no lo voy a respetar”. Ahí se demostró justamente que no es un actor que realmente cree en la democracia, porque en el fondo va a creer en la democracia solo cuando le conviene. Tan cierto es esto que Donald Trump, cuando fue a la reelección y la perdió, dijo que fue un robo. Ahí se muestra muy bien esa ambivalencia que yo planteaba.
En definitiva, creo que parte del lío que tenemos con los adjetivos es que al interior de la ultraderecha se distingue a su vez en dos tipos de partidos o fuerzas políticas. Uno es lo que se llama la extreme right o derecha extrema, y otro es lo que se llama la derecha radical o la derecha populista radical. La diferencia entre estas dos es la siguiente: la derecha extrema es francamente autoritaria. Te va a decir del día uno de que ellos quieren ganar elecciones para derrocar el sistema democrático, que es lo propio de un fascista.
Pero los partidos que están en auge en general al interior de la ultraderecha son lo que se llaman partidos de derecha radical o derecha populista radical. ¿Y qué es lo propio de estos partidos? Que nominalmente se van a presentar a sí mismos como democráticos.
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Si tú lees el programa de gobierno del Partido por la Libertad en Austria, de Vox en España, el Partido Republicano en Chile, te vas a dar cuenta que son partidos que se llaman a sí mismos democráticos y que te van a decir que quieren competir en elecciones, que están dispuestos a competir con su enemigo. Pero en la práctica, si uno analiza en detalle su ideología y cuáles son las acciones que toman, atentan contra el componente liberal del sistema democrático.
Vuelvo al ejemplo de Donald Trump. Él nunca dice que es autoritario, pero no está dispuesto a tolerar que un tribunal determine que la elección no fue realmente ganada por él, sino que por su oponente. Entonces lo que él está haciendo es mermar el valor en determinadas instituciones que son importantes del sistema democrático, como pueden ser los aparatos judiciales, tribunales constitucionales, etc. Creo que ahí espero haber aclarado un poco este mar de adjetivos.
El ocaso de la derecha convencional
- El Partido Republicano ya venía de una sostenida alza en apoyo electoral, desde el alto apoyo que obtuvo Kast en las últimas presidenciales. ¿Cuáles fueron las claves del arrollador triunfo que obtuvieron el domingo?
Quiero hacer una precisión antes. En absoluto pongo en juicio que el gran ganador de esta elección fue el Partido Republicano, pero ojo, esta fue una elección muy peculiar, porque se dio en un contexto determinado, donde había escaso interés en el tema constitucional y donde una parte importante de la población fue a votar por otros temas, y simultáneamente tuvimos voto obligatorio por segunda vez. Pese a que es un paréntesis, creo que es importante mencionarlo porque las claves del triunfo del Partido Republicano de hoy no significan que necesariamente el día de mañana el Partido Republicano va a seguir conquistando el 30%, el 40%, el 50% de los votos. Podría suceder o no, pero tenemos que ser cuidadosos con extrapolar el resultado.
Dicho eso, si uno piensa cuáles son las claves del triunfo del Partido Republicano, yo creo que son tres los motivos principales. El primero es que hay una crisis en Chile de la derecha convencional. Nosotros pensamos que el campo de derecha se fragmenta en estos dos segmentos: la ultraderecha y la derecha moderada. La derecha moderada en Chile está en una franca crisis, y esto tiene que ver con el ocaso del proyecto de Piñera.
La derecha chilena desde los años 90, cuando surge la transición a la democracia, es una derecha muy conservadora, tanto en temas culturales, morales y económicos, muy neoliberal. A esa derecha le va, al inicio de los 90, pésimo electoralmente. Allamand llamó en su momento una travesía por el desierto. Y es Joaquín Lavín, en el año 1999, quien modera las propuestas programáticas de la derecha, y es recién ahí cuando se empieza a volver más competitiva. Ese proceso de moderación programática lo lideró Lavín y Piñera, y fueron los que permitieron que la derecha se empezase a hacer más competitiva y que llegue a La Moneda dos veces.
Pero el segundo gobierno de Sebastián Piñera fue un fracaso de la A a la Z. Pensemos en el estallido social y en la pandemia, hasta que terminó saliendo con unos niveles paupérrimos de aprobación. Por lo tanto, hay una crisis de esa derecha convencional que le abre el camino a una derecha más ultra.
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- ¿Por qué?
Porque por un lado hay un segmento de la ciudadanía que se siente huérfana, porque no se siente representada por esa derecha más convencional, y por otra parte, porque la derecha convencional no ha sabido hasta el día de hoy reponerse de la crisis que experimentó con el segundo gobierno de Piñera.
El segundo argumento, y que ya nos lleva más a una cuestión de lo que está sucediendo hoy en día, es que esta elección se da en un momento particular. Todos los candidatos que salieron electos no van a competir como candidatos a alcalde, ni a diputado, ni a senador. Están congelados para los dos ciclos electorales siguientes. Eso hace que los partidos políticos en general no tenían muy buenos candidatos. Y desde ese punto de vista, los candidatos del Partido Republicano, que también son desconocidos, tienen una gran diferencia, que es que tienen a un candidato que es José Antonio Kast, que es muy conocido a nivel nacional.
Por último, el tercer factor tiene ver con la agenda pública. Si nosotros pensamos en qué es lo que se está debatiendo hoy en los medios, no es tanto la cuestión constitucional, sino que son la seguridad ciudadana e inmigración. Y son justamente los temas que levanta la ultraderecha, son sus banderas de batalla. Y aquí yo creo que hay una culpa de la clase política en su conjunto, desde la izquierda de Boric hasta la derecha convencional, porque todos se han puesto a hablar constantemente del tema de seguridad ciudadana. Y si ese es el fondo, la gente va a escoger al original y no la copia. Si lo que se está ofreciendo es mano dura, quien realmente pueda ofrecer mano dura es el Partido Republicano.
Qué esperar de Republicanos
- Republicanos manifestó permanentemente que no tenían interés en un nuevo proceso constitucional. ¿Qué podemos esperar de sus consejeros?
Yo creo que sinceramente esa es la gran incógnita, y yo no tengo una respuesta clara a esto. ¿Por qué no la tengo? Porque nadie, inclusive el mismo Partido Republicano, ni la derecha, esperaban de que iban a tener el triunfo que obtuvieron. Se transformaron en los actores de veto por la cantidad de constituyentes que tienen.
¿Qué es lo que sí sabemos? Que gran parte de estas personas no quieren cambiar la Constitución. Por lo tanto, en términos ideológicos, ellos no tienen grandes incentivos para jugársela por grandes acuerdos con otros sectores.
A nivel ideológico, sería difícil esperar que ellos lo hagan. Por el lado más pragmático, si efectivamente logran presentarse como una derecha más moderada, que es más dialogante, y que logra establecer pactos que van no solo hacia la derecha, sino que hacia los demás sectores, para ellos es una oportunidad, porque podrían demostrar que en la práctica no son tan ultra como yo los estoy catalogando. Eso ayudaría a que el día de mañana ellos puedan continuar con este ascenso electoral a costa de la derecha convencional.
Ahora bien, la gran incógnita es si los 23 constituyentes van a estar dispuestos a hacer esto o no. Y aquí el símil que yo hago es lo que pasa con la bancada del Partido Republicano. Si uno escucha a José Antonio Kast, por lo general parece una persona en general muy moderada, por lo menos en su estilo de voz y en las cosas que dice, aunque haya ideas que nos parezcan muy radicales. Pero si uno piensa en personas como Gonzalo de la Carrera o Johannes Kaiser, son claramente personas que son cualquier cosa, menos moderada.
Si es que ese tipo de personas también fueron electas entre los 23 constituyentes, el olfato me dice que alguno de esos va a haber, yo creo que es muy probable de que la imagen pública del Partido Republicano gire más a esta percepción de que realmente es un partido ultra y que no está dispuesto ni interesado en hacer algún tipo de concesión.
- En ese sentido, la mayoría que obtuvo Republicanos también resulta un arma de doble filo. Por un lado, si logran llegar a consensos amplios se afianzarían como una opción viable electoralmente. Pero al distanciarse de su ideología, su base original de electores tendería a desfondarse ¿Cómo ve este fenómeno?
Exactamente, ese el gran dilema que en general tienen los partidos de ultraderecha. La tensión que ellos sufren es doble. Una opción es la de moderarse programáticamente para poder ampliar su base electoral. Pero el costo que eso tiene es que los sectores más radicales de esos partidos, y estoy pensando aquí tanto en votantes como en liderazgos, es que en algún momento van a salir a decir, "esta ya no es la derecha que a mí realmente es la que me apasiona".
Te pongo el ejemplo de Francia. El Frente Nacional, que fue uno de los primeros casos emblemáticos de derecha populista radical en Europa, surge en los años 80 de la mano de Jean-Marie Le Pen, siendo muy radical en general. Ese partido lo hereda después su hija, que es Marine Le Pen, que siguió toda una estrategia que la llaman en francés la desdiabolización del partido, que es tratar de presentarlo más moderado.
Por dar un ejemplo, todos los argumentos antisemitas del partido desaparecieron una vez que llega Marine Le Pen. Y al partido efectivamente le empieza a ir mejor electoralmente, pero genera un flanco a la derecha del partido. Y en la última elección presidencial en Francia apareció un nuevo actor que se llama Seymour, que está a la derecha de Marine Le Pen, que justamente lo que le hace es robarse esos votos que son los más radicales del partido de derecha radical.
Entonces, el temor que uno tendría es que los Johannes Kaiser de la constituyente terminen votando en contra de determinadas cuestiones y otros a favor, y se fragmentaría el mismo Partido Republicano, y eso tiene un impacto tanto a nivel de los liderazgos como a nivel de los votantes. Este rápido ascenso del Partido Republicano claramente los va a exponer, tienen que mostrar cuál es el talante de esos liderazgos que tienen y cuán dialogantes son, esa es la gran incógnita.