Por qué los científicos no confían en los gobiernos para frenar el cambio climático
Coincidiendo con la apertura de la COP26 en Glasgow, la revista científica Nature publicó un artículo donde afirmaba que los principales científicos del clima se muestran escépticos ante la idea de que los gobiernos vayan a frenar el calentamiento global, a pesar de las promesas políticas hechas por los líderes internacionales.
La revista envió una encuesta en septiembre de 2021 a los 233 autores y editores del Sexto Informe de Evaluación del Grupo de Trabajo I del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC). Entre otras interesantes cuestiones, la gran mayoría de los noventa y dos científicos que respondieron a la encuesta contestaron lo siguiente:
- el mundo está experimentando una crisis climática (88 %),
- lo más probable es que el calentamiento global alcance o supere los 3 ℃ a final de siglo (75,5 %),
- verán impactos catastróficos del cambio climático en su vida (82 %),
- los científicos deberían participar en la defensa de este tema (81 %).
La importancia de no superar los 1,5 °C
El 8 de octubre de 2018 los gobiernos aprobaron el resumen para responsables de políticas del Informe especial del IPCC sobre el calentamiento global de 1,5 °C. Con más de 6 000 referencias citadas y la contribución de miles de expertos, fue realizado por 91 autores y editores-revisores de 40 países y 133 autores contribuyentes.
El informe destaca la vital diferencia en impactos que podría producirse con una diferencia de tan solo 0,5 °C (de 1,5 °C a 2 °C) de incremento del calentamiento global a final de siglo:
- la elevación del nivel global del mar sería 10 cm superior,
- la probabilidad de que el océano Ártico quede libre de hielo en verano sería de un mínimo de una vez por decenio en lugar de una vez por siglo,
- los arrecifes de coral se extinguirían prácticamente en su totalidad.
La única receta para limitar el calentamiento a 1,5 °C es que las emisiones netas globales de dióxido de carbono de origen humano disminuyan en 2030 alrededor de un 45 % respecto de los niveles de 2010, y sigan disminuyendo hasta alcanzar el cero neto aproximadamente en 2050.
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Según el último análisis del Global Carbon Project, para conseguir en el año 2050 el objetivo de emisiones netas cero, las emisiones de CO₂ deben disminuir cada año una cantidad en millones de toneladas comparable al descenso que se produjo en el año 2020. Esta caída no se debió precisamente a las decisiones de los líderes para dar cumplimiento al Acuerdo de París que firmaron en 2015 para frenar el calentamiento global. Fue consecuencia de las medidas frente a otra amenaza como es la pandemia. La mala noticia es que con el alivio pandémico en 2021, volvemos a las andadas con un incremento de emisiones parecido al anterior.
Lejos de cumplir los objetivos
Del análisis de los datos reales de emisiones de gases procedentes de combustibles fósiles se concluye que ninguna de las principales economías del mundo ha cumplido con sus compromisos de reducción para conseguir el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 °C. Así lo confirma el último estudio de septiembre de 2021 del organismo de control Climate Action Tracker, que califica los objetivos y acciones gubernamentales como “sumamente” o “críticamente” insuficientes.
Pero lo peor, si cabe, es que los gobiernos del mundo planean producir más del doble de la cantidad de combustibles fósiles en 2030 de lo que sería consistente con limitar el calentamiento a 1,5 °C. Por un lado se comprometen a reducir sus emisiones e incluso marcan objetivos netos cero, pero todavía no han hecho planes para reducir la producción de los combustibles fósiles. Lo dice la ONU en su Informe sobre la Brecha de Producción 2021.
Hay razones para la esperanza que da el conocimiento, pero también para el escepticismo. La nueva realidad antropogénica y la ley termodinámica de la entropía hacen inviable la actual senda del crecimiento indefinido y el incremento continuo de gases fósiles en la atmósfera porque puede llevarnos a la autodestrucción.
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Dada la tendencia habitual de los científicos a no intervenir en el debate público, más allá de la difusión de datos, quizás la respuesta que más sorprende en la encuesta de Nature sea la última porque muestra un mayor grado de compromiso. Pero también es un reflejo de su inquietud ante la enorme gravedad del problema y la falta de respuestas a una situación que comienza a ser crítica.
Probablemente algunos de ellos habrán recordado las palabras del Premio Nobel de Física Max Born:
“Depende de nosotros, de cada uno de los ciudadanos de todos los países de la Tierra, que se pueda terminar con la insensatez hoy dominante. Hoy ya no son los bacilos del cólera o la peste los que nos amenazan, sino el tradicional pensamiento cínico de los políticos, la apatía de las masas y la renuncia de los físicos y otros científicos a sus responsabilidades.”