Mal de Chagas: Insecto transmisor ampliaría su hábitat hasta el norte del Biobío
El conocimiento tradicional sobre el Mal de Chagas está muy asociado a la pobreza, ya que apunta a la presencia de la vinchuca en viviendas antiguas y construidas con materiales rústicos, como el adobe y la madera, espacios donde este tipo de insecto nativo de América logra picar a sus residentes y luego transmitir el protozoo Trypanosoma cruzi al torrente sanguíneo a través de las deposiciones que este deja en la zona donde pica. En Chile, este ciclo de contagios ha logrado ser contenido a través de campañas de fumigación en los hogares donde el Chagas es endémico, sobre todo en la Región de Coquimbo. Sin embargo, la académica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, Carezza Botto, afirma que el patógeno sigue estando presente entre nosotros y que los contagios también se estarían dando en entornos silvestres.
La investigadora, quien estudia desde hace más de 20 años al parásito Trypanosoma cruzi, plantea que la presencia de este protozoo en el país se ha comprobado en una amplia variedad de mamíferos, como roedores, murciélagos, vacas, burros, caballos, cabras, ovejas, llamas, vicuñas, conejos, perros, gatos, zorros e incluso en un pequeño marsupial endémico de Chile conocido como yaca. Parte importante de estos hallazgos han sido descritos por la profesora Botto y sus colaboradores en un artículo publicado en la revista Pathogens. La académica explica que identificar a la diversidad de especies hospederas del patógeno permite comprender el ciclo de transmisión, “ver quiénes son los que están transmitiendo la infección a las vinchucas y a quiénes las vinchucas transmiten la infección”.
Los resultados de esta búsqueda, además, han entregado respuestas sobre la razón por la que en Chile las personas siguen contagiándose de Chagas. “Hay vinchucas que estuvieron históricamente dentro de las casas, y eran las que provocaban más enfermedad de Chagas en el humano, pero esa está controlada por las campañas de fumigación en las zonas endémicas. Chile se declaró libre de transmisión vectorial de la enfermedad de Chagas, pero seguimos teniendo casos… Entonces, lo más probable es que estemos teniendo infecciones por las vinchucas silvestres, no solamente en humanos, sino que también en los animales que acompañan al humano”.
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Es así como una de las víctimas menos conocidas de este parásito son los perros. El mejor amigo de los humanos no solo es capaz de portar el Trypanosoma cruzi, también puede enfermar gravemente por él. “Al igual que en los humanos, después de varios años en el organismo de los perros, empieza a generar daño en algunos órganos. En Estados Unidos, país que registra 11 especies de vinchucas, está muy bien documentado. En Texas tienen muchos problemas con esta enfermedad provocada por el Trypanosoma cruzi en perros. En Argentina también hay trabajos publicados”, afirma la investigadora de la Universidad de Chile, quien agrega que la misma vinchuca se ve afectada al infectarse, ya que producen menos huevos, alcanzan un tamaño más pequeño, se demoran más en llegar a la adultez y presentan mayor mortalidad.
No solo en mamíferos
Sin embargo, uno de los hallazgos más importantes del equipo de investigadores de la Universidad de Chile ocurrió luego de observar una coincidencia en sus trabajos de terreno. “La cantidad de lagartijas en los lugares de estudio para nosotros comenzó a ser una variable de interés, pues mientras más lagartijas había en un lugar, más vinchucas infectadas encontrábamos”, explica Carezza Botto. Así, luego de realizar experimentos con cuatro especies de lagartijas en el laboratorio, comprobaron que estos reptiles tienen un rol importante en el ciclo de transmisión. El trabajo, publicado en la revista científica Emerging Infectious Diseases, “muestra que los reptiles son capaces de infectarse con el Trypanosoma cruzi, que se aloja en varios de sus órganos, y que al menos una de las especies de lagartija es capaz de infectar a las vinchucas que se alimentan de ellas”, precisa la bióloga.
El descubrimiento no solo rompe el paradigma de que este patógeno se transmite solo desde mamíferos a vinchucas y desde vinchucas a mamíferos. Otra investigación encabezada por la académica, publicada en la revista Microorganisms, analizó las fuentes de alimentación de sangre de la especie Mepraia parapatrica, una de las vinchucas más escasas y menos estudiadas, en una zona costera de la Región de Atacama. El trabajo identificó que la alimentación de este insecto provino en un 61,3% de reptiles, en un 35,5% de mamíferos (incluyendo humanos) y en un 3,2% de aves. Por otra parte, plantea entre sus conclusiones que “la presencia de triatominos [vinchucas] y humanos infectados por T. cruzi como parte de la dieta de M. parapatrica en ambas áreas, representa una amenaza epidemiológica y un riesgo potencial para la población humana que visita o se establece en estas áreas”.
La profesora Botto comenta, además, que otro estudio reciente en México también dio a conocer la presencia de este parásito en aves. “Ellos hicieron un estudio con carcasas de lechuzas y en una encontraron -mediante biología molecular- que varios órganos presentaban DNA de Trypanosoma cruzi. Así que no descarto tampoco que pueda haber infección en aves. No en todas las aves, pero sí en algunas especies. Está en nuestros planes también estudiar aves a nivel local”, plantea sobre este nuevo frente de investigación.
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Expansión por el cambio climático
En Chile, existen cuatro especies de vinchucas. Una de ellas es una especie doméstica, que está asociada a las casas o al peridomicilio y está controlada, pero que de vez en cuando genera algunos focos de contagio del Mal de Chagas. Las otras tres especies, todas del género Mepraia, son silvestres. No obstante, la investigadora de la Universidad de Chile agrega que en el 2006 se detectó que la vinchuca doméstica comenzó a invadir el ambiente silvestre, probablemente debido a las campañas para erradicarlas de las casas, lo que agrega una nueva variable al ciclo de transmisión en el ecosistema.
Pero es otra nueva variable la que genera mayor incertidumbre: el cambio climático. Actualmente, la vinchuca está distribuida en zonas áridas, semiáridas y mediterráneas de Chile, desde la Región de Arica y Parinacota, por el norte, hasta la Región de O'Higgins, en la zona central. El cambio climático, la disminución de precipitaciones y el avance de la desertificación hacia latitudes más australes ofrecen un escenario cada vez más propicio para la expansión de la vinchuca hacia el sur. Así lo comprobó otro estudio dirigido por la profesora Botto, publicado en la revista científica Parasites & Vectors, donde se indica que las vinchucas podrían extender fácilmente su presencia hasta 4 paralelos de latitud hacia el sur de Chile, escenario que propiciaría mayores riesgos de contagio por esta grave enfermedad.
"Vimos cómo iba a modificarse la distribución geográfica de dos especies de vinchucas silvestres chilenas con el cambio climático, Mepraia gajardoi y Mepraia spinolai. Modelamos con cuatro escenarios de cambio climático, que incluyen desde el más pesimista al menos pesimista. En ellos vimos que la Mepraia spinolai, que es la vinchuca más abundante en Chile en el ambiente silvestre, se puede extender fácilmente hasta la Región del Maule o norte de la Región del Biobío", explica la académica. De esta manera, dado que estas especies podrían modificar su rango geográfico potencial, el artículo concluye que “las medidas preventivas para evitar la transmisión vectorial accidental humana por vectores silvestres de T. cruzi se vuelven críticas considerando la incertidumbre de las futuras áreas aptas proyectadas en este estudio”.
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Enfermedad subdiagnosticada
Actualmente, se estima que entre 100 mil a 150 mil personas en Chile están infectadas con el Mal de Chagas, la gran mayoría sin saberlo, y unos 800 mil individuos viven en zona de riesgo. Estas cifras significan que la prevalencia de la enfermedad en la población chilena es en torno a 1,2%, lo que no es poco, afirma Carezza Botto. Pese a que la bióloga señala como "muy poco probable que alguna vez tengamos una pandemia de este protozoo, ya que el mecanismo de transmisión es muy elaborado", sí advierte que el Mal de Chagas está muy subdiagnosticado en el país y también en el resto del mundo. A nivel global, se estima que esta enfermedad afecta a entre 6 y 7 millones de personas, con un número atribuido de muertes de aproximadamente 10 mil por año.
La principal causa de su bajo diagnóstico es su condición de enfermedad silenciosa, con ausencia de síntomas evidentes hasta que el daño ya es mayor. "Una característica de este protozoo es que es muy bueno evadiendo el sistema inmune. Cuando entra al torrente sanguíneo, viaja y coloniza principalmente dos tipos de órganos, el corazón y el tracto digestivo, específicamente el esófago y también el colon. Ahí se empieza a multiplicar dentro de los órganos, y se provocan los megasíndromes", describe.
Así se dan procesos inflamatorios que normalmente no son tratados a tiempo. "Cuando, por ejemplo, se empiezan a presentar arritmias, síntoma que indica que el corazón es el afectado, el daño es generalmente irreversible, solo se pueden tomar medidas paliativas. En el esófago produce problemas para tragar, porque te altera la musculatura y dificulta la capacidad de este de apretar. Y cuando es en el colon provoca hinchazón, dolor y problemas de estreñimiento, ya que se pierde la capacidad de mover lo que está dentro del tubo digestivo. En este caso, puede haber tratamiento quirúrgico”, agrega.
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Por esta razón, la profesora Botto enfatiza la importancia de hacerse la prueba de Chagas si uno cree haber sido picado alguna vez por este insecto. “Porque si lo detectan antes de entrar a la fase crónica, cuando ya uno está mal, puedes recibir tratamiento, y el tratamiento se supone que lo tiene que proveer el Ministerio Salud, es decir, es gratis", indica. Añade que, junto con el de la hepatitis y el VIH, es obligatorio para quienes donan sangre que esta pase por un proceso de tamizaje para evitar contagios por esta vía. Precisa también que esto rige para todo el territorio nacional, independiente de si se realiza en una zona no endémica, como podría ser -por ejemplo- Punta Arenas, debido a la intensa migración interna en el país.
Nuevas formas de transmisión
Pese a que cerca del 85% de los contagios del Mal de Chagas ocurren de forma vectorial, a través de la picadura y posterior ingreso del protozoo al torrente sanguíneo al rascarnos y llevar las deposiciones del insecto a la herida y mucosas, se han registrado también casos de transmisión oral del patógeno, específicamente por el consumo de alimentos contaminados con heces del vector o con el vector mismo. “En Venezuela y Brasil, en los últimos años, se ha descrito transmisión oral, por ejemplo, a través de la ingesta de jugos hechos con frutas en las que habitan colonias de vinchucas y que no han sido debidamente lavadas. En estos casos se ha visto, además, que uno entra rápidamente a la primera fase de Chagas, que es la fase aguda”, afirma la bióloga de la Universidad de Chile.
Al respecto, hace el alcance de que esta forma de transmisión se ha comprobado en zonas tropicales, no aún en Chile. No obstante, comenta que en algunas partes se ha hecho popular el consumo de las hojas del chagual, también conocido como puya, una planta suculenta que es posible encontrar desde Coquimbo hasta la Región de O’Higgins. El gran problema es que este vegetal también es uno de los hogares predilectos de las vinchucas silvestres. “Entonces, si la gente no tiene el conocimiento de que las vinchucas viven ahí, que podrían estar infectadas, y si hay mala higiene en la manera que se lavan sus partes verdes para hacer ensalada, podría haber algún tipo de transmisión oral. No se puede descartar”, advierte.
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También se ha identificado la transmisión del parásito a otras especies, principalmente felinos en Brasil, por el consumo de roedores infectados. “No se ha probado en humanos, pero no se puede descartar que si uno come carne de un animal portador que no está suficientemente cocida o con mala manipulación, uno se podría infectar”, plantea la investigadora. Esta hipótesis resulta de gran relevancia al considerar otro estudio de la profesora Botto, donde se destaca el rol de dos tipos de murciélagos como hospederos del patógeno, uno de los cuales se alimenta de sangre y, por lo tanto, podría potencialmente transmitir el protozoo al ganado de áreas endémicas. El artículo, publicado en la revista científica Acta Tropica, presenta además la primera evidencia del Trypanosoma cruzi en especies de murciélagos en el país.
En este sentido, a propósito de la incidencia de casos de transmisión oral, la científica aconseja a los habitantes y visitantes de las zonas de mayor riesgo lavar bien frutas y verduras y cocinar bien la carne.
Exportación no tradicional
Otra variable de preocupación frente a esta patología es la globalización y la intensificación de los procesos migratorios, fenómeno que ha transformado al Mal de Chagas en una de las principales enfermedades infecciosas exportadas por América al resto del mundo. Y es que en Chile, por ejemplo, si bien es relativamente común la realización del examen para detectar contagios entre los dadores de sangre, esta práctica no es universal. Lo mismo ocurre también con la donación de órganos. “América ha exportado el Chagas a varios países en otros continentes. La donación de sangre y órganos son las vías de transmisión principal en los países que registran casos de infección, pero donde la enfermedad no es endémica”. A nivel regional, añade, hay varias hipótesis sobre el origen del parásito, las cuales apuntan a su asociación con marsupiales y murciélagos como hospederos iniciales. “Hay varios focos en América donde comienza esta interacción mamífero, vector y parásito. El que está más cerca de Chile es en Bolivia, en la zona de Cochabamba hay un foco de radiación”.
El Mal de Chagas es considerado una de las enfermedades de América más desatendidas y en la que no se han puesto los recursos suficientes para investigación. La profesora Botto plantea que esto se debe a que se asocia principalmente a la pobreza. Como ejemplo destaca el virus del Ébola, que “tuvo que salir de África a Europa y Estados Unidos para que se desarrollara una vacuna, al menos para una de sus cepas. Había estado desde hace más de 150 años en África, con brotes horribles que generaban prácticamente un 85% de letalidad, pero solo cuando salió de este continente se destinó más financiamiento para investigación”.
Parte del equipo detrás de estos hallazgos lo integran también los investigadores Raúl Araya, Antonella Bacigalupo, Paola Correa, Nicol Quiroga, Esteban San Juan, Andrea Yáñez y el profesor de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Aldo Solari.